Las siete vidas de Sergi Roberto evitan la primera derrota del Barça (2-2)

BarcelonaEl Barça llevaba días jugando con fuego. Iba acercando los dedos a la llama, como un juego. Pero nunca se quema, como si tuviera siete vidas, evitando la primera derrota de la temporada. Como los gatos. Como Sergi Roberto, que cada temporada tiene su minuto de gloria. Si contra el Oporto el juego fue muy pobre pero el botín conseguido gigante, en Granada parecía tocar la zanahoria. El equipo, que ya perdía a los 17 segundos de partido, levantó un 2-0 y acabó al borde del triunfo en un partido que no merecía perder. Pero entre las lesiones, la carencia de ideas y tener delante un joven que pide paso fuerte como es Bryan Zaragoza, acabó con un empate desagradable, en un partido sucio. Fue Sergi Roberto el encargado de marcar el gol del empate al final, evitando la primera derrota de la temporada de un equipo con un banquillo demasiado corto. Es el tercer empate fuera de casa. Una luz roja de alarma está encendida, es necesario mejorar para defender el título.

Un empate en un partido en el que Lamine Yamal marcó su primer gol en Liga, con lo que ya es el goleador más joven de la historia del torneo. Con una edad en la que la mayor parte de jóvenes realizan un viaje de fin de curso a Granada para ver la Alhambra con una carpeta bajo el brazo, él marca goles. No lo tuvo fácil, sin embargo. Porque las nubes ya aparecieron en el primer minuto de partido, nublando a los barcelonistas. Bien, aparecieron antes del primer minuto. Como si cayera embrujado, el Barça se dejó marcar en apenas 17 segundos. Nunca antes el Barça había recibido un gol en Liga en 17 segundos. Y eso que quien sacó desde el centro del campo fue el equipo de Xavi. Pero Gavi la perdió y Bryan Zaragoza superó a Ter Stegen con un disparo cruzado. El joven delantero andaluz, que hace seis meses jugaba en la Segunda División B y quería ser como Neymar, fue un dolor de muelas para una defensa azulgrana con buena salida de balón, pero poca cintura. Y si Kounde la tenía, de cintura, la perdió en la contra en la que Bryan Zaragoza recordó a todo el mundo que la suya es una tierra de arte. Dos golpes de cadera, dos pisadas en el balón como si bailara flamenco, y el segundo gol de la noche. En Granada, como decía Lorca, puedes enamorarte o recibir una puñalada en forma de corazón roto. Esa era la segunda puñalada.

Y eso que el balón siempre fue del Barça. Sin embargo, las estadísticas no ganan partidos. Quizás ayudan a explicar el juego, pero lo que hace falta es hacer goles. Y el equipo de Xavi, que llegó a rondar el 80% de la posesión, estuvo poco preciso. Ferran Torres, jugando de nuevo, no salió adelante, y desaprovechó una gran ocasión para marcar en la segunda parte. João Félix estuvo más activo, pero sin puntería en un equipo que sufría mucho a sus espaldas. El equipo no funciona, cuando toca reaccionar y tapar contras. Se añora De Jong, seguramente. También Pedri. Y Xavi decidió que no era un día para Romeu y dejó el centro del campo en manos de Gündogan, el siempre revolucionado Gavi y un Fermín que lo intentó, pero sin demasiada suerte. Y por si fuera poco, Kounde se lesionó en una jugada en la que se le cayó encima Gavi. En su lugar entró Araujo, que acabaría siendo un buen recurso ofensivo al final del partido intentando cabecear.

Un final de partido frenético

El Barça, contra las cuerdas, necesitaba un gol y le encontraría al final de la primera parte en una jugada en la que, sin quererlo, João Félix dio una asistencia a Lamine Yamal. Con 16 años y 87 días, el joven de Mataró escribió en el libro de oro de la Liga. Solo tuvo que acompañar el balón al fondo de la red para hacer historia, en un partido en el que también cayó dentro de la trampa del Granada, muy cerrado en defensa.

Pero Xavi miraba al banquillo y hacía una mueca. Las bajas le han puesto bastones en las ruedas, en el equipo. Una plantilla donde el último día del mercado de fichajes llegaron caras nuevas, pero también se fueron. Al final sólo hay 19 fichas del primer equipo. Y Xavi no podía remover al equipo tal y como le hubiera gustado en la segunda parte. En un partido que ya se jugaba con una sola portería, el técnico egarense acudió a Sergi Roberto y Oriol Romeu para mantener la intensidad. No se atrevió a hacer debutar al exdelantero del Girona y el Sabadell, Pau Víctor. Así que le pidió a Araujo que fuese ganando metros, como habían hecho en el pasado Alexanko o Piqué. Y el uruguayo, que seguro tiene defectos, pero no conoce el miedo, se quedó cerca de marcar en dos ocasiones. No dejaba de ser sintomático que fuera él, líder de los ataques de un equipo atropellado.

Y no dejaría de ser sintomático que fuera Sergi Roberto, a centro de un Balde que parecía no tener el día, quien evitara la derrota al término del partido en una jugada donde los locales protestaron una falta de João Félix inexistente. La afición local se sentía robada y cantaba el nombre de Negreira, nombre que el barcelonismo carga ahora encima como una lufa, pero se calló cuando, en el último segundo, el árbitro decidió que un gol que parecía legal de João Félix no fuera considerado legal. Con pocos jugadores y sin estar acertado, el Barça casi ganó en el último segundo un partido que perdía a los 17 segundos. Tiene corazón y hambre. Pero necesita más fútbol.