Las fugas por la puerta trasera que están empobreciendo al Espanyol
Más de una decena de futbolistas han forzado su salida del club blanquiazul en los últimos años, provocando pérdidas económicas y de talento deportivo
BarcelonaEl Espanyol ha iniciado el mercado de fichajes desde una casilla de salida bastante distinta a la de años anteriores. Este año no hay dinero en la caja para poder rehacer la plantilla ni tampoco un blog con grandes nombres que ilusionen a la afición. La inestabilidad deportiva y el deterioro económico que arrastra el club en los últimos años han debilitado la credibilidad de un proyecto que ha perdido capacidad de seducción de cara a los jugadores con mayor talento, sobre todo los que viven el club desde dentro.
No es casual que más de una decena de jugadores, que darían por llenar un once de gala, hayan forzado recientemente su salida del club. Hay dos patrones que se repiten en la mayoría de los casos: el desencanto con el proyecto y las personas que lo gestionan y las limitaciones económicas. Dos problemas que el Espanyol necesita corregir urgentemente si quiere volver a afianzarse en la élite.
El último en salir por la puerta trasera ha sido Martin Braithwaite, que sólo rompió su silencio durante la celebración del ascenso: "Hace un año el club me hizo una oferta de renovación, pero fue una falta de respeto. La oferta que recibí demostraba que no confiaban en mí”. La respuesta de la entidad fue contundente: "Aún tiene un año de contrato, no veo la necesidad de renovarlo", aseguró el consejero delegado, Mao Ye, pese a ser consciente de la existencia de una cláusula que le permitía irse libre. El danés la ejecutó y jugará en el Gremio el próximo curso.
El Espanyol no ingresará nada. Dos semanas antes, el club había visto cómo Joselu pedía al Real Madrid que hiciese efectiva la opción de compra de 1,5 millones sólo para ahorrarse tener que negociar con el Espanyol su salida. El delantero utilizó una cláusula que había exigido para firmar como blanquiazul. Un divorcio amargo de una entidad y una afición que durante unos meses le amaron. Él y Braithwaite habían aterrizado en el Espanyol en un verano marcado por el serial RDT. El madrileño también pasó de ángel a demonio. "Me da lástima ver la despedida que da a un jugador que ha hecho historia en este club. Veo cobardía, falta de ética y mediocridad queriendo esconder las malas gestiones de los incompetentes que llevan a este gran club desde las oficinas", escribió en las redes sociales. El delantero disparó con bala ante Domingo Catoira y Diego Martínez, el director deportivo y el entrenador de ese momento: "Era feliz en el Espanyol, mi rendimiento lo demostraba. Pero me sentí muy solo cuando me empujaron a marchar del club". Los tres últimos grandes goleadores blanquiazules se han ido por la puerta trasera y, no menos importante, sólo han dejado 12,5 millones en las cuentas del club. Tres grandes oportunidades de negocio perdidas.
La cantera, una fuente de recursos desaprovechados
Si sus salidas han sido traumáticas, no menos dolorosas han sido las despedidas de un montón de jóvenes formados en la Ciudad Deportiva Dani Jarque. El último caso, Nico Melamed. El mediapunta, que se limitó a agradecer a "las anteriores directivas" el trato recibido, optó por el proyecto del Almería, donde ha firmado un contrato para seis temporadas a razón de unos dos millones brutos anuales. Unas cifras totalmente inasumibles para el Espanyol. Su caso recuerda a los de Melendo y Pedrosa, que también salieron por diferencias económicas. El lateral se cansó de que el club le pusiera en el mercado y no aceptara ninguna oferta por él mientras tampoco le ofrecía una renovación atractiva. Dejó el club por algo más de 200.000 euros anuales. En el caso del mediapunta, la distancia era algo superior, aunque justificó su fichaje por el Granada porque "necesitaba jugar" y sentirse "importante".
Años atrás le había tocado a Pau López. "No me voy por dinero; era un tema de sentirme a gusto y valorado. La gestión de la dirección deportiva ha sido mala y ha llegado tarde. Si me hubieran propuesto renovar en verano lo habría hecho por la mitad de dinero que ofrecían en noviembre", aseguró en su despedida. El Betis le fichó gratis y lo vendió, un año después, por 23,5 millones. El Espanyol también perdió un talento y una buena venta con Ferran Jutglà, que no renovó porque quería una ficha del primer equipo y no alternarle con el filial, como le proponía el club. Mateo Joseph decidió no renovar después de ver despejada la petición de jugar con los mayores en edad de juvenil. El club tuvo que venderlo en el Leeds por medio millón más variables. Quien llegó al primer equipo, pero no para quedarse, fue Víctor Gómez: le renovaron para siete temporadas, pero después de tres cesiones prefirió marcharse definitivamente. "No llegué a cruzar ni una palabra con Domingo Catoira", lamentó el lateral, que acabó aceptando una oferta de Braga. El club portugués se le quedó en propiedad por 2 millones, una cuarta parte de su valor actual, según Transfermarkt.
El desencanto con el proyecto también ha pasado por el banquillo. "El club tenía una hoja de ruta y no quiso modificarla. Quizá tocaba dar un paso para poder luchar por posiciones más altas", lamentó Rubi en una entrevista en el ARA. El técnico del Maresme había trasladado sus dudas sobre el proyecto deportivo, pero la entidad decidió no hacer un esfuerzo económico que acabó ejecutando en enero, de forma precipitada. En los últimos cinco años el Espanyol sólo ha logrado generar plusvalías por dos jugadores que pidieron marcharse: César Montes (11,5 millones más 2,5 millones en variables) y Sergi Darder (8 millones más 2 en variables). El de Artà es el único que se despidió de forma elegante con el club: pudo salir cedido gratis, como Joselu, pero prefirió dejar dinero en la caja.