Empresas

De no saber echar cañas a tener el gran imperio catalán de los cócteles

Enric Rebordosa y Lito Baldovinos son los copropietarios del grupo Confiteria, que gestiona una treintena de locales y crece sin cesar

BarcelonaParedes tapizadas, baldosas modernistas, relojes de pared, lámparas historiadas, mesas altas de mármol y sillas de madera, "como los bares de antaño". Ésta es parte del alma del Café del Centro, uno de los –¡casi treinta ya!– locales del Grupo Confiteria, y donde sus propietarios, Enric Rebordosa y Lito Baldovinos, reciben elEmpresas. No acaba de gustarles figurar en los medios ni hacerse fotos, consideran que su historia "no tiene nada de extraordinario", pero después de charlar un rato con Quim Mora, actual encargado del Café del Centro –y uno de los primeros clientes que tuvieron–, se relajan algo. Están en casa, en uno de los muchos locales emblemáticos que completan una historia que empezó hace diez años.

Era el 2014 cuando el Confiteria abría su primer local de cócteles que da nombre al grupo, pero sus dos fundadores, Enric y Lito, son buenos amigos desde la infancia en Tamariu. Lito estudió Economía y Marketing, mientras que Enric tiró por Historia del Arte y Filología. Rebordosa fue a vivir a París y se dedicaba al mundo de la restauración, y Lito, que le visitaba a menudo aunque trabajaba en una empresa de juguetes, le propuso abrir un bar en la capital francesa.

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"Pero entonces yo tuve a mis hijas gemelas y volví a Barcelona, ​​y por tanto la primera coctelería que abrimos fue aquí", explica Rebordosa al ARA. Así empezaron con la Confitería: "Éramos camareros, personal de limpieza y de todo, éramos totalmente amateurs", explica. "Y como teníamos nuestros respectivos bagajes fuera del ámbito de la restauración, esa fue nuestra ventaja competitiva: crecer muy rápido, incluso de forma insólita y sin pensar demasiado", asegura.

Unos meses más tarde ya estaban abriendo el segundo local, el Bar Maravillas, en la Plaza de la Concordia, y a los tres meses más abrieron el Paradiso, que se ha convertido en su local de cócteles estrella. De hecho, el Paradiso fue proclamado en el 2022 número 1 de la lista World's Best Bars y se ha puesto tan de moda que cada noche se hace una cola larguísima en la puerta; incluso hay quien intenta sobornar al portero para entrar.

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A partir de ahí, el ritmo no se detuvo hasta el punto de que, diez años después, cuentan con cerca de una treintena de locales, entre los propios del grupo Confiteria y los que gestionan como accionistas del grupo Brunch&Cake . Entre los nombres que conforman los locales del grupo está también Dr. Stravinsky, Bolero Bar, Bar Muy Buenas, Michigan, Balius, Café del Centro y Monk. Este año cerrarán con una facturación de unos 25 millones de euros y unos 300 trabajadores, y la previsión es cerrar el 2025 habiendo alcanzado los 30 millones.

Locales emblemáticos

Aunque todos son diferentes –hay coctelerías, bares tradicionales, restaurantes y brunchs–, todos los locales del grupo tienen algo en común y que conforma el objetivo de los fundadores: mantener la esencia de los locales emblemáticos de la ciudad. "Lo que nos mueve, y lo que queremos, es que no cierren estos locales, que sigan abiertos y que mantengan el alma y el espacio", explica Baldovinos. "Nosotros veíamos un valor oculto en los locales centenarios o emblemáticos que el mercado no parecía verlo", añade Rebordosa.

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"En nuestro concepto hay una apuesta por los clásicos porque consideramos que son el fundamento de la ciudad, y las modas vienen y van, pero los clásicos se quedan –explican–. Un bar expresa el territorio y la época en el que está hecho, y primero empezamos con los locales modernistas y ahora nos están interesando los locales de los años 50 o 70", detallan. "Es cierto que es un portfolio bastante curioso, pero puedes rastrear todo el siglo XX con los locales del grupo Confiteria; no todo debe ser específicamente modernista o centenario, es sencillamente que atrape el polen de su tiempo", apunta Rebordosa.

Cabe decir que su modelo de negocio se basa en el alquiler y la explotación de los locales, ya menudo, los propietarios les ayudan y tienen ganas de formar parte del proyecto. Pagan, de media, entre 2.500 y 3.000 euros mensuales por el alquiler de cada local. "El Café del Centro es un caso muy claro de eso: el señor Bel nos ayudó mucho al principio, está interesado, se le siente suyo... de hecho, es suyo", destaca. "A nosotros a veces nos dicen que somos los rescatadores o no sé qué, pero el rescatador es el señor que se echó aquí 60 años... Hay que tener presente que esto está abierto gracias a que una familia, en este caso la familia Bel, estuvo décadas levantando la persiana. La tercera generación de la familia lo explotaba ahora, el actual propietario ya nació aquí, y cuando se jubiló nos dijo que quería que lo explotáramos nosotros porque sabía que le cuidaríamos el local , y por tanto nosotros le pagamos un alquiler y lo gestionamos y él está encantadísimo, es amigo nuestro", explican.

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Sin embargo, su reivindicación general continúa: "Los ayuntamientos se llenan la boca con los locales emblemáticos, pero luego los dejan perder, no hacen nada... que hablen con estos locales, y verán cómo está el panorama", reclaman.

