Juegos Olímpicos

54 años para finalizar un maratón olímpico

El primer japonés en participar en unos Juegos Olímpicos protagonizó una auténtica odisea

BarcelonaCuando el barón de Coubertin impulsó el olimpismo, aspiraba que fuera un movimiento global. Pero después de los primeros cuatro Juegos Olímpicos, ningún atleta asiático había participado en la cita. En 1912 tocaba organizar los quintos Juegos en Estocolmo y el responsable de esta cita, Kristian Hellström, escribió una carta al gobierno japonés para ver si le podía convencer para que enviara una representación. Japón no dejaba de ser un país que abría las puertas, se modernizaba u ocupaba cada vez un lugar más central en la política internacional después de ganar la guerra contra Rusia.

El gobierno japonés pidió a Kano Jigoro, el creador del judo, que valorara si tenía sentido ir a unos Juegos. Jigoro, un educador que había conseguido triunfar en Europa con el deporte que había creado, consideró que valía la pena probarlo. Y Japón envió a dos atletas a las tierras suecas: Mishima Yahiko, un velocista, y Kanakuri Shizo.

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Shizo, nacido en la región de Kumamoto, estudiaba en Tokio cuando descubrió las carreras. En 1911 fue el mejor en un maratón donde para la sorpresa de todo el mundo, batió el récord mundial, seguramente porque la distancia de la carrera no era la correcta. En cualquier caso, le enviaron a Estocolmo después de cruzar Rusia con el Transiberiano. El maratón de los Juegos de 1912, sin embargo, fue trágico. Hacía mucha más calor de lo que nadie habría podido esperar y más de 10 atletas acabaron en el hospital. Uno, el portugués Francisco Lázaro, perdería la vida. Shizo, cansado por el largo viaje y con dolor de estómago porque no se adaptaba a la comida sueca, perdió el conocimiento a mitad de la carrera, cuando cruzaba una zona rural con pocos espectadores. Al despertar estaba en una masía y rodeado por una familia que le cuidaba. Shizo se recuperó poco a poco, pero avergonzado por no haber acabado la carrera, empezó su regreso a Japón sin decir nada a nadie, en silencio. A la llegada, los responsables de la carrera ya tenían suficientes problemas con Lázaro agonizando, pero cuando pusieron orden a los datos finales, se dieron cuenta que habían perdido a un corredor. Shizo no había cruzado la llegada y se había esfumado, así que en los registros de la carrera constó como "desaparecido". No sería hasta 1964, con motivo de los Juegos de Tokio, que los suecos descubrieron que Shizo vivía en Japón, donde había ganado muchos maratones y había llegado a ser olímpico en los Juegos de 1920 y 1924. En 1967, una televisión sueca le invitó a acabar el Maratón de 1912 y le acompañó durante los últimos 15 kilómetros del recorrido. Donde antes había granjas, ahora había barrios residenciales. Pero 54 años, 8 meses, 6 días, 5 horas, 32 minutos y 20,3 segundos después de la salida, Shizo acabó el maratón más largo de la historia.