El problema de Raúl Asencio
Raúl Asencio fue sustituido en el descanso del partido de Copa que disputó el Real Madrid en Anoeta después de escuchar cánticos que le deseaban la muerte. Ancelotti confirmó después que el futbolista estaba afectado y este sábado, en Sevilla, lo dejó en el banquillo. El duelo de Champions frente al Atlético puede servir de excusa para la suplencia ante el Betis, pero lo que ya es imposible es tapar que Asencio tiene un problema.
La Audiencia Provincial de Las Palmas desestimó en febrero un nuevo recurso de apelación interpuesto por la defensa del jugador, que está siendo investigado por su presunta implicación en la difusión de un vídeo de contenido sexual con una menor de 16 años. La resolución indicaba: “Es racional concluir, obviamente con la provisionalidad propia de este momento procesal, que en efecto el ahora apelante recibiese en junio de 2023 en su móvil un video con contenido sexual explícito protagonizado por una menor de 16 años, que lejos de borrar, lo exhibe cuanto menos a otra persona”. No hay sentencia, pero sí un proceso judicial en el que Asencio se mantiene como investigado por haber podido cometer un delito y todas las muestras de apoyo que está recibiendo por parte de su presidente, entrenador y compañeros, incluyendo medios de comunicación que banalizan, minimizan, la violencia contra las mujeres, están consiguiendo justo el efecto contrario al esperado.
A todo esto, tampoco resulta creíble la inusitada sensibilización de las aficiones futboleras rivales del Madrid por un presunto caso de violencia machista; que lo están usando como arma arrojadiza es evidente, vaya, pero el problema principal de Asencio no es este -aunque sea tan reprobable como lógico que le afecte y duela que le canten muérete- sino que, a pesar de los intentos de sus abogados, los jueces insisten en que hay indicios de delito en su conducta y el empeño para situarlo como víctima no está colando.
El error también fue creer que por vestir la camiseta del Real Madrid se podría controlar el relato y que siguiera jugando como si no pasara nada mientras los altavoces habituales elogiaban sus indudables virtudes futbolísticas obviando lo demás. Porque sí, pasa, es tan grave como parece y negarlo a estas alturas es tan inútil como contraproducente.