Fútbol

Zuhaitz Gurrutxaga: "Estaba a punto de ganar la Liga por delante del Madrid y prefería perder. Creía que me había vuelto loco"

Ex jugador de la Real Sociedad

BarcelonaZuhaitz Gurrutxaga (Elgoibar, 1980) ha vivido distintas vidas antes de los 40 años. Cuando era futbolista de Primera División, con la Real Sociedad, escondía a todo el mundo que sufría problemas psicológicos. Entonces él todavía no sabía que sufría un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) que le llevaba a no querer cambiarse la camiseta con sus rivales, a querer perder los partidos oa evitar atravesar las líneas del terreno de juego con el pie derecho. Tras seguir jugando en equipos más modestos, se hizo músico, presentador de televisión, monologuista y ahora publica el libro Subcampeón (Libros del KO), en el que, junto al periodista Ander Izagirre, explica sin perder el humor el infierno que sufrió cuando todo el mundo lo consideraba alguien que triunfaba, ya que era futbolista profesional.

Has explicado que, cuando la Real Sociedad, cuyo equipo eres aficionado y donde jugabas, estaba a punto de ganar la Liga en el 2003, tú preferías perderla...

— Así es. Estaba tan mal, con ansiedad y con el TOC, que no soportaba la idea de que fuéramos campeones y toda la ciudad estuviera feliz mientras yo lo único que quería era encerrarme en una habitación y llorar. Prefería ser subcampeón, porque si la gente de Gipuzkoa estaba triste les sentía más cercanos. Cuesta contarlo, pero era así. Iba a ganar la Liga por delante del Madrid y prefería perder. Creía que me había vuelto loco. La presión me estaba matando.

¿Cómo habías llegado hasta ahí?

— Había debutado joven en Primera y siempre me tocaba marcar a los mejores delanteros rivales. Primero lo hice bastante bien, aunque el día del debut me expulsaron al campo del Atlético de Madrid. Pero cada vez estaba peor y me iba escondiendo en el campo. A partir de la segunda temporada me pedían hacer más, no sólo defender. Y si fallaba un pase, me afectaba. Una vez, Raúl, del Madrid, me superó tanto durante un partido, que fingí una lesión, no podía más. No me atrevía a contar a nadie lo que me pasaba y durante unas vacaciones cometí el error de fumarme con mis amigos un puerro en la montaña. Me disparó la ansiedad, no pude dormir en cuatro noches. Yo no sabía lo que tenía, nadie me había hablado del TOC o los ataques de ansiedad. Así que yo pensaba que me estaba volviendo loco.

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¿El año en el que la Real casi gana la Liga fue el peor?

— Por suerte, ese año no jugué casi nunca, porque cada vez hacía cosas más extrañas y no me entrenaba bien. Además, me entraron a robar en el piso y eso hizo más grandes mis manías. Tenía que comprobarlo cinco veces. Si la casa estaba cerrada, si el gas estaba cerrado, si las llaves estaban en su sitio... Las obsesiones iban a más. Me obsesioné con que podía contagiarme de cualquier enfermedad. Evitaba el contacto humano, ya que creía que el sudor de los demás me contagiaría... Collons, que yo era defensa y tenía que engancharme a los rivales, ¿eh? ¡Imagínate cómo sufría! Gastaba dos botes de jabón en la ducha todos los días. El año que luchábamos por la Liga, sólo fui titular en el campo del Deportivo. Y como también tenía la manía de que no podía cruzar las líneas poniendo primero el pie izquierdo... imagínatelo. Estar jugando un partido de primer nivel intentando cruzar las líneas del campo con el pie derecho y sin tocar el sudor de sus rivales. En el último minuto de la primera parte me pidieron que subiera a rematar un saque de esquina y, buscando el balón, vi que cruzaría la línea con el pie que no tocaba. No tuve otra idea que lanzarme al suelo. Y, al tener al lado a Scaloni, el actual seleccionador argentino, silbaron penalti a nuestro favor. Imagínate cómo tenía la cabeza...

¿Cuándo empezaste a entender qué te pasaba?

