Barça

Juliano Haus Belletti: "No recuerdo nada de los últimos minutos de la final de la Champions"

BarcelonaCada 17 de mayo hay fiesta grande en casa de Juliano Belletti (Cascavel, Brasil, 1976). Su gol en la final de la Champions de París contra el Arsenal cambió muchas cosas en el Barça. Aquel título era la culminación de la revolución impulsada por Joan Laporta, el premio en el equipo liderado por Ronaldinho donde jóvenes como Iniesta y Messi ya pedían paso. Pero el gol del triunfo contra los londinenses hace 15 años lo hizo este lateral que, de hecho, empezó el partido en el banquillo. Su único gol oficial vestido de azulgrana le permitió seguir vinculado para siempre jamás al Barça. Así que cada 17 de mayo se emociona un poco.

¿Es verdad que aquella noche prefirió no salir de fiesta como otros jugadores?

— Sí, me quedé en el hotel después de la cena con las familias que organizó el club. Quería descansar para disfrutar del día que nos esperaría por las calles de Barcelona, quería estar fresco para vivirlo. Marcar el gol fue tan bestia que también necesitaba procesarlo disfrutando con los míos, con mi gente.

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Su familia estaba en la grada, ¿verdad?

— Sí, toda mi familia estaba en el estadio. Mis padres, mi mujer, mi hijo mayor... Pero en quien pensé era en mi padre, que ya era mayor. De hecho, no quería venir a la final porque decía que el viaje era muy largo y muy caro. Pero, por suerte, unos días antes el presidente Laporta me preguntó cómo estaba, quién vendría conmigo... y cuando se lo dije, se encargó personalmente de invitar a mis padres, que finalmente hicieron el viaje. Fue bonito.

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¿Era consciente entonces de que aquel gol le estaba cambiando la vida?

— No, en aquel momento era el hombre más feliz del mundo, pero no te pones a pensar qué pasará, puesto que esto solo lo sabe Dios. En el momento de marcar recuerdo que estuve un rato bajo un grupo de compañeros que me habían saltado encima. Todo eran gritos, fue una locura. Y después, intentar estar concentrado para defender el resultado, que quedaba poco tiempo, pero no recuerdo nada de los últimos minutos de la final. Nada de nada. Estaba tan nervioso, que aquella parte final del partido no existe en mi cabeza. El siguiente que recuerdo es la celebración, cuando empecé a ser consciente de lo que había hecho porque todo el mundo vendía a abrazarme. En un equipo con tantos cracs venían a felicitarme a mí, ¡imagínate! Y después, pues sí, el gol me ha acompañado. Cuando me ficha el Chelsea, las imágenes que enseñan en la presentación son el gol, claro. Y finalmente el Barça me llama para hacer de embajador. En los viajes que he hecho por el mundo he comprobado que todo el mundo recuerda aquel gol.

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El partido lo empieza en el banquillo porque Rijkaard había apostado por Oleguer.

— Sí, no estaba contento, porque siempre quieres jugar. Pero lo que hacía falta era que hiciera un poco de autocrítica, puesto que en algunos partidos no había sido del todo bueno.

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¿No recuerda el momento exacto del chute? ¿Qué pensó?

— No mucho, yo nunca marcaba goles. En el Barça había hecho otro en un partido amistoso, nada más. Todo ello es un recuerdo extraño. A veces miro el vídeo y tengo recuerdos nuevos. Cuando no estás acostumbrado a hacer goles, ¡marcar en una final de la Champions es tan bestia...! Perdí el control.

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¿Aquel gol no se ha convertido en un problema para usted? ¿Ser solo el autor de aquel gol?

— No, no. Poder haber formado parte de un club como el Barça, donde se trata de ganar pero haciéndolo jugando al ataque, siempre será una cosa que recordaré con aprecio. No todo el mundo vive cosas así. Retirarme me costó un poco, pero el hecho de haber ganado títulos me lo hizo llevar mejor, lo que quiere decir que los esfuerzos han valido la pena. Después he estudiado, en las conferencias que hago siempre pongo el vídeo del gol. No me escondo, no. ¡Hay que estar orgulloso de haberlo hecho! A la gente siempre les digo que un chico que hacía de portero de fútbol sala en el Brasil, en pocos años acabó marcando en una Champions. ¡Es increíble!

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Aquel partido fue la culminación de unos años recuperando el optimismo en el Barça.

— Si, lo pensé, aquel día. Que era el final de un camino muy bonito, el que habíamos hecho con Ronaldinho, Eto'o, Giuly, Edmilson... El presidente Laporta nos ayudó mucho, diciéndonos siempre que para el club ganar la Champions era vital, puesto que solo se había conseguido una vez antes. Por eso hizo tanto daño perder un año antes con el Chelsea cuando sentíamos que podíamos llegar a la final. A veces una derrota de las que hacen daño te sirve para motivarte, como pasó en la temporada siguiente.

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Era una final de pronóstico incierto.

— Sí. Tocó sufrir, el Arsenal era un muy buen equipo. Hemos hablado después con Henry, que nos daba mucho respeto. Creo que venían de muchos partidos sin perder y sin recibir goles. Y marcaron primero, de hecho. Estábamos un poco nerviosos porque jugábamos con un hombre más, pero parecía que ellos no lo notaban. Nos ayudó el cambio de Iniesta, que entró para animar el juego. Y después, mi cambio y el de Larsson, que me dio el gol. Con estos cambios el Arsenal nos dejó de hacer daño en las contras y se centró en limitar. Lo veían cerca, debían de estar cansados. Y fue nuestro momento.

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Pudo jugar con el joven Messi. ¿Cómo era?

— Ya tenía carácter; quería jugar en la final, de hecho. Era quizás el más joven y ya tenía una personalidad que impresionaba. Cuando empezó a entrenarse con nosotros, Iniesta me dijo que estuviera atento, que aquel chico era muy bueno. Y en uno de los primeros partidos en que yo iba con los titulares, Messi me pasó por encima y marcó un gran gol. Fue muy bonito ver sus primeros partidos, como iba creciendo. Cómo poco a poco más personas llevaban su camiseta. Se ganó el respeto en el terreno de juego, pidiendo la pelota, marcando diferencias, como hizo contra el Chelsea. Ahora, lo que más me impresiona de él es que ha continuado jugando siempre al mejor nivel, no sé como lo hace. Ojalá siga en el Barça.

La final de París fue un momento único, ¿pero cree que después el equipo se relajó? Ronaldinho, por ejemplo, ya no volvió a ser el mismo.

— Sí, se relajó. Ronaldinho siguió dejando momentos de gran fútbol, puesto que siempre quería ganar, pero seguramente pensó que no había que trabajar duro siempre, ve a saber. Él siempre ha sido una persona que quiere ser feliz. Jugaba así, para ser feliz y hacer feliz a la gente. Siempre sabe un poco mal no haber disfrutado del mejor Ronaldinho más temporadas, pero si te paras a pensar casi nadie ha conseguido estar a un nivel tan alto muchos años seguidos. Messi y pocos más.