Las fábricas de coches eléctricos, nueva atracción turística
Cientos de personas visitan las plantas de marcas como NIO o Xiaomi
TokioEn el interior de una nave industrial inmensa en las cercanías de Pekín, decenas de robots articulados bailan sincronizados mientras sueldan, pintan y montan carrocerías de coches eléctricos. Un grupo de visitantes observa, fascinado, desde una pasarela de cristal: no son ingenieros ni inversores, sino turistas. Como si de un parque temático de la tecnología se tratara, la fábrica de Xiaomi recibe cada semana la visita de cientos de personas que quieren ver de cerca cómo se fabrican los vehículos que en pocas semanas estarán en los concesionarios de todo el país.
En China, las fábricas de automóviles eléctricos se han convertido en una nueva atracción económica y turística. Marcas como NIO, BYD y Xiaomi han abierto al público sus plantas de producción, transformando la robotización y la innovación industrial en espectáculo. El éxito de estas visitas refleja una nueva forma de marketing industrial y refuerza la imagen de una China tecnológica, segura de su capacidad para liderar la revolución del vehículo eléctrico.
En las instalaciones, el efecto es casi espectacular: no sólo por la coreografía mecánica de los robots, sino por la cantidad de gente que ahora quiere verla en vivo. Las cifras son llamativas. NIO acogió a más de 130.000 visitantes en el 2024, un dato que subraya como la industria del EV (coche eléctrico) se ha convertido también en producto turístico; y las visitas a la fábrica de Xiaomi en Pekín han alcanzado tales niveles que la empresa ha implementado un sistema de lotería para las entradas después de episodios con miles de solicitudes en un solo día.
Este boom no es anecdótico: registros y agencias oficiales señalan que China promueve el turismo industrial como una nueva partida de crecimiento, y que estas visitas combinan exposiciones tecnológicas, recorridos guiados, tiendas de recuerdos y espacios pensados para tomar fotos y selfies frente a los brazos robóticos. En lugares como la planta de NIO en Hefei o la fábrica de Xiaomi en Pekín, las líneas de producción automatizadas se han convertido en verdaderas atracciones turísticas, con circuitos diseñados para que el visitante no sólo observe sino que también viva la experiencia de marca.
La moda de visitar fábricas se ha extendido sobre todo gracias a las redes sociales: hashtags como "factory tours", "industrial turístico" o "super factory visitados" se han hecho virales y jóvenes y influencers llenan las plataformas con vídeos grabados desde las pasarelas y primeros planos de los robots en acción haciendo el trabajo. Las listas de espera son masivas: "Decenas de miles de personas se presentan en cada jornada de puertas abiertas. Después de esperar más de medio año y presentarme más de diez veces, finalmente he sido seleccionada", explicó una usuaria en la plataforma china RedNote, una muestra de cómo la fascinación por el making-of industrial ha capturado el interés popular.
Además, este fenómeno está reformulando la forma en que los consumidores chinos se relacionan con su tejido manufacturero. Las visitas funcionan como una herramienta de marketing directo: introducen a los clientes en la cadena de valor, refuerzan la fidelidad de marca y pueden sembrar un interés precoz (también mediante experiencias pensadas para niños). Empresas como Nio utilizan el tour como premio para usuarios activos de su app, mientras que Xiaomi ha tenido que gestionar una demanda que supera ampliamente a la oferta.
El impacto económico de este fenómeno va más allá de las puertas de la propia fábrica. A corto plazo, las visitas aportan ingresos directos (entradas, tiendas de merchandising, food trucks y servicios turísticos locales) y crean oportunidades para empresas complementarias (agencias de viajes, restauración y transporte) que pueden dinamizar economías regionales. A medio plazo, abrir la fábrica al público actúa como una poderosa herramienta de marketing y fidelización: permite a las marcas exhibir su capacidad tecnológica, convertir a clientes en embajadores y acelerar la adopción de vehículos eléctricos generando confianza en la calidad y la innovación.
Marketing con riesgo
Para los inversores, estas experiencias visibles de cadena de valor pueden ser señal positiva de madurez industrial y capacidad de escala, elementos que facilitan nuevos proyectos y líneas de financiación. Sin embargo, convertir la producción en espectáculo puede esconder riesgos reales: problemas de seguridad industrial, protección de la propiedad intelectual y gestión de datos, así como blanquear tensiones laborales, al tiempo que difumina la frontera entre información y publicidad.
Si bien este fenómeno genera valor económico y repercusión mediática, también pone sobre la mesa la necesidad de adecuar marcos de regulación, protocolos de transparencia y garantías en materia de seguridad y derechos laborales.