— Al final de aquella temporada me derrumbé durante las celebraciones por haber sido subcampeones y se lo conté todo a mi madre. Ella buscó una psicóloga, y fue una liberación, puesto que me iba diciendo todo lo que me pasaba y poniendo un nombre: TOC. No te diré que estoy completamente curado, pero estoy mucho mejor.

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¿Cómo nace la idea de hacer un libro en el que hablas de tu vida y del TOC con ese sentido del humor?

— Hacía ya tres años que hacía un monólogo llamado Futbolistoco explicando mis vivencias como jugador, especialmente en relación al TOC que sufría. Y el monólogo había funcionado, llenaba salas... La gente se reía y muchas personas me decían que les ayudaba mucho oír a alguien hablando sobre salud mental. Sentía que tenía mucho más que contar, cosas que no cabían en el monólogo, así que busqué a un buen periodista y escritor como es Ander porque me ayudas a hacer el libro, ya que yo solo no salía adelante.

Hablas de los miedos, pero ve también coraje. Alguien que ha logrado ser futbolista, humorista, presentador... pese a tener ese TOC, es alguien valiente.

— Quizás no quede bien la respuesta, pero valiente sería irme a vivir a un pueblo de 200 habitantes donde nadie me reconociera y nadie me felicitara. Creo que parte de lo que he hecho lo he hecho porque necesitaba el cariño de mucha gente después de sentir que había fracasado como futbolista. Necesitaba ser abrazado, que la gente me dijera que era bueno. Para superar esto. Seguramente no decepcioné a nadie, pero yo lo sentía así. No he subido a un escenario por vocación, he subido buscando esta estima. Y, en ese camino, he encontrado mi sitio, ya que me siento más cómodo hablando que jugando. Aún he de trabajar esto, porque no te puedes pasar toda vida buscando el cariño de los demás.

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Hablas de fracasar en el fútbol cuando tuviste una carrera como jugador que ya le hubieran querido muchos. Debut en Primera, subcampeón de Europa con la selección sub-16, Subcampeón de Liga, eliminó al Madrid en la Copa en el Bernabéu con el Real Unión de...

— Mi fracaso no fue jugar en la Real Sociedad, mi fracaso fue llegar pero preferir ser suplente. Me escondía, no sabía gestionar la presión. Los viernes, cuando daban la convocatoria, yo iba a mirar la lista rezando para no estar allí. Cuando, en los entrenamientos, los entrenadores dan un beso a los jugadores que serán titulares el fin de semana y uno distinto a los suplentes, yo me escondía detrás de mis compañeros. El fracaso es que algo que amaba, el fútbol, ​​lo acabé odiando. Al poder explicarlo todo abiertamente he hecho las paces conmigo mismo y con los aficionados de la Real Sociedad.

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¿Cómo ha reaccionado la gente de la Real Sociedad al saber lo que viviste gracias al libro y los monólogos?

— Nadie me ha recriminado nada, cualquier persona con algo de empatía puede entender todo lo que viví. La reacción ha sido muy bonita.

Da la sensación de que hemos mejorado mucho, ahora se habla mucho de salud mental en el deporte y en la sociedad. Pero en tu época los entrenadores no sabían verlo. Ahora bien, en el libro no les culpas.

— Hace años, creo que fue Benito Floro el primer entrenador que hablaba de psicología y que afirmaba que era necesario tener un psicólogo en el vestuario. Y la gente se enfotía. Creo que hemos mejorado mucho, cierto. Vemos como algo normal esperar a un deportista que ha sufrido una lesión muscular. Le esperamos dos semanas o seis meses, pero no vemos normal esperar a alguien por problemas mentales, quizás porque cuesta acreditarlo. Una lesión física se puede ver, una mental no. Piensa que estás deprimido y, si te ven por la calle riendo, la gente ya dice que mientes, como si tuvieras que encerrarte en una habitación oscura. Todavía queda mucho por hacer, pero estamos mejorando. Yo a los entrenadores que tuve no les culpo, viven una gran presión, deben gestionar 25 jugadores, expectativas... Mira el tema de Xavi Hernández en el Barça. Jugué en categorías inferiores, y cada dos días da una rueda de prensa con gente que le critica y analiza lo que dice, cuando él no ha estudiado filología, ni oratoria ni filosofía. No es fácil. Yo a los entrenadores del pasado les perdono. De hecho, ahora, cuando recuerdo lo que viví, lo convierto en escenas de humor para el monólogo.

