Presidente Laporta: ¿y ahora, qué?
Con Xavi conectado a la máquina de respiración asistida, el Barça ha quedado prisionero de una situación peligrosamente desconcertante: como una metáfora de lo que es el rumbo de la institución, el equipo no va a ninguna parte. Sin respuestas concretas, las culpas y los porqués se reparten entre las trincheras fratricidas de siempre en un club que vive atrapado en un estado de convulsión permanente, haya quien haya de presidente. Hay una corriente especialmente curiosa –muy cercana a Laporta– que es la que ahora ya ataca a Xavi sin máscaras porque nunca ha sentido al entrenador como uno de los suyos. Son quienes trasladan los mismos mensajes al mundo acosador de las redes constatando lo que ya sabíamos, que hay religiones que no aceptan la diferencia. Pero Xavi como diana se agota. Y la agonía del club sigue: y ahora, ¿qué?
Ahora es la hora del presidente. Durante la campaña transmitía interés en los entrenadores alemanes en general, como si fueran un patrón homogéneo de clones, pero cuando llegó al poder mantuvo a Koeman y después apostó por alguien a quien había menospreciado públicamente: un Xavi escogido a regañadientes que había cometido el pecado de trabajar con otro candidato. Tres años después de haber ganado las elecciones, a Laporta le tocará mojarse en serio sin excusas ni argumentarios capciosos. Enfrente tiene una hoja en blanco sin legados envenenados ni ningún aspirante a heredero de Guardiola que esté levantando la mano bendecido por nadie. Tampoco hay –disculpa, Rafa– un técnico en el filial que esté preparado para la ocasión porque Garcia Pimienta fue injustamente fulminado después de pasarse casi 20 años puliendo generaciones de la cantera. Insistimos: y ahora, ¿qué?
A Laporta lo ayudará a escoger Deco y ya hemos visto que, cuando la hora es grave, a la comisión supuestamente deportiva se suma un CEO sin cargo oficial: Alejandro Echevarría. Hay que confiar en la profesionalidad y el ojo clínico de este grupo de expertos contrastados para sacar adelante al equipo y al futuro inmediato de la entidad. En la imaginaria carta a los Reyes, debería ser prioritario un perfil de entrenador con personalidad fuerte a quien, por ejemplo, si pide un sucesor de Busquets de garantías, se le haga caso de entrada y no se lo maree con el catálogo de Jorge Mendes. Y, si es posible, que sea un técnico con capacidad formativa que sepa aprovechar la hornada de jóvenes emergentes y pueda aislarse del cortoplacimo que ha quemado a Xavi. La decisión que tome Laporta determinará si existe futuro o precipicio.