El Girona se reconcilia con las hazañas y deja al Madrid sin el liderato

GeronaQué noche vivió Montilivi, reconciliado con las hazañas de un Girona que frenó al Real Madrid de Mbappé a base de esfuerzo, talento y corazón (1-1). Los gerundenses pasaron muchos minutos por delante en el marcador, gracias a un gol de Ounahi, pero los paros de Courtois y un error de Hugo Rincón, que hizo un penalti evitable, impidieron que los tres puntos se quedaran en casa. El Girona no sale del descenso, pero el Madrid pierde el liderato, ahora en manos del Barça.

Fue muy intenso, el Girona, aunque es cierto que eran los blancos los que imponían respeto, pero más por el nombre y por quiénes son, que por lo que hacían. Coralmente, el Madrid ha avanzado muy poco desde el verano, cuando Xabi Alonso prometía el cielo futbolístico y creía que sus futbolistas le obedecerían como hacían los del Bayer Leverkusen. Costará que le hagan caso. Los gerundenses son el caso opuesto. Si a principio de curso no había por dónde cogerlo, con el paso de las jornadas se han enderezado. Ante el Madrid hicieron uno de sus mejores partidos. Míchel está superando momentos muy complicados en el banquillo.

Pero delante no había cualquier equipo, estaba el Madrid. El gran peligro era Mbappé, a quien ver correr pone los pelos de punta. El francés es una bestia que gana carreras aunque las empiece cinco segundos tarde. El trabajo de Arnau y Vitor Reis en el eje central fue impecable, así como las ayudas de Witsel e Iván Martín. Hasta que aguantaron las fuerzas, sin pelota, el Girona estuvo tan fino como con ella.

El camino lo habían enseñado Rayo Vallecano y Elche, los dos últimos desplazamientos donde el Madrid se había dejado puntos. Pero como por todo en la vida no hay una única dirección, el 4 de 6 de los rojiblancos ante el Alavés y el Betis también servía. El caldo se fue cociendo y se sintió inevitable en un tramo final de primer tiempo muy distraído, después de que el reloj hubiera ido corriendo con algunos arrebatos solistas de Güler, Vinícius y Mbappé, o jugadas colectivas de Ounahi, Bryan Gil, Vanat y compañía. La más interesante fue una de Tsygankov, que casi provocó el error de Courtois. El belga, en esos instantes, desconocía que le dejarían mudo.

Pero no hay historia sin intriga y antes sería Montilivi quien contuvo la respiración a un remate de Militao bien solucionado por Gazzaniga. También hubo enfado general, claro, cuando Mbappé marcó un gol ayudado con la mano y el árbitro lo dio por válido como si nada. Tuvo que advertirle el VAR para que lo anulase. En la segunda parte, ya con 1-0, fue más hábil por invalidar un disparo de Vinícius, en fuera de juego.

Los detalles no perjudicaban al Girona, que seguía manteniendo un ritmo altísimo de concentración y pelota. Fue entonces cuando el plan de Míchel tuvo frutos: pelota en la banda por Rincón, que, nada exigido, la cede a Tsygankov para que éste la deje, más centrada, para Ounahi, que detuvo el tiempo con un latigazo a la escuadra que dejó quieto Cortouis. El Gerona explotaba de alegría.

El orgasmo no llega

Qué rápido puede marcharse la felicidad en un equipo como el gerundense, que empezó a sufrir cuando las piernas le hicieron higo, a raíz de la hora de duelo. Eso sí, dispuso de unos segundos de gloria en los que se imaginaba llegando al orgasmo. Fue Vanat, en una carrera a campo abierto, quien se plantó solo ante Courtois. Hubiera sido el 2-0, pero el belga es un guardameta que suma puntos. Tumbó la mano y todo el mundo despertó del sueño.

Entonces, Rincón pecó de pardillo y pisó a Vinícius en el interior del área. Le encaró un montón de golpes, el brasileño, y el debutante en Primera sólo se equivocó una vez. Suficiente para que fuera penal y Mbappé situara el 1-1. Quedaba mucho tiempo, pero ya no pintaba tan bien para los de Míchel. Se les haría largo.

Y tanto si se les hizo. Vinícius tuvo dos oportunidades, contrarrestadas por Joel Roca, que hizo un sprint grandioso para acabar a manos de Courtois. También lo probó Mbappé, detenido por Gazzaniga y su propio desacierto. No habría sido justo que los blancos ganaran. Montilivi, bufandas en el viento, celebró el punto como tocaba.