'Burnout', sisifemia o tecnoestrés: diccionario de los trastornos asociados al trabajo
Las bajas laborales en 2024 apuntan a batir todos los registros históricos
Barcelona“El mundo laboral se enfrenta a una gran paradoja: por un lado, las empresas priman las competencias genéricas de los trabajadores: creatividad, liderazgo, compromiso o que estés siempre conectado. Por otro lado, buscan flexibilidad en lugar de ofrecer un trabajo de por vida, y el resultado es más estrés”. Lo explica Jordi Serrano, socio fundador de Future for Work Institute. Los datos lo avalan. El 60% de los trabajadores dice sufrir estrés y el 35% asegura que es por culpa del trabajo, según un estudio de Cigna. Los datos del ministerio de Sanidad recogen que los problemas mentales más comunes en España son la ansiedad, que afecta a cuatro millones de personas, y la depresión, con más de 2,5 millones de casos diagnosticados. Los trastornos de salud mental en el ámbito laboral no paran de crecer, como tampoco lo hacen las bajas laborales.
En 2023 el ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones registró alrededor de 600.000 incapacidades temporales relacionadas con “trastornos mentales y de comportamiento”. Un dato récord y que este año va camino de quedar atrás: en la primera mitad de 2024, las bajas por salud mental se han incrementado un 10% interanual. Aunque los datos oficiales recogen que las patologías músculo-esqueléticas (traumatismos, lumbalgias, tendinitis) son la principal causa de las bajas laborales, los profesionales del sector creen que las estadísticas infravaloran las vinculadas a la salud mental. La Asociación Española de Directores de Recursos Humanos estima que ya son más de la mitad, un 51%, según una encuesta realizada recientemente a más de un centenar de empresas.
En paralelo, también van apareciendo nuevos trastornos y nuevos términos para concretarlos, fruto de un "cambio positivo en la conciencia social y la evidencia de la importancia de la salud emocional en la vida laboral", explican Amira Bueno y Daniela Silva, directora de recursos humanos y doctora especialista en medicina interna, respectivamente, de Cigna. Jordi Serrano y la psicóloga laboral Olga Garrido ven un punto de inflexión en la cóvid-19: “A raíz de la pandemia se empezó a poner el foco en la salud laboral; ahora se les da la misma importancia que si te duele la pierna”, celebra Garrido.
Conceptos como ansiedad, estrés crónico odepresión forman parte del vocabulario cotidiano. Los dos primeros suelen estar relacionados con la presión para alcanzar los objetivos y la falta de control sobre la carga de trabajo, generando en el trabajador una preocupación constante. La ansiedad puede incluso provocar un sentimiento de miedo. La depresión puede desarrollarse a consecuencia de la carencia de motivación y del poco reconocimiento en el entorno laboral y sus síntomas incluyen pérdida de interés, apatía y, en algunos casos, aislamiento de los compañeros de trabajo.
Casi al mismo nivel que las enfermedades anteriores se encuentra el burnout o agotamiento laboral. Quiere decir “estar quemado” y suele salir como respuesta al estrés laboral crónico. Es el agotamiento mental que se sufre cuando alguien se siente emocional, física o mentalmente exhausto. A estos trastornos se suman otros: el boreout es el aburrimiento extremo y la carencia de estímulos. Ocurre cuando hay sobrecualificación laboral o se infrautilizan las capacidades de la persona. El mobbing o acoso no pasa por causas relacionadas directamente con el desempeño de la labor del trabajador, sino que se sufre a consecuencia de un conjunto de acciones continuadas de violencia psicológica injustificada, como humillaciones, desprecios, aislamiento o incluso insultos a la trabajo.
Con la esa encontramos varios trastornos. Como la sisifemia, llamada por primera vez en 2022 por investigadores de la Universidad Católica San Antonio de Murcia. La describen como el "cansancio mental del trabajador incansable" con objetivos imposibles de alcanzar. Deriva del mito griego Sísifo (condenado a empujar eternamente una roca montaña arriba) y describe la sensación de estar atrapado en la rutina laboral.
Y también aparecen dos síndromes. La del impostor y la de Dunning-Kruger.La primera está vinculada con la baja autoestima y es la sensación de no estar capacitado a pesar de que la evidencia diga lo contrario. Ahora se ha extendido a todos los géneros, pero su origen es femenino. Y el segundo puede ser un peligro tanto para el individuo como para las empresas: es un sesgo cognitivo que provoca un exceso de confianza en habilidades que no se tienen.
El tecnoestrés es el estrés derivado de la sobrecarga digital y la constante conectividad y el workaholic es una persona adicta al trabajo en detrimento de su salud, relaciones personales y equilibrio vital.
Ante ciertos trastornos y ciertos ambientes laborales, los trabajadores pueden adoptar determinadas actitudes, que también están categorizadas. El quieto quitting es un anglicismo con el que se conoce la práctica de borrarse silenciosamente del trabajo, hacer lo justo y no implicarse. Es un fenómeno al alza, según los informes de Gallup. El último concluye que sólo el 23% de los trabajadores de todo el mundo están implicados en el trabajo, cifra que en España cae al 10%, lo que la sitúa en la cola de Europa.
Al otro lado hay uno de los fenómenos cada vez más presente entre los jóvenes: el quieto ambición, una tendencia emergente en el ámbito laboral en la que los empleados adoptan una actitud más pausada y discreta en relación con sus ambiciones profesionales: se busca un equilibrio entre el trabajo y la vida personal, que el trabajo sea un elemento más del día a día y que no les saque calidad de vida.