BEBIDAS ALCOHÓLICAS

La mejor cerveza de centeno del mundo es catalana

Pujol y Engler se enamoraron y crearon Cap d'Ona, una empresa que supera los 15 trabajadores y que acumula galardones internacionales

Gerard Fageda Soler
y Gerard Fageda Soler

La mejor cerveza de centeno del mundo no es la que el amigo hipster va a comprar en una tienda que importa productos bávaros o checos, ni (obviamente) la que fermenta en su casa, sino la que Élodie Pujol y Gregor Engler, los fundadores de la cervecería Cap d'Ona, han inventado en Argelers, en la Cataluña Norte. Así lo han determinado los World Beer Awards 2020. “Una cerveza de color oscuro inesperadamente hermosa”, concluye el jurado del premio, formado por los paladares y hígados cerveceros más entrenados del mundo. “Tiene un toque dulce y sabor a pan. Es diferente al resto de cervezas negras”, añade Pujol sobre la galardonada cerveza negra, que tiene un precio de unos 3,50 euros por una botella de 33 centilitros. Además, el centeno de la cerveza premiada crece en la Alta Cerdanya, en el pueblo de Oceja. Todo queda en casa.

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Éste no es el primer ni el último premio de Cap d'Ona. Desde que empezaron a participar en concursos en el 2016, no han parado de ampliar el palmarés. De hecho, este año los World Beer Awards también les ha galardonado con 10 medallas de segundo nivel, como la mejor cerveza blanca de melocotón del Rosellón, la blanca con cerezas de Ceret y la blanca de Navidad con cítricos. El pasado año también ganaron el premio a la mejor cerveza al estilo belga del planeta. "Esto es excepcional, somos la única cervecería del mundo que desde que se presenta siempre gana algún premio", dice Pujol, orgulloso.

Aunque compiten en concursos internacionales desde hace tan sólo cuatro años, Cap d'Ona se creó hace más de dos décadas y es una de las cervecerías artesanales más antiguas de los Països Catalans. Este nacimiento es el resultado del enamoramiento entre Pujol y Engler; el amor por la tierra catalana que los abuelos de ella, unos campesinos de Argelès, le encomendaron, y la tradición cervecera que se transmitió de generación en generación a la familia de Angler. De hecho, los abuelos de él tenían una cervecería en Lorena y huyeron de la zona fronteriza con Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, emigraron hacia Iparralde y después a la Cataluña Norte, donde se establecieron.

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Cuando abrieron a la cervecería sólo eran dos trabajadores, hacían unos 50.000 litros de cerveza al año y tenían de tres tipos; ahora son más de 15 trabajadores, hacen más 500.000 litros de cerveza, venden 30 variedades y tuvieron que construir una nueva fábrica hace nueve años. Para elaborar todas estas cervezas necesitan hasta 100 tipos de lúpulos que, en parte, se ven obligados a comprar en los mercados australiano y estadounidense, entre otros. Sin embargo, el resto de materias primas sí son producidas por campesinos catalanes. “Nos amamos la tierra catalana y sus frutos, y para nosotros los campesinos no son unos simples productores; hacemos un trabajo conjunto todo el año”, remarca Pujol, que asegura que compran sobre todo cerezas, albaricoques y melocotones del Rosellón, y mucho lúpulo en Argelers. Cada año necesitan entre 5 y 8 toneladas de fruta ecológica local de temporada. “El Rosellón tiene una de las mejores agriculturas de Francia y del mundo, debemos aprovecharla y potenciarla”, resalta Engler.

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Además de cerveza, elaboran otras bebidas alcohólicas como moscato, vodka, ginebra o whisky, y Engler explica que uno de los trabajos a los que dedica más tiempo es la búsqueda para inventar nuevos gustos. “Estamos en una zona muy vitícola y estamos acostumbrados a que haya un gran trabajo detrás de un vino, pero no de una cerveza. Nosotros tratamos la cerveza como un producto de alta calidad como es el vino, incluso lo almacenamos en el mismo tipo de barril”, explica Engler.

Cabeza de Ona vende sobre todo en Francia, y algo en Inglaterra, Bélgica, Alemania y el Principado. Desde el inicio ha apostado por el doble etiquetado en francés y catalán, y ha resaltado sus orígenes catalanes. "Ahora nuestro objetivo es vender más en la Catalunya Sud, pero queremos que nuestros productos se encuentren en cervecerías especializadas que saben y valoran lo que venden", dice Pujol. Ya tienen un distribuidor en Catalunya y llevan un par de años trabajando también para los hermanos Roca. “¡Es un orgullo que nuestra cerveza conste en el menú de degustación de Can Roca! No es sólo una victoria fantástica de Cap d'Ona sino de toda la comunidad rosellonesa”, reivindica Pujol.