Djokovic le recuerda a Nadal que todo acaba

El serbio, frío y calculador, supera el orgullo de una Navidad que cae en dos sets

Enviado especial a ParísRafa Nadal ya es eterno. Miles de aficionados al deporte le recordarán siempre gritando, jugando con agresividad y atacando el balón. Tal y como fue inmortalizado por el escultor Jordi Díez Fernández, que recibió el encargo de hacerle una estatua en una de las puertas de Roland Garros. Así será recordado con el paso de los años el jugador de Manacor, un hombre capaz de pequeños milagros, como que los franceses de París se quieran a alguien nacido en el sur. En cambio, no le recordarán cabizbajo, triste, con una mueca de dolor como la que tenía cuando ha abandonado la pista de Roland Garros donde en 14 ocasiones salió con una copa bajo el brazo. Hoy ha salido derrotado. Quién sabe si es una de las últimas derrotas de una carrera que acaba.

Ya hace tiempo que Nadal atravesó la puerta de la eternidad y entró en el Olimpo de los grandes deportistas. Campeones como aquellos con los que compartió una barca en la ceremonia inaugural de los Juegos: Lewis, Comaneci, Serena Williams... Poder llevar la llama fue un bonito homenaje, pero también una forma de entender que cuando eres inmortal en el deporte , significa que tu carrera se termina. En su querida pista central de Roland Garros, Novak Djokovic ha despertado del sueño al jugador de Manacor (6-1 y 6-4). Todos somos mortales, todo acaba, excepto el recuerdo de lo logrado. Y Nadal ya hace tiempo que alarga su despedida, poniendo en riesgo su cuerpo, esperando poder tener un último triunfo. No será el oro individual de los Juegos.

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El duelo de segunda ronda del cuadro individual llegaba demasiado temprano en el calendario, demasiado lejos de las medallas. Y Nadal, que había jugado su partido de primera ronda 24 horas antes y no acababa de estar bien, nunca se sintió cómodo en la pista en el primer set. Su "Vamos"sonó poco, en la pista. El manacorense parecía destinado a revivir el dolor del pasado mayo, cuando cayó en la primera ronda de Roland Garros contra el alemán Alexander Zverev en tres sets (3-6, 6-7 y 3) -6) Y en los Juegos los partidos no están en los mejores de los cinco sets. .Y la peor de toda su carrera sobre tierra batida. demasiados errores. Parecía que no sería como las otras batallas igualadas del pasado entre los dos tenistas.

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Pero cuando todo parecía sentenciado, Nadal ha despertado. Siempre lo hace, que encuentra una última reserva de energía escondida. Nunca se rinde. Del 4-0 en contra ha pasado al 4-4 con saque para ponerse por delante. Pero el serbio tampoco es de los que ceden fácilmente y le ha cortado la reacción con un break que ha llegado con una deliciosa dejada. Cuando la bola, muerta, ha picado por segunda vez la tierra batida de Roland Garros, Nadal ha mirado al cielo, desesperado. Había recuperado su mejor tenis, devolvía mates y levantaba a la gente de las sillas. Y cuando el viento parecía soplar a favor, Djokovic le ha cerrado la puerta.

Nadal seguirá en París, recibiendo el calor de una afición que en 20 años ha pasado de no entender a ese joven de pelo largo a enamorarse de un hombre que ya es padre de familia. Seguirá en París intentando ganar una tercera medalla olímpica en el torneo de dobles con su heredero, Alcaraz. Djokovic sale ganador de un nuevo duelo para recordar entre ambos, en busca del único gran título que carece. Para ello, tendrá que seguir jugando así y saber detener los pies de un Alcaraz que querrá revanchar a su amigo. A Nadal le queda el sueño de retirarse con un oro junto a Alcaraz, como si fuera una forma de certificar el relevo. Hoy, en París, la gente ha entendido que no le verá nunca más en la tierra batida francesa en solitario. Cuando Djokovic ganaba un punto tras otro, sin fallos, el estadio ha ido cantando el nombre de Nadal, acompañando al campeón caído. Cerrada una época, conscientes de que en poca Navidad quedará el recuerdo de lo que fue. Y una estatua que le hace eterno en la puerta del estadio donde ha caído.