¿Qué ocurre con los gatos? Cuando del mar se sacaban buenas noticias sin contrastar

El periodista y editor estadounidense Ralph Pulitzer ha quedado siempre un poco a la sombra de su padre, el legendario Joseph Pulitzer, que, considerado el impulsor del periodismo moderno, es el hombre que da nombre al premio más honrado del oficio Seguramente es porque el talante reflexivo y prudente del Ralph Pulitzer no es. que había fundado su padre, el New York World, se desvió del sensacionalismo más innovador que no tuvo otro remedio que heredar y buscó mecanismos que dotaran al periodismo de un control interno. En 1913, dos años después de estar al frente del diario, constituyó el Bureau of Accuracy and Fair Play, una oficina destinada exclusivamente a revisar errores y gestionar las quejas de los lectores. Una especie de fact-checker ante la lettre.A dirigir la oficina puso el periodista Isaac D. White, considerado el primero ombudsman de la historia, el defensor del lector. Es una figura relevante que todavía está vigente hoy en día y que los grandes diarios procuran mantener en nombre del prestigio de la cabecera. En el ARA, el periodista Antoni Batista sigue la estela de aquel riguroso y minucioso White.

Cuando llevaba poco tiempo en el cargo, Isaac D. White se fijó en un patrón curioso en las páginas del New York World. La ciudad contaba con un puerto muy importante y, por tanto, el diario tenía la sección de noticias marítimas, donde era habitual encontrar crónicas sobre naufragios. Al hombre le llamó la atención que en seis de esos artículos siempre se hacía referencia a una gata que había sido rescatada heroicamente de la nave por un marinero que ponía en riesgo su vida conmovido por la desesperación de la bestia al verse abandonada. Elombudsman sospechó de aquella coincidencia narrativa e hizo la consulta al periodista especializado en temas marítimos: "What's with the cats?" [¿Qué pasa con los gatos?] El redactor fue sincero. Le explicó que un día la tripulación de un barco hundido volvió atrás para recuperar una gata que había quedado en la embarcación. El periodista convirtió al animalito en la protagonista de su relato y dotó a la historia de una épica muy agradecida por el lector. les echaron en cara la falta de olfato periodístico que habían demostrado a la hora de enfocar la noticia, ya que no habían prestado atención a la epopeya del felino. el artículo la anécdota de un supuesto gato rescatado por la tripulación. New York World no lo mencionó, porque no le constaba salvamento alguno. Pero entonces fue su propio editor quien, al día siguiente, le tocó el corteza por haber dejado escapar ese detalle tan bueno, en el que se habían fijado el resto de sus colegas. Desde ese día, el salvamento de gatos se convirtió en una precaución profesional. "Ahora, siempre que hay un naufragio, todos ponemos una gata". Era una época en la que las historias que venían del mar eran tan potentes que el mar se convertía en un lugar del que sacar buenas noticias sin contrastarlas demasiado. De hecho, un año antes, en 1912, The Evening Sun había publicado en su edición vespertina que todos los pasajeros del Titanic habían sobrevivido gracias a los botes salvavidas.