Tenis

Rafa Nadal desafía el dolor para ganar su 14.º título de Roland Garros

Pese a la lesión en el pie, se impone por la vía rápida al noruego Casper Ruud para seguir haciendo historia (6-3, 6-3 y 6-0)

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Rafa Nadal, celebrando su triunfo contra Djokovic

BarcelonaHace pocas semanas, Rafa Nadal sufría para poder andar con normalidad. Sus muecas de dolor no engañaban. Ahora, llora de emoción abrazado a la copa, una vez más. Cuando llega a París, el manacorí se transforma. Nadal ha ganado por 14.ª vez la final de Roland Garros haciendo más grande todavía su leyenda. Una nueva página en una historia de amor sobre tierra batida que empezó en 2005 cuando era un adolescente descarado, una historia que vive sus últimos episodios, puesto que Nadal puede desafiar el dolor de las lesiones, pero no puede derrotar el tiempo. Convertido en uno de los deportistas más exitosos de la historia con 36 años, Nadal ha derrotado al joven de 23 años Casper Ruud en tres sets (6-3, 6-3 y 6-0). La historia, traviesa, ha querido que el 14.º título llegue contra un noruego que había pasado por la Academia del mallorquín. Es decir, se ha impuesto contra un discípulo. Contra un alumno y un admirador.

Nadal se aferra a la pista como si le fuera la vida. Ahora que soplan vientos de cambio en el tenis, con jóvenes como Carlos Alcaraz o el mismo Ruud pidiendo paso, el manacorí ha desafiado la lógica de nuevo. Como si quisiera hacerlo cada año de una forma más difícil, Nadal se ha coronado de nuevo a la pista central sin haber entrenado mucho los meses anteriores al torneo, cuando ha estado más pendiente de cómo alejar el dolor. El cuadro tampoco era fácil, forzado a verse las caras contra rivales duros si quería estar en la final. Podía ser el año de ver cómo el rey abdicaba, pero ha acabado como siempre. Cuesta recordar una relación de amor como esta, en el deporte moderno. Cada vez que llega Roland Garros, un manacorí es el centro de atención. La misma pista que primero lo miraba fríamente, pensando que era un joven español sin elegancia, ahora le implora que siga. Actores, reyes, republicanos, ricos, pobres, aficionados al tenis y también aquellos que solo siguen este deporte cuando juega él se reúnen para poder verlo en acción. Su juego emociona. Mezcla el talento con unas ganas de vivir muy viscerales que transmite.

Con 36 años, el jugador de Manacor sufre el síndrome de Müller-Weiss, una enfermedad degenerativa en el pie que lo martiriza. En el pie donde sufre, este torneo ha llevado un número 13 en la zapatilla, la cifra de títulos ganados. Como si fuera un exorcismo tribal contra el dolor. Durante todo el torneo, ha admitido que no sabe si podrá volver en 2023 a la capital francesa, puesto que le toca vivir al día, luchando contra el dolor y centrándose en un deporte donde sobresale. Si en los octavos de final derrotó al joven entrenado por su propio tío Toni, el canadiense Felix Auger-Aliassime, en cuartos de final se enfrentó a su adversario más duro, Novak Djokovic. También lo derrotó. Y ahora, le ha tocado a Ruud, quien no ha opuesto mucha resistencia. Como si el admirador de Nadal tuviera más peso que el jugador profesional. Como si quisiera participar en la ceremonia para ponerle la alfombra roja a un Nadal que entiende el juego como nadie. Cuando era joven, sus piernas le permitían llegar a todas las pelotas. Ahora sabe leer la mente del rival y ya espera la pelota allí donde irá.

Un discípulo contra las cuerdas

Casper Ruud, estrenándose en una final de Grand Slam, parecía impresionado. Nunca es fácil debutar bajo presión. Por tu cabeza te pasa de todo. Ya te imaginas con la copa, haces castillos en el aire, pero a la vez sabes que te tocará sufrir. Todavía más ante Rafa Nadal. Y todavía más si eres un alumno de su Academia. Cuando era un adolescente, Casper Ruud pactó con su padre, quien había sido jugador profesional, ir a la Academia de Nadal en Mallorca para mejorar. Ruud escuchó los consejos del jugador de Manacor, pudo entrenar con él. Y estuvo en las gradas en 2013, cuando Nadal derrotó a David Ferrer. Ahora le tocaba bajar de las gradas para estar sobre la tierra batida. Y para acceder a la pista había que pasar por delante de un montón de fotografías de Nadal con la Copa. No, no era un escenario fácil para el joven noruego.

Y el primer set ha sido coser y cantar, para Nadal. Ruud, como si quisiera demostrar todo el respeto que siente hacia Nadal, casi no ha arriesgado con los golpes. Se ha limitado a devolver bolas y Nadal, en un partido de ritmo más bajo que las semifinales contra Zverev, ha ganado el set con un solo break (6-3). El jugador de Manacor juega cargando la cruz de la lesión que sufre en el pie, pero el escenario parecía ayudarlo. No le hacía falta esforzarse mucho. El primer set ha sido demasiado fácil para un jugador que no suele tener piedad de los rivales.

En el segundo, sin embargo, Ruud ha despertado. No deja de ser un alumno de Nadal y, por lo tanto, sabe luchar. El noruego ha conseguido una rotura de servicio para soñar. Se ha situado 3-1 por delante y ha empezado a repartir golpes ganadores, haciendo moverse por la pista a un Nadal que ha hecho aquella mueca tan suya, diciéndose a sí mismo que tocaría sufrir un poco. Lo ha hecho, puesto que ha ganado cinco juegos consecutivos, llevándose el segundo set contra un Ruud que miraba hacia el cielo, impotente. Perdiendo 2-0, Ruud sabía que su destino estaba sellado. Si en 2013 había visto cómo Nadal levantaba la copa de los mosqueteros desde la grada, ahora le tocaba hacerlo desde la pista, como subcampeón. Nadal, a medida que las lesiones lo han castigado, se ha visto obligado a modificar su juego con la ayuda de un Carles Moyà que lo ha acompañado siempre. Ahora busca que los partidos sean más rápidos para desgastarse menos y guardar energía por los duelos importantes. Curiosamente, este año uno de los partidos más fáciles ha sido la final, con un tercer set sin ningún tipo de historia.

Superando el récord de Andrés Gimeno

En el tenis masculino, ningún otro jugador ha ganado 10 títulos del mismo Grand Slam. Nadal ya lleva 14 en Francia y de paso, lleva 22 títulos de Grand Slam, dos más que Djokovic y Federer. De los 115 partidos que ha jugado en Roland Garros, solo ha perdido tres veces: en los octavos de final de 2009 contra el sueco Robin Söderling, en los cuartos de final de 2005 contra Djokovic y las semifinales de hace un año, ante el serbio. En 2016 se retiró después de ganar los octavos de final, lesionado. Pero sin perder ningún partido en un torneo que ya le ha dedicado una estatua antes de su retirada. El manacorí, el segundo jugador más veterano en llegar a la final, solo por detrás norteamericano Bill Tilden, que tenía 37 en 1930, ha ganado las 14 finales que ha jugado y de paso se ha convertido en el campeón más veterano, superando precisamente al catalán Andrés Gimeno, que tenía 34 en 1972.

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