Las lecciones que Simone Biles no necesita oír
La mejor gimnasta de la historia, Simone Biles, volverá a ser uno de los grandes focos de atención en París en sus terceros Juegos Olímpicos. Abandonó la competición en Tokio y puso en el centro del debate la salud mental. En Netflix se acaba de estrenar un extraordinario documental que recomiendo no perderse, Simone Biles: Rising, en el que la estadounidense dice que los twisties, lo que en gimnasia se define como la desconexión entre la mente y el cuerpo, fueron consecuencia del trauma sufrido por ser víctima de abusos sexuales.
El doctor Larry Nassar fue el médico de la USAG (Federación de Gimnasia estadounidense) durante casi tres décadas en las que abusó de decenas de deportistas. Las denuncias y las quejas de las gimnastas fueron silenciadas, hubo un sistema que permitió que Nassar actuara con impunidad y Biles tuvo que volver a la estructura que no le había protegido ni a ella ni a sus compañeras. La respuesta de su mente al trauma fue un bloqueo por el que perdió el sentido del espacio y el control de su cuerpo. Teniendo en cuenta que hace volteretas por el aire, un fallo así puede suponer la muerte o graves lesiones.
En el documental, aparecen varios señores con un micrófono delante calificándola de cobarde para abandonar y dándole lecciones sobre cómo debía llevar la presión. Este mismo domingo he leído en un reputado diario de tirón estatal que Biles fue “víctima de un ataque de ansiedad generado por el enorme peso de las expectativas que había aceptado ante el mundo”. Tres años después, algunos siguen sin enterarse o sin querer enterarse. Siguen obviando el shock, las secuelas de una superviviente de abusos sexuales y, peor aún, sin escucharla, infravalorando así de paso su experiencia.
Las redacciones de deportes están repletas de hombres que no tienen ninguna perspectiva de género y que son los responsables de explicar, analizar y poner en contexto lo que ocurre y hay una parte fundamental de la historia de las mujeres, también de las mujeres deportistas, que se está pasando por alto porque quien debe hacerlo no está suficientemente preparado. A ver si dejan de ofenderse o hacerse los locos, como si esto no fuera con ellos, y empiezan a ponerse las pilas que ya va siendo hora. Simone Biles, como todas, sin duda merece otro trato.