El inesperado mensaje para evitar maleducados que puedes recibir cuando realizas una reserva
Este verano, la confirmación por correo electrónico de la reserva de una mesa en un restaurante iba acompañada de un breve texto muy contundente en cinco idiomas diferentes: "Ante el importante aumento de mala educación que estamos experimentando últimamente, parece imprescindible recordarles que se requiere educación y cortesía hacia todas las personas de nuestro equipo". La petición es tan obvia que llegas a plantearte si has reservado mesa en un sitio de elevada conflictividad por algún motivo que desconoces.
Pero en el correo se vislumbraba el origen de lo que podía provocar tensiones. Con pelos y señales explicaban el proceso de asignación de las tablas a sus clientes: por orden de recepción de las reservas. Al tratarse de un restaurante con vistas al mar ya una puesta de sol de aquellas que hacen levantar todos los móviles, aclaraban que los que reservan antes tienen las mesas más privilegiadas. Quien llama con antelación consigue una extraordinaria primera línea, ya quien llama a última hora le tocan las del fondo, con una veintena de comensales que entorpecen el paisaje. La decepción de algunos clientes, cuando están sentados en tercera línea, provoca quejas y ataques de indignación. Dramas estivales.
Con todo, la petición no es muy diferente a la que hemos leído en otras ocasiones en rótulos en las paredes de algunas oficinas de atención al público, recepciones o transportes públicos. Un síntoma de que la cortesía se está perdiendo, quizás porque algunos la han considerado pasada de moda. Antes se daba por descontada y ahora debe pedirse explícitamente.
Hace muchos años, una mujer sabia me explicó que ella tenía la costumbre de dirigirse a las personas con el triple de deferencia que pedía la ocasión. Había comprobado que los resultados eran siempre mucho más beneficiosos, no sólo para ella, sino también para su interlocutor. Aseguraba que la cortesía cambiaba la energía del momento y que incluso perduraba a lo largo del día, terminando revirtiendo en su bienestar personal y emocional. Hay estudios que hablan de la deuda psicológica que se origina cuando alguien te trata con mayor consideración de la necesaria, lo que te obliga a corresponder con el mismo tono. Un camarero extremadamente amable puede conseguir mejores propinas y un buen reconocimiento por parte del cliente. Y un comensal muy respetuoso y prudente a la hora de dirigirse al personal que le atiende puede conseguir una atención más amable. Pero es necesario distinguir los matices de lo que se entiende por cortesía. Existe una cortesía tóxica que promueve la diferenciación y la desigualdad. Una especie de pacto tácito que garantiza la cortesía mientras que el otro tenga una actitud servil. La cortesía positiva, en cambio, tiene que ver con la cooperación entre ambos interlocutores, en busca de un beneficio común.
El recordatorio del restaurante nace quizá de la necesidad de reequilibrar la balanza de la amabilidad a las personas que lo han olvidado. La deferencia lógica que se le supone al negocio de la hostelería y el "quien paga manda" han inducido quizá a algunas personas a creer que tienen derecho a ejercer un poder sobre las personas que las atienden, que se convierten en sus vasallos por el simple hecho de que después acercarán la Visa al datáfono. Decían que de la pandemia saldríamos mejores, pero, en cambio, parece haber salido una generación de considerados malcarados que están en todas partes y en verano se hacen notar más. Quizás ahora son necesarios rótulos para recordar que la cortesía y la amabilidad son un juego de responsabilidad compartida.