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Hablas mucho de Javier Clemente, que te hizo debutar en Primera.

— Lo quiero mucho, Javier. Empiezo el monólogo hablando 20 minutos de él. Ya sabes cómo es, ¿verdad? Un hombre de Bilbao, de aquellos que no tienen miedo a nada, un poco animal de vez en cuando. La Real Sociedad estaba mal y fichamos a una auténtica leyenda del rival, el Athetic. Pero me hizo debutar. En el monólogo siempre digo que yo nací un día de San Clemente y me hizo debutar en Primera Clemente. Hablo de él, cuento anécdotas... Y el día que llené por primera vez el teatro principal de San Sebastián, miro entre la gente... ¡y allí lo tenía! Estuve nervioso todo el rato. Al final, vino a saludarme y le pedí perdón por si le había ofendido. Él se rió y me dijo: "Si a ti te va bien, puedes contar lo que quieras de mí". Con Ander tenemos la fantasía de hacer una serie de ficción, con actores, sobre mi vida. Con Javier Clemente haciendo el papel de... Javier Clemente. Después he coincidido con él en las sidrerías, que los vascos las cuidamos mucho. Y siempre ha sido muy placentero.

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¿Algunos excompañeros de equipo que entonces no vieron nada te han escrito ahora?

— Sí, me han escrito. Pero era lo último que quería, dar lástima. Yo quería hablar de cosas serias riendo, pero unos pocos me han escrito diciendo que les sabe mal no haber detectado nada. Pero entonces yo me escondía, disimulaba, no ponía fácil que vieran que estaba jodido. A veces se habla de los vestuarios de fútbol como grupos de primates salvajes, sin sentimientos, pero es falso, cuando los necesité, los compañeros me ayudaron, ya que después de empezar a ir al psicólogo me abrí a algunos, que fueron mis aliados. Ninguna queja.

¿Cómo nace la idea de explicar tus problemas utilizando el humor?

— La historia es curiosa. Yo empiezo a hacer monólogos por celos. Siempre me ha gustado la música, y tocaba instrumentos, ¿ok? Pues resulta que tenía una novia muy fan de los catalanes Sidonie. Y un día ella vino a verlos a Barcelona. Al día siguiente me llama y me dice que el concierto fue muy bien y que los Sidonie son geniales, que fueron juntos a tomar copas. Bien, me puse celoso. No debería ser así, pero ocurrió. Y mi novia me decía que no, que estuviera tranquilo, que los Sidonie eran buena gente pero muy feos. Me empeñé en hacer mejores canciones, decía que algún día haría de telonero de los Sidonie, e hice una canción que decía "Con celos y señales, yo ya no compito más con feos profesionales" en referencia a los Sidonie. Bien, cuando hacía canciones y todavía jugaba en equipos modestos, contaba historietas entre canción y canción, y vi que la gente me escuchaba más cuando hablaba que cuando cantaba. Escondido detrás de la guitarra, en salas donde la gente no esperaba reír, les conseguía sacar una carcajada.Cada vez hablaba más y cantaba menos.Y así nace la idea de hacer monólogos, explicando cómo es ser futbolista profesional con humor, cosa que nadie había hecho.Y también los míos problemas.La clave, por cierto, es que yo me río de mis problemas y mi sufrimiento.Es lícito que yo me ría de mí mismo.Pero no me río de nadie más.Yo no digo a los demás qué deben hacer, pero hablar de todo lo que he vivido me ha liberado, yo no diré a nadie que vive problemas como los míos que suba a un escenario, pero sí les aconsejaría que no se lo guarden dentro, que se lo expliquen a alguien .Los silencios te destruyen.