La sentencia de la Superliga: "Si la queremos es porque estamos arruinados"
Este jueves el Tribunal de Justicia de la Unión Europea decide si la UEFA y la FIFA tienen el monopolio del fútbol
BarcelonaMientras la directiva de Laporta polea el proyecto de remodelación del Camp Nou, se planteó el debate de si realmente valía la pena aumentar el aforo cuando el estadio, en general, nunca se llenaba del todo. La respuesta fue muy clara: "La reforma tiene sentido con la Superliga, que supondrá una nueva dimensión en el fútbol", dijo la vicepresidenta Maria Elena Fort en una entrevista en el ARA. Una declaración de intenciones de una junta que piensa a largo plazo. En el Barça tienen depositadas todas las esperanzas en esta competición revolucionaria, que debe suponer una lluvia de millones para todos los clubs participantes. Finalmente, este jueves, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) debe determinar el posicionamiento de la UEFA y la FIFA respecto a sí la creación de la Superliga vulnera las normas europeas de competencia.
El Barça y el Real Madrid , los dos clubs que se mantienen al pie del cañón de la Superliga, piensan más en el dinero que en la competición. A nivel deportivo, el torneo supondría una alternativa en la Champions League. Pese a que el formato no está definido por completo, podría tener entre 60 y 80 clubes participantes y un sistema de ligas, estructuradas en diferentes divisiones. Aparte de los clubs fundadores, el resto de equipos accederían por méritos deportivos, en función del resultado conseguido en las competiciones estatales (LaLiga, Premier, Serie A...).
Un trasfondo económico para fundar una nueva competición
Pero, sobre todo, la Superliga tiene un trasfondo claramente económico. "¿Que porque la queremos? Porque estamos arruinados", decía sin pelos a lengua Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y también de la futura nueva competición. Los clubs dejarían de participar en la Champions, competición organizada por la UEFA, para pasar a disputar un torneo del que serían los promotores. Es decir, se eliminaría un ente (UEFA) que en la práctica actúa como intermediario. Y la previsión de ingresos es mayúscula. Sólo por participar, el Barça ingresaría entre 300 y 400 millones. Y las cifras más optimistas hablan de hasta 1.000 millones por temporada para los clubs. Este dinero sale, sobre todo, de la comercialización directa de los derechos audiovisuales, y parte de la base de que el fondo Sixth Street abona el capital inicial para sacar adelante el negocio.
Inicialmente, la Superliga nació con el apoyo de 12 clubes fundadores. Aparte de Barça y Madrid, también estaba el Atlético de Madrid de la liga española; Manchester United, Manchester City, Liverpool, Arsenal, Chelsea y Tottenham de la Premier; y la Juventus, el Milan y el Inter de la Serie A italiana. Sin embargo, el proyecto tuvo problemas desde el primer momento. La presentación no fue conjunta con los presidentes de todos los clubs, sino que fue Florentino quien defendió su creación en una entrevista en el programa El Chiringuito.
El proyecto supuso un descalabro en casi todas las instituciones europeas, futbolísticas o políticas. La UEFA y la FIFA, que veían peligrar su negocio, reaccionaron con contundencia y amenazaron con vetar a los equipos fundadores en sus competiciones. Pero también se opusieron las federaciones nacionales, la Asociación Europea de Clubes (ECA), distintos gobiernos o la Comisión Europea. El alboroto fue mayúsculo y la mayoría de clubs decidieron echarse atrás. Sólo Barça, Madrid y Juventus resistieron. Pero este 2023 el equipo italiano también anunciaba formalmente la decisión de desvincularse.
Una sentencia ambigua
Aún así, Barça y Madrid se mantienen firmes y están convencidos de que "en dos años" la Superliga puede estar en funcionamiento, según palabras de Joan Laporta. En la cúpula directiva del Barça equiparan la sentencia del TJUE con la ley Bosman, que revolucionó el fútbol en los años 90 al eliminar las limitaciones para los jugadores comunitarios, que podían jugar sin restricciones. Además, los ingresos darían al club la posibilidad de acabar de repente con todos los problemas económicos que arrastra desde la pandemia y le permitirían recuperar la competitividad en los mercados de fichajes, optando por ejemplo a comprar figuras como Erling Haaland, jugador que precisamente descartó ir al Barça en el 2022 por las penurias y la imposibilidad de crear un equipo que aspirara a ganar todos los títulos.
Ahora bien, no existe ninguna garantía de que la sentencia del TJUE sea favorable a los intereses de los promotores. De hecho, el texto, que no se puede recurrir, se conocerá un año después de que el abogado general asignado al caso, Athanasios Rantos, concluyera que ni la UEFA ni la FIFA incurrieron en un abuso de poder. Las opiniones del abogado general no son vinculantes para el tribunal, pero en la mayoría de los casos marca la decisión final de los jueces.
"Las normas de la FIFA y de la UEFA que supeditan la creación de cualquier nueva competición a una autorización previa son compatibles con el derecho de la Unión en materia de competencia", consideraba el abogado general. Es decir, los clubs pueden crear una competición alternativa como la Superliga al margen de la FIFA y la UEFA, pero las federaciones nacionales tienen derecho a vetar en sus torneos a los equipos que se adscriban a este torneo.