BarcelonaEl fútbol siempre ha sido un deporte en el que la picaresca ha jugado un papel importante, pero la FIFA se muestra cada vez más preocupada por su evolución. La implementación del VAR ha reducido a la mínima expresión las simulaciones dentro del área de penalti y ha permitido que todas las conductas violentas sean castigadas con severidad. De todas formas, el reglamento todavía tiene fugas que perjudican considerablemente el espectáculo o que ensucian la imagen del fútbol.
Es por eso que la International Board, el organismo que se encarga de la elaboración de las reglas del juego, ha decidido darle una nueva vuelta y ha puesto sobre la mesa la tarjeta azul. Una herramienta que podría servir a los árbitros para afrontar con más garantías algunas acciones del juego.
¿Qué situaciones preocupan a la FIFA?
Las faltas tácticas y las protestas. Precisamente sería en estos dos supuestos en los que se aplicaría la tarjeta azul. Por un lado, el espectáculo futbolístico se ve resentido cada vez que un equipo decide cortar un contragolpe con una falta que implica tarjeta amarilla y que derrocha una acción clara de peligro. Una acción bien vista por los entrenadores porque consideran que aquella amonestación es rentable y que, por tanto, beneficia más al equipo infractor que al que recibe la falta.
Por otra parte, la FIFA está harta de ver cómo los jugadores muestran una actitud de desprecio hacia los árbitros porque va en contra de la imagen que se quiere transmitir de deportividad y juego limpio. Esta falta de respeto a la autoridad no se sufre en otros deportes y quieren endurecer el castigo para que los jugadores lo piensen dos veces antes de levantar la voz.
¿Qué implica la tarjeta azul?
Una exclusión temporal de 10 minutos. Si un jugador cuestiona las decisiones del árbitro de forma excesiva, debería abandonar el terreno de juego. De la misma forma, si un jugador comete una falta táctica para cortar la evolución del ataque rival, también deberá permanecer 10 minutos fuera del campo. En el ámbito disciplinario, la azul tendría el mismo valor que la amarilla. Es decir, la expulsión definitiva con tarjeta roja podría producirse si un futbolista recibe dos amarillas (como sucede actualmente), una amarilla y una azul o dos azules.
¿Cuándo se aplicaría?
La tarjeta azul acaba de salir del horno y debe recorrer un largo camino hasta ser aceptada. En primer lugar, se realizan pruebas en las categorías inferiores de Gales y Suecia. Allí se desplazan trabajadores de la FIFA para valorar el éxito de la propuesta y elaborar los informes pertinentes. Si el resultado es convincente, se traslada a la reunión anual que celebra la International Board una vez finalizada la temporada y se debate sobre su implementación. Pero los ingleses son una amplia mayoría a la hora de votar estos cambios y suelen proteger el fútbol en su vertiente más tradicional. Una nueva tarjeta sería una revolución que no todo el mundo estaría dispuesto a aceptar.
¿Cómo lo ven los árbitros?
Esta tarjeta azul podría complicar la toma de decisiones porque muchas infracciones están en el umbral entre la falta táctica y la falta normal, propia de la lucha por el balón. Los criterios para definir la diferencia entre unas y otras serían caldo de cultivo para la polémica y se alejan del objetivo principal: simplificar las reglas para intentar alcanzar cierta uniformidad en la toma de decisiones. En relación con las protestas, los colegiados creen que no necesitan una nueva tarjeta para hacerse respetar. Un árbitro competente sabe encontrar el equilibrio entre el diálogo y la autoridad y puede manejar las consideraciones de los jugadores. Una tarjeta azul sería más incómoda de mostrar si implica la expulsión temporal de 10 minutos.
¿Por qué es de color azul?
Inicialmente, el color de la tarjeta azul debía ser naranja porque se quería transmitir que estaba entre la amarilla y la roja, pero se decidió pintarla de azul para que pudiera diferenciarse con claridad de las otras dos.