El origen, una "casualidad"

Pero su historia comienza con lo que ellos definen como una "casualidad". "Nosotros queríamos hacer una bodega-vermutería, pero nos cayó del cielo La Confiteria", explica Baldovinos. "No lo buscamos, fue pura suerte ya partir de ahí entramos en el mundo de la coctelería", detalla. "También era un momento [en el 2014] en el que el cóctel no estaba demasiado explorado aquí, y nosotros quisimos darle un enfoque distinto al que había hasta entonces", explica Rebordosa. "Este fue el diferencial que logramos con el Paradiso: salir del mundo más intelectual al que se ubicaba el cóctel y llevarlo a un concepto más juvenil, lejos del clásico Dry Martini o ese tipo de coctelerías más vintage", detalla Rebordosa.

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La pandemia de la cóvido fue, para ellos, una oportunidad. A pesar de tener que cerrar los locales que tenían abiertos, "la época de la pandemia fue realmente cuando hicimos el boom porque el mercado se llenó de oportunidades, en Barcelona estaba todo en venta, fue un acelerador de partículas y mucha gente, si ya estaba cansada de este sector que es muy duro, con la cóvida acabaron hartos y lo van dejar", detallan. Sin ir más lejos, el propio Café del Centro "es hijo del cóvido, los dueños se cansaron", relatan. Poco a poco, a base de ir salvando locales emblemáticos que estaban a punto de perderse, el grupo Confiteria se hizo un nombre en la ciudad, y ahora las oportunidades les llegan a través del boca a boca. "Después de tantos años, cuando un local de estos emblemáticos se queda vacío o busca cambiar de manos, llega la voz", dice Baldovinos. "Sí hay algunos que son la niña de nuestros ojos y los seguimos de cerca, pero generalmente no seguimos un plan concreto", añade.

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La Confitería fue el primero porque eran "buenos clientes" y les ofrecieron alquilarlo y gestionarlo. "No nos lo creíamos", explica Baldovinos. "De la mayoría de locales que tenemos ahora hemos sido clientes durante muchos años hasta que ha surgido la oportunidad, y no solemos pensar si son buenos o malos, sino que nos mueve la impulsividad de la pasión", explica Rebordosa. "Si hubiéramos pensado estructuralmente el grupo Confiteria, no hubiéramos tenido este curso tan extraño de tantos locales de categorías tan diferentes, cócteles, bares, restaurantes... Nos hubiéramos centrado en algo, y esto es una de las fortalezas y debilidades del grupo porque requiere una agilidad que si hubiéramos pensado sólo en un solo ramo nos habría ido mucho mejor, pero nosotros vamos desde bares de barrio, a pequeñas bodegas, a locales emblemáticos a coctelerías de moda", relatan los propietarios del grupo.

Mirada al futuro

Desde sus inicios han pasado muchas cosas. Tanto personales como profesionales. El propio Lito, por ejemplo, conoció a su mujer en la coctelería La Confiteria. De cara al futuro, tienen previstas cuatro aperturas más, pero no hay ningún plan concreto de cara a los próximos años: "Nunca ha habido proyecciones, las cosas han salido por azar. Cuando tuvimos el primer local, a los tres meses nos ofrecieron el segundo y no tocaba, porque prácticamente no sabíamos echar una caña o tomar un café, pero se tenía que coger y teníamos razón. . Ganas de abrir más las hay, pero hay que pensar."

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Sin embargo, a los dos copropietarios no les da miedo soñar. ¿Podría llegar a escalar en hoteles? "Sí, sí, esto ponlo, a ver si nos llama alguien", dicen entusiasmados. ¿De verdad? "Nos ha hecho mucha ilusión siempre, sería el escenario final: ¿por qué sólo servirte una copa si querría seducirte día y noche? Lo queremos todo: hoteles, discotecas, que llamen, que llamen!", exclama Rebordosa.

Otro proyecto "contraintuitivo" es el restaurante de la Fuente del Gato de Montjuïc, que abrirá sus puertas bajo la gestión del grupo Confiteria próximamente. Se trata de un espacio dentro de una casa modernista diseñada poco antes de la Exposición Universal de 1929 por el arquitecto Josep Puig i Cadafalch, y en la que Rebordosa y Baldovinos quieren mantener la esencia. La gestión del local les ha sido adjudicada por el Ayuntamiento de Barcelona, ​​aunque "hacía tiempo" que estaban al acecho de ver qué pasaba con el local y cuando salió la puja no dudaron en meterse en él , explica Lito. "Sabemos que la Font del Gat no será un buen negocio, porque el local es pequeño y está lejos y en invierno no va nadie, pero su único sentido es puramente romántico", dice Rebordosa. "Otro sueño que tenemos es el Bar Marsella, sería nuestro Notre-Dame", explican. Haciendo repaso, lamentan no haber logrado el Bar Brusi, un histórico del Gòtic. Según dicen, "lo han destrozado, y al no estar protegido lo han reventado todo, y han hecho una heladería absurda".

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Aparte de la Font del Gat, el grupo Confiteria tiene entre manos otras cuatro aperturas y ya tiene presencia, además de Barcelona, ​​también en Ibiza, en Madrid e incluso en Dubai. Aunque por el momento no tienen previsto abrir a otras ciudades españolas, si alguna particularidad tiene Confiteria es su capacidad de asombrar. Con los cócteles y el ritmo exponencial al que crecen.