El campesino jubilado que se convirtió en un empresario local de éxito

De pequeño nadaba por los canales y las acequias que riegan los campos del delta del Ebro. “Muchas veces digo que aprendí a andar dentro de un campo de arroz. Y lo digo de verdad, porque es casi literal”, dice Josep Bertomeu. Tiene 75 años, está jubilado y, aún ahora, se siente como pez en el agua entre el barro de los arrozales. "Piensa que, aquí, con las manos pescaba ranas y carpas", explica. Hasta los veinte años plantó, segó y soleó el arroz en la era. Pescaba con redes de echar el rayo, tan rudimentarias como efectivas. Pero entonces, el campo, el mar y el río empezaron a mecanizarse. Y esa vida en simbiosis con la naturaleza prácticamente desapareció. El hombre fue sustituido por las máquinas.

Hace quince años, cuando estaba a las puertas de la jubilación, para evitar que toda esta cultura se perdiera, Bertomeu decidió crear la empresa Delta Polet Natura. "Ahora somos pocos los que quedamos que conocimos los oficios tradicionales", explica. A Josep todo el mundo le conoce gracias a la compañía ya la defensa del patrimonio natural y contra las agresiones al Delta que ha llevado a cabo a lo largo de toda su vida.

La empresa, de servicios turísticos y hecha a su medida, enseña a los clientes a navegar con barcas de perchar, unas embarcaciones alargadas y de poco calado, eficientes para moverse por las lagunas y los canales. "Delta Polet nació por la necesidad de dar continuidad y mantener vivas las tradiciones que mi padre aprendió de su padre y que yo he ido aprendiendo de él", explica Josep Bertomeu hijo, de 49 años, que junto con su padre lleva la empresa.

Los turistas también pueden hacer una cata de lo que se conoce como la pesca en el rall, que hacían los campesinos hace cincuenta o sesenta años. Se trata de una técnica utilizada en lugares no muy profundos -playas, canales, desagües y balsas- y que deben utilizarse con destreza. “El pescador lleva la red recogida y la sujeta con las dos manos y la boca. Y debe saber lanzar bien, con un movimiento circular y coordinado para desplegarla correctamente”, explica Bertomeu padre.

“Les enseñamos -añade- a pescar, pasear entre arrozales y lagunas, les hablamos de los nombres de los peces y de los pájaros y de las plantas”. “Es una especie de safari ecoturístico que les deja boquiabiertos”, añade su hijo. Pero, sobre todo, el objetivo de la compañía es concienciar a los visitantes de la necesidad de preservar el delta del Ebro, actualmente amenazado por la falta de sedimentos, la salinización y el cambio climático. “Si al final de la visita han aprendido bien la lección, mi padre les firma un diploma ecoturístico ”, concluye con un tono socarrón.

Lo que empezó como uno divertimento -complementario a su actividad laboral principal-, con los años se ha convertido en una empresa de éxito que les permite vivir todo el año del turismo. Solo el año pasado recibieron a miles de visitantes. "Somos una empresa familiar y sabemos que es una cifra muy modesta, pero entra en nuestros parámetros de crecimiento, porque queremos evitar la masificación y apostamos por un desarrollo empresarial absolutamente sostenible", comenta Josep Bertomeu padre.

De hecho, Delta Polet Natura acaba de ganar el premio Contribución a la Conservación en los Star Awards, que promueve la federación Europarc, un organismo internacional que agrupa a una red de entidades europeas que trabajan para la protección del patrimonio natural. Este reconocimiento no hace más que constatar la importancia del turismo como una de las grandes oportunidades en la economía local del sur de Cataluña. De hecho, un estudio de la Universidad Rovira i Virgili (URV) asegura que en diez años la cifra de visitantes se ha duplicado. Que este crecimiento sea sostenible y respetuoso con el entorno es el reto por el que luchan empresas como Delta Polet Natura.