La patinadora olímpica de 15 años que llega donde nadie había llegado antes
Kamila Valieva se convierte en la primera patinadora en hacer un salto cuádruple en unos Juegos. Lo ha hecho dos veces
BarcelonaKamila Valieva ha nacido para hacer historia. En su debut en una cita olímpica, con 15 añitos, se ha convertido en la primera mujer en hacer un salto cuádruple en unos Juegos Olímpicos. Valieva, de hecho, lo ha hecho dos veces, primero con un cuádruple salchow y más tarde con un cuádruple toe loop combinado. Y lo ha intentado una tercera vez, en la que se ha caído, un error que la ha dejado sin poder batir el récord de puntuación el día que se convertía en la cuarta mujer que hace un triple axel en unos Juegos. Pero como era el concurso por equipos, donde los rusos ganaron el oro, Valieva todavía dispone de una nueva oportunidad para ir más allá en el concurso individual. "Me ha dado rabia este error, intentaré entrenar y concentrarme para no cometerlo la próxima vez", explicaba en la sala de prensa. Cuando le han preguntado si se había sentido presionada, ha sonreído: "Estar aquí compitiendo es una sensación maravillosa".
Valieva, como Nadia Comaneci en el concurso de gimnasia de los Juegos de 1976, parece frágil. Cuando no compite parece una niña, más que una mujer. Pero una vez se pone en movimiento, todo cambia. Los saltos los clava como si nada. Y cuando gira, a una velocidad sorpresiva, te preguntes de dónde sale tanta energía para coger la altura necesaria. La norteamericana Tara Lipiski, campeona olímpica en los Juegos de Nagano de 1998, explicaba a la televisión de su país: "No había visto nunca una patinadora con tanto talento natural. Podemos hablar de las horas de trabajo, pero aquí hay talento. Y una fortaleza mental sorpresiva". En Rusia, donde el debate sobre si deportistas tan jóvenes tendrían que cargar tanta responsabilidad no se vive del mismo modo que en otras tierras, ya hace años que saben que Valieva es una superdotada.
"Cuando tenía 7 años miré los Juegos Olímpicos de Sochi. Recuerdo estar muy emocionada y animar el concurso que hizo Yulia Lipnitskaya. Prometí que sería campeona olímpica y ahora se ha hecho realidad", explicaba ella en referencia al oro en los Juegos Olímpicos organizados por los rusos en 2014, cuando Lipnitskaya se convirtió en la patinadora más joven en ganar un oro olímpico, al hacerlo en el concurso por equipos con 15 años y 249 días. Valieva ha hecho ahora lo mismo casi con la misma edad, a pesar de que por poco Lipnitskaya era más joven. Pero Valieva aspira al oro individual. Y pocos dudan de que subirá al podio.
Ella es la joya de la corona de una delegación, la rusa, que no puede competir con su bandera porque todavía arrastran la sanción por dopaje que los obliga a ser inscritos como miembros de "la delegación de deportistas rusos". Un eufemismo. Los rusos, con el orgullo herido por las sanciones, han trabajado intensamente estos últimos años. Y Valieva es uno de los nombres destacados, la gran discípula de la escuela de patinaje de Eteri Tutberidze, una entrenadora que ha sido galardonada dos veces por Vladímir Putin. En 2021, en la final de la Copa de la región de Moscú, Valieva se impuso en un Palacio Megasport Sport atestado por delante de Maia Khromikh y Daria Usacheva. Las tres tenían 14 años, motivo por el cual no podían clasificarse para los Mundiales de ese año, al ser demasiado jóvenes. Las tres, por cierto, entrenadas por Tutberidze. Fue en esta final en Moscú cuando Valieva hizo por primera vez un triple axel: un salto de tres vueltas y media. Ya entonces todo el mundo sabía que era una chica especial.
