Análisis

La teoría del miedo se apodera del Barça de Messi

El astro argentino podría haber jugado su último partido de Champions como azulgrana en el Camp Nou

Albert Nadal
y Albert Nadal

BarcelonaSiempre que se pregunta a alguien del entorno de Messi cómo lo definiría, se acostumbra a coincidir en el término "ganador". Messi es un ganador y, en la Champions, hace cinco años que el astro argentino ve cómo su equipo acumula decepciones, ridículos y goleadas. El capitán azulgrana, que desde la temporada 2007-08 siempre ha visto portería en los octavos de final de la Liga de Campeones, podría haber vivido su último partido de esta competición en el Camp Nou, al menos vistiendo la camiseta azulgrana, la que siempre ha defendido desde que ese adolescente tímido aterrizó en La Masia. Messi, que creció futbolísticamente junto a Ronaldinho, acabó convirtiéndose en el líder de una generación de jugadores formados en el plantel que tocaron la excelencia y la gloria con Pep Guardiola en el banquillo y que, con Luis Enrique, ganaron su segundo triplete. No es casualidad que, de todos los entrenadores que ha tenido, sean los dos técnicos que más admira el argentino. Pero todo esto ya queda demasiado atrás y Messi, cada vez más solo y rodeado de fichajes grandilocuentes que han sido un fracaso, ya no decide los partidos grandes en Europa.

El 10 azulgrana decidirá a final de curso su futuro, libre desde enero de tomar la decisión que quiera después de su adiós frustrado con el episodio del burofax. Si hace cinco años la historia azulgrana se escribía con páginas doradas, ese equipo que fue el mejor en la victoria hace tiempo que se ha especializado en fracasar. Turín (2017), Roma (2018), Liverpool (2019), Lisboa (2020) y al final Barcelona, doblemente, con la derrota contra el Juventus por 0-3 en la última jornada de la fase de grupos y los cuatro bofetones en forma de gol de un PSG sin Neymar ni Di María.

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El propio Messi explicó que la decisión de querer dejar el Barça no fue un impulso en caliente después de la cristalización del fin de un ciclo en la humillación del 2-8 con Bayern, sino que era muy meditada después de varias "mentiras" de Josep Maria Bartomeu y de una falta de proyecto deportivo convicente y competitivo, sobre todo para enfrentarse a la élite europea. Precisamente uno de los pocos pretendientes que se podría llevar al argentino lejos de Barcelona ha sido el que le ha clavado el último golpe en la Champions.

El diario deportivo líder en Argentina Olé se ha levantado este miércoles con una contundente portada dirigida al capitán azulgrana: "Salí de ahí, maravilla. Messi ahora sufre un 1-4 en Champions, ¿le da para seguir acorralado en este Barcelona?". Mientras en Madrid sueñan con la posibilidad (¿con qué dinero?) de fichar a Kilyan Mbappé, el debate en la prensa deportiva de Francia se centra entre la preferencia para renovar a Mbappé (acaba contrato en 2022) o la hipotética llegada del argentino junto a su amigo Neymar. Contar con los tres atacantes, por mucho que Qatar Sports Investment –propietario del club francés– haga cuantiosas inyecciones de dinero, prácticamente no sería viable en el marco del fair play financiero regulado por la UEFA y con la situación actual de pandemia. En Barcelona, los tres candidatos a la presidencia del Barça, sobre todo Joan Laporta y Víctor Font, pero también Toni Freixa, defienden la continuidad de Messi. La humillación contra el PSG puede ser clave en la última decisión que tome el astro argentino, pero antes de decidir el rumbo de su futuro se esperará a que haya un nuevo presidente y saber cuál es su hoja de ruta.

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Bloqueo mental

A Ronald Koeman se le pueden recriminar cuestiones tácticas (el planteamiento de Mauricio Pochettino superó con claridad al del técnico neerlandés), pero en un equipo que estaba en ruinas después de la derrota histórica de Lisboa había conseguido instalar un cierto mensaje de optimismo entre los jugadores. Después de la derrota en Sevilla en la ida de las semifinales de la Copa, en la que lo Barça mereció más, Frenkie de Jong lamentó el resultado pero quiso sacar un poco de pecho afirmando que "eran fuertes mentalmente" y que pensaban cambiar el resultado en el Camp Nou. En la previa del partido contra el PSG, Koeman, a pesar de afirmar la evidencia de que no estaban entre los favoritos para ganar la Liga de Campeones, también soltó que no veía "mucho diferencia" con el resto de los equipos de la competición. Pero después del partido contra el PSG, al técnico no le quedó más remedio que admitir que el Barça había topado con un rival "más completo" y que los sometió a un baño de realidad.

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El técnico, que se defendió utilizando términos como "año de transición" y explicando que "están cambiando cosas y contando con jugadores muy jóvenes", también se refugió en "la superioridad física del PSG". El argumento de que, sobre todo en Europa, el Barça choca contra equipos más físicos ya es recurrente en los últimos años, pero es insuficiente ante la falta de una idea de juego compacta y de un bloqueo mental que lo persigue desde el 3-0 de Roma. La sensación en el equipo es de falta de liderazgo en las grandes citas, cosa que ni la vuelta de Piqué al centro de la defensa pudo paliar, mientras que Busquets estuvo desdibujado y Messi poco participativo en el juego. El otro de los cuatro capitanes, Sergi Roberto, está lesionado. Los fichajes millonarios desde la marcha de Neymar también son una ruina. Con Coutinho de baja, Griezmann parecía que había empezado el 2021 siendo decisivo pero sigue sin aparecer contra los rivales de entidad, mientras que Dembélé enseñó todas sus lagunas contra el PSG. Ni la columna vertebral presente en la mayoría de las derrotas –Ter Stegen, Piqué, Busquets y Messi– responde, ni las estrellas fijadas durante la funesta gestión del mandato de Josep Maria Bartomeu –prefirieron Dembélé a Mbappé– han servido para mejorar.

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El periodista y exdeportista Martí Perarnau recoge una reflexión de Manel Estiarte en su libro Pep Guardiola. La metamorfosi (2016) que, leída con el paso del tiempo, parecía premonitoria. Estiarte viene a decir que muchos grandes equipos no están acostumbrados a ir a remolque en el marcador y que, cuando encajan golpes (goles), les falta reacción ante escenarios poco habituales y les entran dudas. El Barça, a pesar de protagonizar algunas remontadas esta temporada contra rivales de perfil bajo como el Granada y el Rayo, sigue instalado en este miedo mental cuando se tiene que enfrentar a los grandes equipos de Europa. La derrota contra el PSG empezó desde el miedo inicial con un planteamiento más defensivo de Koeman y acabó con el bloqueo mental que el Barça no ha aprendido a superar en la Liga de Campeones. La única esperanza de mejora parece que pasa por aferrarse a los brotes verdes que simbolizan los jugadores jóvenes con un futuro prometedor.