Ni Nacho ni el Madrid dan explicaciones sobre la terrible patada a Portu

Barcelona"Ancelotti es un caballero. Ha dicho que no entendía la acción de Nacho y que le había sorprendido mucho, que nos pedía perdón. Es una entrada muy dura, no viene a cuento y no tiene buena pinta", explicó Míchel en la sala de prensa de Montilivi. La agresión del jugador del Real Madrid a Portu sucedió a falta de un minuto para el final del partido, con 0-3 en el marcador y terminó con el delantero en el hospital. Es imposible justificar la entrada de Nacho porque es injustificable y el Real Madrid no lo ha intentado siquiera. El único interlocutor es Carlo Ancelotti, ningún jugador habla después de los partidos porque así lo ha decidido el club -es decir, Florentino Pérez- que sigue su pulso con Javier Tebas. El técnico lamentó lo sucedido y calificó el comportamiento de su capitán de "falta de lucidez". ¿Y Nacho? Pues despachó el asunto con un breve mensaje en su cuenta de Instagram horas después: "Quiero pedir disculpas a Portu por una acción involuntaria en el partido. Hoy y en toda mi carrera nunca tuve la intención de hacer daño a nadie. Ojalá puedas recuperar bien y rápido".

Él sabrá qué cable se le peló para entrar en plancha, con la pierna en alto, pero desde luego la acción no fue involuntaria, aunque no quisiera hacer daño. La ausencia de explicaciones, su incapacidad para dar un paso adelante y salir ante las cámaras, agrava la situación y le deja en muy mal lugar. No era tan difícil salir a dar la cara y pedir disculpas sin más, igual que hizo Carlo Ancelotti. El ruido en las redes sociales comparando la agresión de Nacho con otras entradas para valorar si es más o menos grave es un ejercicio inútil propio de forofos descerebrados; un mundo de machos empeñados en ser los alfas que no atienden a razones, sobre todo si esas razones ni siquiera se dan. La imagen del Real Madrid, que tanto le preocupa a Florentino Pérez, también queda dañada y la progresiva bunkerización del club que preside por sus luchas de poder con el presidente de la LFP -que a su vez también coarta la libertad de los periodistas en las retransmisiones televisivas para que no pregunten lo que quieran o no enfoquen al palco, por ejemplo- nos deja un panorama en el que al final el altavoz es de los fanáticos.

Cargando
No hay anuncios