Los padres en el campo del fútbol
El niño no tiene ninguna culpa. Es del 2016. Por tanto, tiene entre 7 y 8 años. He dudado mucho si tenía que hablar, pero es un ejemplo más del problema que podemos representar a los padres en el fútbol. Y hablo en primera persona porque soy padre de niños federados, ya veces me he equivocado en el mensaje que he lanzado a mis hijos durante y después de un partido. La semana pasada corrió un vídeo de Instagram en el que un niño vestido con la camiseta de Europa hablaba de las dificultades que había tenido esta temporada, y que por eso había decidido cambiar de equipo para irse a un club "mayor". Y, además, remarcaba que se iba a la máxima categoría. El niño tiraba con desprecio la camiseta escapulada y debajo lucía la del eterno rival, el Sant Andreu. Las redes se llenaron de comentarios aplaudiendo el vídeo, rápidamente lo reprodujeron decenas de miles de personas, hasta que al cabo de unas horas desapareció.
¿Cómo se puede exponer una criatura de esta manera? Este niño podría quedar marcado donde quiera que vaya. Y él no tiene ninguna culpa. Hay demasiados padres que abocan sus frustraciones a los campos de fútbol, haciéndolo pagar a sus hijos. O simplemente piensan que sus descendientes son los escogidos para hacerlos millonarios. En Catalunya hay casi 200.000 jugadores y jugadoras federados (en el baloncesto, por ejemplo, son 83.000). De éstos, un puñado, unas pocas decenas, llegarán a ganarse bien la vida a través del fútbol. Del resto, varios cientos acabarán en algún equipo amateur, y la mayoría colgarán las botas cuando pierdan la ilusión o continuarán mostrando sus miserias con cuarenta años en una liga de fútbol 7. Doy fe. Queridos padres, Lionel Messi solo hay uno. Hay más probabilidades en la lotería.
Dicho esto, que quede claro que no estoy en contra de la exigencia y la competitividad. Bien entendida, puede ayudar para otras facetas de la vida. Si usted no perjudica el rendimiento escolar, aprender disciplina y la cultura del esfuerzo que comporta el deporte puede ayudar a crecer como persona. Un vestuario es un excelente microuniverso para aprender sobre la vida. Liderazgo, jerarquía, compañerismo... y sobre todo implicación y saber lidiar con los fracasos. Sólo uno gana. Pero, querer lo mejor para tu hijo, pedirle que se esfuerce, creer en él, no justifica muchos de los comportamientos que se ven cada fin de semana en los estadios de todo el país. Peleas entre familiares, niños llorando por las abucheadas desde la banda, entrenadores increpados por los padres de su propio equipo, árbitros amenazados... Actitudes que el día de mañana los niños reproducirán.