La nueva e incomprensible moda de pasear a un perro invisible

A través de las redes sociales, corre la berrea de una nueva moda que hace perder la fe en la condición humana. Se supone que ha nacido una afición inaudita que consiste en sacar a pasear al perro sin tener perro. No se trata de pedir la bestia en préstamo o acompañar al dueño del animal en las rutinas de recreo. Se basa en ir por la calle o por la montaña con una correa en la mano sin que haya un perro atado al otro extremo. Se llama hobby dogging. En las imágenes de la noticia aparece, por ejemplo, un hombre con la mirada perdida mientras tiene el brazo rígido junto a él, algo más adelante del tronco. Lo hace con ademán indiferente, de cotidianidad, como aquella gente que llevan treinta años paseando perros y ni siquiera necesitan observar el perro porque ya se conocen los pasos y los hábitos el uno al otro. De la mano le cuelga una correa que tendrá algún sistema para mantener la cuerda en tensión, como si realmente hubiera un perro invisible que caminara un poco por delante. La escena es digna de una película de los Monty Python. Estás esperando a que detrás de él aparezcan unos caballeros que cabalgan sin caballo haciendo el sonido del trote con cáscaras de coco. En otros vídeos que hablan del incremento de esta afición se ve a un grupo de mujeres en un circuito deagility donde los perros deben superar un recorrido de obstáculos mientras el amo les persigue a su lado. Las señoras van todas con una correa en la mano. Fingen controlar a un perro invisible que corre a su lado mientras hace eslalons entre banderines, equilibrios sobre un tronco y salta vallas. Van una tras otra, como un entrenamiento militar, mirando el lazo que, imaginariamente, debería rodear el cuello de su bestia. Desgraciadamente, no hay ningún vídeo que ilustre el momento del saludo entre dos practicantes de hobby dogging, fingiendo que sus respectivos perros invisibles también se conocen y se olían el culo.

La inmensa mayoría de noticias ofrecen muy pocos datos sobre esta disciplina. No constan cifras de practicantes ni clubs de entrenamiento. Hay posts en Instagram que aseguran que el hobby dogging ofrece los beneficios de pasear a un perro a personas que no tienen el poder adquisitivo para mantener a una mascota. Así se ahorran veterinarios, comida y vacunas. La teoría es dudosa porque la afición te obliga a otros gastos como la compra de correa o el alquiler de los espacios deagility. La perplejidad que provocan estas informaciones y, sobre todo, las alegres escenas de estos humanos motivados, hacen tentador seguir el rastro de la información. Una noticia asegura que la práctica triunfa en Alemania, concretamente en la localidad de Bad Friedrichshall. Un correo electrónico enviado al ayuntamiento de esta ciudad, ubicada a 50 kilómetros de Stuttgart, no ha obtenido respuesta. Pero una búsqueda más específica en internet permite descubrir el origen y verdadera dimensión de esta moda. El informativo de la ZDF, una de las dos grandes cadenas públicas de Alemania, ha realizado un reportaje sobre el hobby dogging a raíz del impacto mundial de la tendencia. Entrevista a Barbara Gerlinger, creadora y entrenadora de esta disciplina. La mujer, de 65 años, no da crédito al alcance internacional que ha adquirido su idea. Asegura que está sobrepasada por la cantidad de peticiones de medios y influencers de todo el mundo que quieren entrevistarla. Le han dolido las críticas y el escarnio público. Ella defiende que el suyo hobby dogging es más que pasear a un perro. Es un trabajo mental de atención. Pero, sobre todo, lo que más le sorprende es la gran repercusión del fenómeno teniendo en cuenta, atención, las pocas solicitudes que ha recibido para participar. Solo se le apuntaron diez personas. El hobby dogging no dice mucho de las nuevas formas de ocio pero tampoco de los medios y las redes, que se inventan tendencias allá donde hay un pequeño brote de excentricidad humana.