Pocos meses después, Valieva no pudo proclamarse campeona rusa al ser derrotada en las finales por otra discípula de Tutberidze, Anna Cherbakova, de 16 años. Una caída de Valieva, por arriesgar demasiado, la dejó en segunda posición por detrás de Cherbakova, que compitió a pesar de sufrir una neumonía. Tutberidze, siempre gélida, se emocionó con el esfuerzo de su discípula, llorando emocionada. Pero ya había decidido, entonces, que su gran apuesta de futuro no era Cherbakova. Era Valieva, que también aplaudía emocionada el triunfo de Cherbakova, que casi perdió el conocimiento después de subir al podio. De hecho, durante todo el año 2021 Tutberidze no se perdió ni una sola actuación de Valieva. Solo lo hizo con ella. Un gesto significativo, era la escogida. Uno de estos espectáculos fue cuando, ya con 15 años, Valieva ganó la segunda prueba de la Copa del Mundo de patinaje en Vancouver (Canadá), y estableció un nuevo récord mundial de puntuación. Y lo hizo incluyendo en su programa estos saltos cuádruples que también ha mostrado en Pekín. Y también lo hizo al ritmo del Boléro de Ravel, música unida por siempre jamás más a los concursos de patinaje olímpicos desde el eterno ejercicio de los británicos Jayne Torvill y Christopher Dean en 1984 en Sarajevo.
Las raíces, en Kazán
Mientras sus compañeros de generación viven en un mundo de adolescentes, Valieva hace más de un año que carga la cruz de ser favorita para ganar dos medallas de oro olímpicas. En una charla hace unos años, Tutberidze explicaba: "Con esta edad, los jóvenes no llevan la presión tan mal como los adultos. Lo ven como una oportunidad para ganar, no conviven tanto con el miedo a perder que tienes cuando ya has ganado mucho. Y físicamente, es una edad increíble para el patinaje". El destino de Valieva estaba escrito. Tenía que seguir los pasos de Alina Zagitova, la campeona olímpica en 2018, cuando lo hizo con 17 años. Si Zagitova llevaba el deporte en la sangre, puesto que su padre fue un buen entrenador de hockey sobre hielo, Valieva no.
Nacida en Kazán, la capital de la República del Tatarstán, Kamila empezó a patinar con menos de 4 años en una escuela del barrio. Cuando tenía 7 años, sin embargo, su madre se marchó a Moscú, donde ha vivido hasta ahora sin olvidar las raíces tátaras, el grupo nacional del que forma parte. De hecho, cuando tiene vacaciones siempre vuelve a Kazán, para disfrutar de la comida local y las tradiciones de una zona con lengua propia donde la mayor parte de la gente es musulmana. "Nosotros en la familia honoramos las costumbres tátaras. Mi abuela y mi madre conocen bien las tradiciones nacionales e intentan enseñármelas", explicó hace un año. El gobierno de la región del Tatarstán, de hecho, ya ha contactado con ella para pedirle que compita como miembro de su federación, puesto que al ser entrenadora de Tutberidze compite como moscovita. La prensa rusa especula que, una vez, acabe los Juegos, Valieva podría valorar el cambio federativo, que le permitiría ingresar más dinero, de paso.
Valieva, que competirá la semana que viene individualmente, ha liderado el triunfo de los rusos en el concurso por equipos, gracias a su ejercicio libre y el espectáculo en parejas de Anastasia Mishina y Aleksandr Galliamov. A pesar de que en el espectáculo de danza libre los mejores fueron los norteamericanos Madison Chock y Evan Bates, los rusos sumaron 74 puntos, y ganaron el oro por delante de los Estados Unidos (65) y los japoneses (63). Canadá, campeón en 2018, acabó en la cuarta posición, por delante de los anfitriones chinos.
Eteri Tutberidze, el cerebro de todo
Cuando llegue el concurso individual, Valieva tendrá que hacer frente, entre otros, a sus dos compañeras de equipo, Anna Cherbakova y Alexandra Trusova, las dos de 17 años. Todas discípulas de Eteri Tutberidze, el alma detrás el éxito ruso en los últimos años. Una mujer que pasó muchos años fuera de casa, hasta que volvió a Rusia ahora hará 15 años. Hija de un taxista de origen armenio, Tutberidze era una patinadora sobre hielo que había estudiado arte contemporáneo y ballet. Pero los 90 en Rusia fueron bastante duros, así que emigró a los Estados Unidos para hacer de entrenadora de patinaje artístico. Coordinó espectáculos en casinos de Las Vegas, entrenó a niñas en pabellones donde tenían que evitar recibir golpes de jugadores de hockey. Pero se hizo un nombre, y llamó la atención del Comité Olímpico Ruso. Al volver a casa, le encomendaron liderar la construcción de un equipo potente de patinadoras. Tutberidze no ha fallado. Valieva, tampoco.