Fútbol

Muere César Luis Menotti, el apóstol del buen fútbol que animó al Barça

Campeón mundial en 1978, Menotti se convertiría en todo un intelectual del fútbol, ​​deporte al que dedicó su vida

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Menotti, en el Barça en 1983

BarcelonaCésar Luis Menotti, conocido como el Flaco, ha fallecido hoy a los 85 años en Buenos Aires. El entrenador que logró que Argentina fuera campeona del mundo por primera vez, en 1978, se ganó con el tiempo el respeto del deporte mundial gracias a su defensa de un estilo ofensivo. Convertido en todo un intelectual del juego, Menotti trabajó en el Barça, donde coincidió con Diego Armando Maradona. Durante décadas, fue uno de los grandes defensores de una forma de entender el juego e influenció a hombres como Marcelo Bielsa, Pep Guardiola o Lionel Scaloni. En Argentina, el debate oponía el menottismo al bilardismo, contraponiéndolo con el estilo del técnico campeón del mundo en 1986, Carlos Salvador Bilardo.

Nacido en Rosario, ciudad de genios como Messi o Bielsa, Menotti fue un buen delantero. Antes del debut en el fútbol profesional, jugó en clubs de barrio. De hecho, no parecía destinado a ser jugador, ya que con 21 años todavía estaba en ligas amateurs, pero fue descubierto por un vistario del Rosario Central, club del que era seguidor, y de forma sorprendente llegó a debutar en primera con 22 años. Menotti recordaría cómo el día de su debut, ante el Boca Juniors, el entrenador Enrique Lúpiz explicó al presidente del club, Federico Flynn, cuál sería la alineación. Cuando el presidente se sorprendió al saber que jugaría ese joven delgado, Lupiz le dio una bola de billar a Menotti, ordenándole que diera toques para demostrar su talento. Central ganó el partido y Menotti marcó un gol, por supuesto.

En 1965 fichó por el Boca Juniors, equipo con el que ganó una Liga en su primera temporada. Aquí ya demostró su carácter, dando órdenes a los veteranos y mostrándose crítico con la forma de preparar a los partidos. Todo el mundo entendió que estaban viendo a un futuro entrenador, pero vestido de corto. Después jugó en Estados Unidos y Brasil, donde estuvo dos temporadas jugando con el Santos. Con el conjunto de Pelé, de quien siempre hablaba maravillas, ganó el Campeonato Paulista de 1968. Con sus patillas, el pelo largo y un cuerpo delgado, era más técnico que fuerte, más listo que agresivo. Como jugador, también debutó con la selección argentina, destacando por su talento pero también por criticar la falta de organización de la Federación.

Su carrera como entrenador de fútbol empezó en 1970 en el Newell's Old Boys como segundo entrenador, auxiliando a otro técnico recordado: el Gitano Juárez, con el que había jugado. La temporada 72-73 entrenó al Huracán y logró ganar una Liga argentina. De ese equipo campeón se recuerda no sólo el título obtenido sino también la espectacular forma de entender el juego por parte de cada uno de sus jugadores, entre los que sobresalieron Roque Avallay, Alfio Basile, René El Loco Houseman, Miguel Brindisi o Carlos Babington. Un equipo de culto que enamoró a muchos argentinos y que de paso le abrió la puerta de la selección argentina.

Menotti quiso revolucionarlo todo, pero se encontró con un obstáculo: el golpe de estado de los militares. Él que siempre admitió ser un hombre políticamente de izquierdas y llegó a militar en el Partido Comunista, sufrió por su destino. Creía que perdería el cargo y valoró huir del país, puesto que cada vez más personas eran secuestradas por los militares. Pero la Federación le dijo que podía seguir en el cargo para preparar el Mundial que Argentina organizaba en 1978. Menotti admitiría que no siempre supo qué hacer, en tiempos de oscuridad. "Si ganábamos, dábamos una alegría al pueblo. Pero también a los militares", diría él, que tenía una fotografía del Che Guevara, hijo de Rosario como él, en su despacho. Para ese torneo, por cierto, no convocó a un joven Diego Armando Maradona. Igualmente, los argentinos se quitarían la espina de no haber ganado nunca el Mundial en la final contra los Países Bajos, imponiéndose a la prórroga en el estadio Monumental. Un año después, ganaría el Mundial juvenil en Japón, ahora ya con Maradona en el equipo.

