De toda la vida

La casa de los 'remendus'

Fontanería y Electricidad Espuñes es un clásico del comercio en el Eixample barcelonés

Barcelona“¿Quieres que seguimos, Carmen?” "No sufras por mí, que estoy todo el día derecha". Es Carme Espuñes, tiene setenta y siete años y hace cincuenta y cinco que cada día, irreductible, se pone detrás del mostrador de Fontanería y Electricidad Espuñes, en la esquina de la calle de Muntaner con Córcega. Desde 1939 al servicio del barrio y de todo el mundo que requiera sus servicios de reparación, instalación y reforma de los servicios de agua, electricidad, calefacción, aire acondicionado, gas y todo tipo de “remendus”. Carme dice así: “En este barrio hay muchos remendus. Lo que también se llaman “chapuzas”, o sea, cualquier arreglo que se necesite. "Ayer fue día de lluvia y hoy todavía está siendo tranquilo, no hay mucho movimiento", nos explica. El Eixample es un barrio que aún conserva pisos antiguos e instalaciones que requieren mucho mantenimiento: “Piensa que hay gente mayor que prácticamente no ha tocado nada y todavía tiene los cables eléctricos de ropa”. Pero Espuñes no sólo vive de la población entrada en años: “¡Hay muchos vecinos jóvenes por ahí también y piensa que muchos de ellos no saben ni empalmar un cable!”, exclama. O sea que, llueva o haga sol, no les falta trabajo.

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Espuñes nació en 1939. Joan Espuñes y Carme Pueyo, los padres de Carme, se habían conocido en Can Coromines, la tienda de electricidad e instalaciones que había en la plaza Catalunya. Él era fontanero y ella dependienta. Se casaron y abrieron su propio negocio. Como ocurría en tantos negocios, vivían en la misma tienda, en el piso de arriba. Lámparas, bombillas, cables, estufas... más o menos siempre se ha vendido lo mismo. Cuando en 1969, con muy poco tiempo de diferencia, mueren los fundadores, Carme, su marido y su hermano se hacen cargo del negocio. “No era mi mundo, ¡pero no me quedó otro remedio que hacérmelo mío!”, recuerda. Y ahí sigue, más de medio siglo después. El cartel de la fachada, estilo art déco, es una joya, lo mismo desde el día de la fundación. También el mobiliario de madera. La carpintería de aluminio, en cambio, está ahí desde que ellos se hicieron cargo.

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Hace ocho años murió Manolo, el marido de Carmen, y ella tenía claro que sola no seguiría. Pero Òscar, su sobrino, le apoyó y la tienda ha continuado su camino integrada dentro de la empresa matriz Instalaciones Espuñes SL, desde donde se coordinan todos los trabajos y encargos. La tienda de cara al público es la seña de identidad a pie de calle y detrás hay una empresa de una quincena de trabajadores. Los dos hijos de Carme no se han decantado por continuar el negocio familiar, pero ella cuenta con el apoyo indispensable de Dani, con quien lleva tres años codo a codo y que cuando ella se retire será el continuador tras el mostrador. “La tienda es mi mundo, he vivido tanto por ella que me cuesta mucho separarme”. La salud resiste, las piernas también, y la cabeza clarísima. “¡Hasta que el cuerpo aguante!”

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Hace poco que se ha jubilado a Joan, que llevaba cincuenta años trabajando con ellos, y Lluís Miquel ya hace quince que les acompaña. “Tenemos muchas urgencias”, explica Dani. Ahora mismo atiende a una llamada de un vecino porque un aplique de la pared del recibidor está fallando. Atienden pequeñas reparaciones, pero también realizan reformas integrales de pisos. Por ejemplo, tienen entre manos un piso en el que se ha reventado una tubería de agua, una señora que quiere cambiar el horno y el mármol y un piso en el que hay que hacer nueva toda la instalación de agua. ¡Ah! Y conservan en la trastienda el pequeño taller para hacer soldaduras y arreglar lámparas, interruptores, conexiones y pequeños electrodomésticos como secadores de pelo, aspiradores, etc. ¿Hay mucho intrusismo? ¡Por supuesto que sí! Mucha gente incompetente que, por desconocimiento, deja trabajos a medias y entonces les llaman a ellos para arreglar los desastres.

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Las viejas bombillas de incandescencia ocupan ya un espacio muy reducido de las baldas de aluminio de la tienda. Las grandes marcas ya no las fabrican porque la normativa no se lo permite. Quien todavía insiste en utilizarlas recibe un aviso inmediato de Carme: “Piensa que no son de buena calidad y se funden con una palmadita de nada, ¿eh?”. Ahora la gran mayoría ya está led, los nuevos tiempos mandan. Hace poco ha muerto a los noventa y dos años la señora Montoliu, clienta de toda la vida, que siempre recordaba que, a Carmen, la había visto en cochecito. Pero no es el récord: tienen todavía una clienta centenaria. Toda una vida junto a Fontanería y Electricidad Espuñes.