Un regalo de Lenglet compensa un nuevo show arbitral contra el Espanyol

BarcelonaEl Espanyol necesitará levantar más la voz para conseguir el respeto arbitral. Pocos días después de que su consejero delegado, Mao Ye, aceptara las explicaciones del Comité Técnico de Árbitros (CTA) sobre el polémico arbitraje sufrido en Son Moix, los blanquiazules volvieron a ver cómo nuevos errores arbitrales le pasaron factura ante un Atlético de Madrid (1-1) que se aleja de la lucha por el título. Uno déjà-vu, si se tiene en cuenta que en la última visita de los madrileños al RCDE Stadium se validó un gol fantasma de Antoine Griezmann sin que el VAR tuviera ninguna imagen que demostrara que la bola había atravesado la línea de gol por completo.

Esta vez no fueron una, sino dos, las acciones polémicas que perjudicaron al Espanyol. Y ambas determinantes, en el tramo final del primer tiempo. Primero, se dio por bueno un golazo de César Azpilicueta, que enganchó una volea desde la frontal hacia la escuadra. Pero la acción estaba precedida por una carga de Alexander Sørloth que desequilibró a Marash Kumbulla. El VAR, dirigido esta vez por Trujillo Suárez, ni siquiera advirtió al árbitro principal, Alberola Rojas, de que revisara la acción. Diez minutos después, en el tiempo añadido, Samuel Lino dio un claro empujón a Jofre Carreras por detrás y sin opción a tocar el balón, dentro del área. Un penalti bastante claro que tanto el árbitro como el VAR obviaron.

Dos decisiones arbitrales que encendieron los ánimos de Cornellà-El Prat, que se vistió de gala con 30.559 espectadores. El Espanyol se marchó al descanso con desventaja en un duelo en el que estaba resistiendo pese a que el Atlético era mejor. El primer tiempo fue plácido para los de Simeone. Marcos Llorente había abierto la lata en el tercer minuto, en una acción que quedó invalidada por fuera de juego previo de Griezmann. A partir de ahí, los madrileños consiguieron generar llegadas con cierta facilidad, si bien es cierto que casi ninguna terminaba con peligro real.

Puado, 200 partidos y gol decisivo de penalti

El Espanyol tampoco conseguía atacar bien. En campo propio priorizó la seguridad, lo que siempre permitía que el Atlético se ordenara. Y cuando Cabrera o algún centrocampista encontraban a Jofre en desplazamientos en largo, el extremo casi siempre estaba bien controlado por un central o un carrilero. Al otro lado, Javi Puado acusó al elevado desgaste físico que supone perseguir arriba y abajo al infatigable Llorente. Sin embargo, el barcelonés, que celebraba 200 partidos con el Espanyol, no desaprovechó el claro y absurdo penalti que Clément Lenglet cometió para coger de la camiseta Cabrera en la segunda mitad. Era el primer disparo entre los tres palos. Un gol que vale un punto valioso y que demuestra que el Espanyol sigue vivo.

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