El banquero sueco que ayudó a los republicanos españoles
Olof Aschberg fue un hombre clave en la geopolítica mundial durante décadas
Cuando se habla de la Guerra Civil española, a menudo se recuerda el apoyo que recibió el bando sublevado, donde destaca la financiación del magnate mallorquín Joan March Ordinas que, con capitales propios o de terceros, garantizó recursos suficientes a Franco para ganar la guerra; o también el apoyo de la estadounidense Texaco en lo que se refiere al petróleo. Lo menos conocido es la ayuda económica internacional que recibió el bando republicano y en este aspecto destaca un nombre, el del banquero sueco Olof Aschberg, olvidado por la historia, pero hombre clave en la geopolítica mundial durante muchas décadas.
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Mucho antes del conflicto bélico español, en 1912, Aschberg ya era un activista en favor del movimiento obrero, por lo que su primer negocio consistió en crear un banco para sindicatos y cooperativas al que llamó Nya Banken, que en sueco quería llamar Nuevo Banco. Unos años más tarde, durante los últimos tiempos de la Primera Guerra Mundial, mediante este banco facilitó las transferencias de capitales que el Imperio Alemán hizo a los bolcheviques de Lenin, circunstancia que no cayó nada bien en el bando aliado. Esta incomodidad acabó desembocando en que el banco cambió de nombre para pasar a ser el Svensk Ekonomiebolaget (Compañía Financiera Sueca) y así minimizar su pasado. Por cierto, el apoyo a los soviéticos, ya desde la Revolución Rusa, le sirvió para tener carta blanca para realizar todo tipo de negocios en la URSS de la década de los veinte. Una de las consecuencias de esta libertad de movimientos es que Aschberg tuvo acceso a numerosas obras de arte de la Rusia zarista que terminaron en su patrimonio personal y también en el National Museum of Fine Arts de Estocolmo.
A principios de los años veinte el banquero sueco ya se consideraba a sí mismo un agente del internacionalismo, por lo que fue mudando su base para hacer negocios. El primer paso fue pasar de Estocolmo a Berlín, donde en 1922 fundó el Garantie und Kreditbank für den Osten (Banco de Garantía y Crédito para el Este), una entidad de la efímera República de Weimar especializada en realizar negocios con los soviéticos. En paralelo, fue nombrado presidente del consejo de administración del Banco Comercial Ruso, la primera entidad bancaria nacida después de la revolución y que en buena parte se dedicó a canjear en Occidente los tesoros zaristas a cambio de divisas. A estas alturas, era conocido en Occidente como "El banquero rojo".
Hacia 1926, dio otro salto, dejando Berlín y Moscú para establecerse en Francia, en las cercanías de París. La subida al poder de los nazis en Alemania en 1933 transformó la capital francesa en un lugar estratégico para continuar con sus planes, a los que ahora incorporaba la lucha contra el nazismo. A su actividad política se sumó el rol de mecenas muy destacado, ofreciendo apoyo financiero a los artistas escandinavos que ponían los pies en su mansión parisina. Durante estos años creó un club llamado Círculo de las Naciones donde se encabían intelectuales franceses, así como líderes sociales –desde el mundo sindical hasta la política– y también científicos de renombre, entre los que se encontraban el matrimonio Curie y el premio Nobel Jean Baptiste Perrin. También entró como accionista en la célebre productora francesa Pathé Frères. Y en 1936 estalló el conflicto español, donde Suecia se declaró no intervencionista (se adhirieron, junto a otras veintiséis naciones, en el Comité de No Intervención que se creó en Londres), una decisión que no evitó que Aschberg se implicara. Aunque hay muchas sombras sobre esta parte de la historia, parece ser un hecho constatado que Aschberg proporcionó recursos económicos al ejército republicano y que también creó un espacio para niños refugiados en su propia mansión.
Justo terminada la guerra española, la entrada de los nazis en Francia en 1940 lo puso en peligro, no sólo por su militancia política sino también por su condición de judío. Por ese motivo llevó a cabo un nuevo cambio de residencia y se instaló en Nueva York. Sería la última etapa de una carrera que cerraría en su Estocolmo natal una vez que el sonido de las armas se había apagado. A lo largo de los años posteriores, fue abandonando de forma progresiva las actividades bancarias. Teniendo en cuenta las relaciones intensas que Aschberg mantuvo con la URSS, no es de extrañar que su nombre aparezca de vez en cuando en la documentación de los servicios de inteligencia americanos etiquetado como posible agente soviético infiltrado en Occidente.