A mediados de la temporada 82-83, fichó por el FC Barcelona para sustituir a Udo Lattek en el banquillo. Entonces Maradona ya estaba en el club, algo clave. En diciembre de 1981 ya se vivió una primera reunión en la que las partes fueron preparando el terreno para el fichaje. Fue Jorge Czysterpiller, mánager de Maradona, quien organizó el encuentro de Menotti con Josep Lluís Núñez, presidente del Barça, Nicolau Casaus y Joan Gaspart. Pero Menotti entonces todavía era seleccionador argentino, así que el fichaje no se cerró. Menotti no llegaría al Camp Nou hasta el 6 de marzo de 1983, cuando Lattek fue despedido. Su Barça toparía con la contundencia del Athletic de Javier Clemente, equipo que lesionaría a Maradona y Schuster y frustraría las aspiraciones catalanas de ganar la Liga. Igualmente, el equipo logró levantar la Copa del Rey y la Copa de la Liga. La Copa, frente al Madrid, con las famosas butifarras de Schuster. Tras el juego frío con Lattek, el barcelonismo se ilusionó con un estilo más ofensivo, ya que Menotti defendía que el gol debía ser "un pase a la red" y que el fútbol no era más que "espacio tiempo" y engaño". El técnico introdujo muchas ideas en el juego que harían escuela, en Barcelona, ​​apostando por el pase como eje de todo, idea, en la que conectaba con la escuela neerlandesa.

La despedida de Barcelona

Un año después de haber asumido el cargo, Menotti dejó el cargo abrumado por problemas personales, ya que su madre había muerto hacía poco en Buenos Aires. “Maradona me dijo que si yo me quedaba en Barcelona él no se iba a Nápoles. Visto en perspectiva todo lo que pasó en su vida personal, ojalá me hubiera quedado en Barcelona. Enseguida supe del infierno que estaba sufriendo Diego en Italia y de los problemas con las drogas”, dijo en una entrevista. Cierto es que Maradona ganó títulos en el Nápoles, pero perdió el control de su vida. "Tenía un problema y nadie le decía las verdades", le decía al ARA hace unos años el propio Menotti. El Flaco recordaba su paso por Barcelona con nostalgia: "Cuando yo me voy por motivos personales Maradona me pide que me quede, porque él quería seguir en el club, pero no se entendía bien con Núñez. Se ha dicho que empezó a tener problemas. Seguramente es cierto. Pero la peor parte vendría después, en ese juego de extremos.

En el Barça, Menotti ganó la Copa del Rey, la Copa de la Liga y la Supercopa de España. Más tarde, en 1986, empezó a entrenar al Boca Juniors. Una sola ronda de campeonato le bastó para conseguir con Boca un buen repunte que le llevó a ser finalmente cuarto en el torneo. La temporada 87-88 entrenó al Atlético de Madrid, pero no logró finalizar el contrato, ya que en la jornada 29 fue despedido por Jesús Gil por la trayectoria irregular del equipo. Eso sí, dio una gran satisfacción a la afición colchonera al golear por 4 a 0 en el Estadio Santiago Bernabéu al Real Madrid. Su imagen, siempre fumando, se hizo famosa. De él se diría que conocía todas las librerías de Buenos Aires y que podía fumar más de 40 cigarrillos cada día.

César Luis Menotti y Maradona

En 1989 regresó a su país para entrenar al River Plate, pero tampoco acabó el campeonato a causa de los malos resultados. Un año más tarde se marchó a Uruguay para sentarse en el banquillo de Peñarol, donde no logró obtener buenos resultados y de donde fue, una vez más, despedido. En agosto de 1991 fue nombrado técnico de la selección de fútbol de México, cargo que ocupó durante año y medio, en el que contribuyó al desarrollo futbolístico de muchos jugadores mexicanos. Al terminar su etapa como seleccionador, se dedicó a trabajar como comentarista en varias cadenas de televisión, y en 1993 regresó a los banquillos para dirigir nuevamente el Boca Juniors, con el que realizó una campaña irregular. Luego iría saltando de club en club, a Argentina o Italia, en periplos cortos. Ya no ganó más títulos. El juego había evolucionado y él era respetado por los entrenadores, que querían escucharle, pero no tanto por los presidentes, que sólo querían ganar.

En los últimos años se dedicó a escribir libros, dar charlas y seguir desde la distancia los partidos de Argentina o de los equipos entrenados por Josep Guardiola, al que admiraba. Nunca dejaba de mirar partidos, pero tampoco leer libros y escuchar música. Se había enamorado de Vázquez Montalbán en Barcelona y guardaba como un tesoro una grabación de una fiesta de cumpleaños en su casa de Barcelona, ​​en 1983, cuando Joan Manuel Serrat fue a cantar tangos.

En los últimos años, la Federación argentina le llamó de nuevo por si podía coordinar las selecciones. Así lo hizo, afirmando que la clave no era triunfar, era tener una idea de juego. Tres años después, Argentina ganaba al mundial por tercera vez.

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