El Girona cierra un año de ensueño haciendo la ola, pero con la mosca en la nariz

GIRONAPese a completar un 2024 inimaginable y golear plácidamente al Valladolid (3-0), Míchel Sánchez se comerá las uvas enojadas. Sí, cómo lo lee. El entrenador de un Girona que acabó la pasada Liga tercero con 81 puntos, se clasificó por primera vez para la Champions, y ha comenzado el curso actual en la zona media-alta de la tabla, con un margen considerable respeto al descenso. Está dolido. Aún le cuecen los comentarios de la eliminación de la Copa en Logroño, que algunos describieron como ridícula. En el año que iba a ser más especial, no es el único cargo importante del club que tiene la mosca detrás de la oreja.

Al Girona postéxito se le analiza con lupa, especialmente por su forma de jugar al fútbol. Míchel sigue aferrado a un estilo que ha demostrado ser el adecuado, con piezas distintas que, de momento, no han enseñado que pueden ejecutarlo correctamente con cierta regularidad. El Girona 2023-24 jugaba como los ángeles; en 2024-25, hace lo que puede. Tan cierto es asegurar que entre el calendario y las lesiones el handicap de no entrenar ha hecho mucho daño, como decir que algunos fichajes no están funcionando. Tan cierto es que mantenerse fiel a una identidad propia aporta un valor añadido al proyecto, como ha habido más días de la cuenta en la que el equipo prácticamente no ha generado ninguna oportunidad de gol. Tan cierto es que Míchel tiene un crédito ilimitado y nadie le señala ni lo señalará, como no se hace todo bien. Es compatible.

Quien se acerca este año a Montilivi, desconoce qué versión del Girona se encontrará. Ya ha tenido momentos brillantes, últimamente, claro; pero también de aburrimiento. Ya hay refuerzos que han salido bien, pero hay importantes que están en entredicho. Tampoco podemos olvidar que las victorias, cuanto mayores, peor duelen. Ahora los gerundenses tienen el paladar más exquisito que nunca. Esto también juega, y no precisamente a su favor.

Ruiz y Danjuma rompen la sequía

A Míchel se le vio festejar el gol de Abel Ruiz con rabia. Hubo más en el estadio que cantaron como propio el remate del valenciano, que no marcaba desde el 1 de septiembre. Ruiz es uno de los fichajes más criticados por un entorno que le puso su cruz desde el primer segundo. En el partido que cerraba el año, se aprovechó de la ternura del portero Hein para quitarse un poco de peso de encima. El Valladolid no fue rival para el Girona, que dominó el duelo con mucha naturalidad y se adelantó gracias a un rebote finalizado por David López. El tercero lo hizo Danjuma, al que también le llueven las críticas y que aún no se había estrenado.

Fue una noche muy tranquila para los gerundenses, que rompen una mala dinámica de seis duelos sin vencer. No sirvió del todo para recuperar grandes sensaciones, pero sí se vio que, a pesar de los problemas que cree sentir el Girona, con el simple hecho de estar correcto logra situarse a años luz del Valladolid, uno de los candidatos a bajar en Segunda. Todo el mundo intuye que a partir de 2025, con las semanas limpias porque se ha quedado sin Copa y se quedará sin Liga de Campeones, el rendimiento aumentará y, lo más relevante, tendrá una continuidad positiva.

Al fin y al cabo, los tres puntos se quedaron en casa por un rebote, un regalo del portero visitante y un tercer gol en el que Hein también podría haber hecho algo más. ¿Suficiente para estar contentos? Quién sabe, porque una victoria del Girona en Primera siempre debería suponerles una gran alegría, pero el crecimiento del club es por lo bueno y lo malo. Y quizá alguien cree que eso ya no es suficiente. Lo que todo el mundo coincidirá en afirmar es que el 2024 es el año en que el Girona ha maravillado al mundo. Lo acabó haciendo la ola, como tantas veces.