Barça

Mateu Alemany no solo se va del Barça por dinero

El ejecutivo mallorquín tendrá en el Aston Villa plenos poderes en materia deportiva, una premisa que en Barcelona no puede cumplir

BarcelonaHoras tensas en las oficinas del Barça. La salida de Mateu Alemany, comunicada minutos después de una victoria decisiva del primer equipo en la Liga, cogió por sorpresa a los culés, que habían convertido al ejecutivo mallorquín en un ídolo desde que Joan Laporta lo fichó para que comandara el área de fútbol justo después de ganar las elecciones. Sobre todo las nuevas generaciones lo pintaban como un conseguidor implacable en un contexto de depresión económica azulgrana. El apodado Mateu Padremany tenía poderes para hacer realidad las ilusiones de una afición sin referentes con corbata después de los años con Josep Maria Bartomeu en el palco. Por eso era coreado en las presentaciones de los nuevos jugadores, cosa que ni Andoni Zubizarreta, ni Robert Fernández, ni Raül Sanllehí ni Pep Segura, por poner ejemplos recientes, ni mucho menos nunca habían experimentado.

La masa social leía a Alemany como la mano derecha experimentada y tecnócrata del carismático Laporta en materia futbolística, que es la que interesa a todos los sectores del barcelonismo. Una interpretación que encaja con el impacto que la marcha del mallorquín supone a corto plazo. "Se rompe el triángulo Mateu-Jordi-Xavi, que implicaba un debate sano antes de tomar decisiones: Mateu desde un punto de vista de números, y Jordi y Xavi con una mirada más deportiva", apuntan al ARA desde los despachos de Sant Joan Despí, donde hay cierto consenso en decir que, si Alemany ha pactado ayudar al Barça hasta el final del mercado, así será. "Tiene palabra y no se permitirá una mancha en su reputación. Otra cosa es que la convivencia tenga sentido si llega ahora un nuevo director de fútbol", contrapone otra fuente, más escéptica sobre la duplicidad de cargos que puede darse si se cumple el vaticinio del comunicado que emitió el club para explicar la noticia.

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Alemany se va porque ha recibido una oferta superior del Aston Villa, un club de la Premier League controlado desde 2018 por el magnate egipcio Nassef Onsi Sawiris, que tiene previsto continuar desembolsando dinero para hacer un equipo que luche por el título. En los despachos, la entidad cuenta con Damià Vidagany, un viejo conocido de Mateu en el Valencia. Y la plantilla está dirigida hoy en día por otro español, Unai Emery, que saltó del Vila-real a mediados de esta temporada, tentado también por el proyecto deportivo y económico.

Esta es la clave de la decisión del ejecutivo mallorquín: en Birmingham tendrá dinero para hacer fichajes y plenos poderes para decidirlos y ejecutarlos, dos premisas que en Barcelona no se estaban cumpliendo. La primera, porque la situación financiera del club azulgrana es un drama: los ingresos no aumentan (ni aumentarán en Montjuïc), la cuenta de resultados da pérdidas y el margen salarial de la Liga está excedido con demasiados deberes por hacer, empezando por las regularizaciones de Gavi y Ronald Araujo. Y la segunda, porque la tendencia de Laporta y de algunos de sus colaboradores a meter la nariz en temas deportivos lo ha acabado quemando.

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Alemany no lo tiene claro con Messi

La principal disensión entre Alemany y el presidente tiene que ver con Leo Messi: hace dos años con su continuidad y ahora con su posible regreso. Antes de agosto del 2021, el de la traumática e inesperada salida, Mateu ya avisó a la junta que sería casi imposible meter el nuevo contrato del 10 teniendo en cuenta la grave situación de la entidad. Incluso frenó la intención de vender a Ansu Fati, un hecho que podía suponer una entrada de dinero para ganar espacio salarial. Creía que alargar la carrera del 10 en el Barça de ninguna forma podía implicar la renuncia al futuro representado por el hispanoguineano y también de Pedri, a los que renovó ante la insistencia de otros clubes para ficharlos. Dos años después de aquella pugna de la que salió airoso, Laporta vuelve a insistir con Messi en un contexto que no ha mejorado mucho, puesto que la entidad continúa en un pozo económico. En este punto, Alemany no ve claro que el proyecto tenga que estar condicionado por este anhelo y salta del barco a pesar de tener un año más de contrato.

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Otras decisiones que han deteriorado la posición del balear en el organigrama son el fichaje frustrado de César Azpilicueta, las renovaciones de Sergi Roberto y Ousmane Dembélé, la letra pequeña de la llegada de Raphinha o la negativa presidencial a vender a Frenkie de Jong. Teniendo en cuenta estos precedentes, el ARA ha consultado si la salida de Alemany puede implicar que Iñigo Martínez, una apuesta suya, desaparezca de las prioridades del área deportiva en la inscripción de jugadores en la Liga. La respuesta ha sido que el central vasco ya está comprometido y que no se prevé ningún cambio de planes.

Alternativas muy diferentes: Antonio Cordón y Anderson Deco

En estos momentos de incertidumbre, la renuncia de Mateu podría no ser la última que se produzca antes del 30 de junio en el área deportiva del Barça. Jordi Cruyff, director deportivo, también se insta a sí mismo a hacer una reflexión sobre su futuro en la entidad. Lo mismo pasa con perfiles más técnicos y menos mediáticos que trabajan en el departamento, ya sea en tareas administrativas o de scouting. Antonio Cordón, hasta hace poco director deportivo del Betis, suena como relevo, pero fuentes azulgranas niegan al ARA que se haya cerrado ningún acuerdo con el ejecutivo extremeño, con pasado también en el Mónaco y en la Federación Ecuatoriana, donde coincidió precisamente con Cruyff. Otro candidato es Anderson Luiz da Souza Deco, ex jugador de la entidad, representante de Raphinha, colaborador de Jorge Mendes e íntimo de Laporta, según ha avanzado RAC1 y puede confirmar este diario.