PRIMERA DIVISIÓN

Un propietario en prisión, un club en ley concursal y un vestuario sin cobrar

Se cumplen diez años de la llegada de Pablo Machín al Girona, protagonista de una historia surrealista que acabó en Primera

GIRONAEl domingo 9 de marzo del 2014 por la mañana, un entrenador soriano desconocido daba vueltas en un coche por Llagostera. Se había pasado seis horas conduciendo y no había dormido prácticamente nada. Se llamaba Pablo Machín y tenía una reunión pactada con Oriol Alsina, que por entonces compaginaba la dirección deportiva del Girona con su obra maestra en el pequeño municipio de la comarca del Gironès, donde llegó al fútbol profesional desde las categorías regionales. Porque esta historia va de milagros.

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La noche antes, el Girona, colista de Segunda, había sido aplastado en Sabadell (4-0) y buscaba sacudir el banquillo. Machín no tenía mucho currículum: una trayectoria como futbolista más bien discreta en el Numancia, donde, como buen hombre de club, tuvo su primera experiencia como técnico. Estuvo muchos años e hizo de todo: también formaba parte delstaff que derrotó al Barça del triplete y el sexteto en el debut de Pep Guardiola en la Liga (1-0).

Girona, sin embargo, era otro mundo. Un mundo con los bolsillos vacíos, por ser más exactos. La entidad estaba en ley concursal y no había dinero. El propietario era Josep Delgado, que estaba en búsqueda y captura por un presunto fraude fiscal de evasión de impuestos en la hacienda de Polonia. Terminaría en prisión y el club, en otras manos. El guión del fichaje de Machín fue de película, como los cinco años que estuvo en el club. En el restaurante donde se encontró con Alsina y los demás miembros de la dirección deportiva estaba el presidente Francesc Rebled. Pero no en la misma mesa, no. En un reservado aparte esperando novedades. Como los encuentros con Delgado, que se hacían bajo un puente o en cruces en distintas ciudades o pueblos, nunca repitiendo destino, por si alguien podía verlos. "Pedimos una sartén y Machín apenas la probó", recuerda Alsina, la única persona que creyó de verdad en esa decisión, en el libro Los mejores años de nuestra vida, que explica el ciclo exitoso del soriano en Montilivi.

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"Cobraba una cantidad mínima, aunque pudimos gestionar el piso y las comidas", describe Rebled. "Al menos no perdí dinero. Cada día comía en el restaurante Draps, vivía solo en un piso de la avenida Sant Francesc, me pagaban la luz, el agua, el parking...", apunta Machín, que separó mente temporalmente de la familia para empezar una aventura trepidante que, tres meses después, ya había dado sus frutos: el Girona salvó la categoría gracias a una reacción totalmente inesperada, pero muy trabajada, con pequeños grandes milagros como el de Ortuño y Becerra en Ponferrada, o la genialidad de Eloi Escondido contra el Deportivo. Partidos en los que había mucho más que una permanencia, porque quién sabe si un descenso habría supuesto la desaparición del club, que diez años después es segundo en Primera División y tiene un pie y medio en la Liga de Campeones.

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Problemas para pagar el alquiler

Pero los logros no acaban en esa continuidad en Segunda, apenas empiezan. Machín activó la renovación automática pactada y san volvemos a ella, que no ha sido nada. Y ese Girona, ya sin Alsina, pero con Quique Cárcel, anotó 82 puntos, no subió porque lo tumbó todo un gol del Lugo en el último minuto de la última jornada y estaba demasiado deprimido, pese a ganar 0- 3 la ida de las semifinales de play-off, por no ser remontado ante el Zaragoza (1-4). Y ese año, cuando tocaba cobrar, balones fuera. "Estuvimos casi tres meses sin ver dinero. A partir de ese periodo podías marcharme libre, pero la estrategia del club implicaba pagarnos la parte mínima, aproximadamente un 25% del sueldo, cuando llegaba esa fecha. Recuerdo estar en el vestuario y preguntar a los chicos si sabían qué era un plazo fijo o un fondo de inversión.Había gente que no podía pagar el alquiler del piso y entre todos nos poníamos de acuerdo para que a esa persona se le pagara antes. varios campos de la provincia y Javier Galiano, el delegado, debía presentarse antes a pagar porque de lo contrario no nos dejaban entrar en las instalaciones... Todo era un desastre", desarrolla el exentrenador del Girona, actualmente en el Apollon Limassol de Chipre.

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Una vez el Girona salió del concurso de acreedores fue adquirido por TVSE Fútbol, ​​una cortina de humo de lo que vendría después, el City Football Group y Pere Guardiola. Volvería a quedarse a las puertas de Primera, cayendo en la final de play-off contra Osasuna. Pero el 4 de junio del 2017 iba la vencida: Pablo Machín se convertía en el primer entrenador que hacía subir al equipo a la élite. Lo mantendría, claro, gracias a un brillante estreno, antes de marcharse a Sevilla dejando un millón de euros. Una frase del soriano hizo fortuna en aquellos tiempos: "Ellos juegan con metralletas y nosotros, con pistolas". Una década después de su fichaje, ahora es el Girona quien va con metralletas.