De toda la vida

"¡Eso seguro que lo encontrarás en Can Coll!": la histórica tienda gerundense que compete a Amazon

La ferretería y tienda de utensilios de cocina Casa Coll, fundada en 1945, reivindica el trato personalizado y el comercio de barrio

GeronaEntre el Barri Vell y el Eixample de Girona, a caballo de dos mundos y dos barrios que laten de forma muy diferente, hay una tienda en un chaflán privilegiado donde, desde hace casi 80 años, los gerundenses saben que pueden encontrar todo lo que necesiten para el día a día en casa. Desde caracoles y bombillas hasta una sartén, una tostadora, un sitrel, un capazo o un porrón. Y, como novedad, desde hace pocos años los más pequeños corren con deleite para disfrutar de magníficos montajes de Playmobil de gran formato en el escaparate inspirados con las fiestas de la ciudad.

Mucho antes de la invasión de los bazares y de la eclosión de Amazon, en Girona se extendió un dicho que aún recuerdan a muchos vecinos: "¿Esto? ¡Lo encontrarás en Can Coll!" Sí, hablamos de Casa Coll, un establecimiento de pequeños electrodomésticos, ferretería y sobre todo utensilios de cocina, fundado en 1945 y que ahora tiene a la cabeza una tercera generación que reivindica el trato personalizado, la proximidad y el comercio de barrio: los hermanos Albert y Patri Coll Barceló.

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Son los herederos de una estirpe que empezó vendiendo herraduras y jaulas de pájaro junto a un Mercado del León que acababa de nacer y que enseguida dio el salto a vender y reparar las primeras radios y televisores de la marca Iberia en Gerona. Pero, con el tiempo, volvió a los inicios y al menaje del hogar. "La tienda ha tenido una evolución curiosa: siempre se ha ido adaptando al medio", explica Albert Coll, ambientólogo de formación. "En los últimos años, por ejemplo, han tomado mucho protagonismo en las ventas las botellas de agua reutilizables y los alcaparraspara la escuela", añade Patri Coll, que estudió psicología. Ambos asumieron las riendas del negocio de forma "natural" hace ya casi una década, cuando murió su padre.

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Un edificio catalogado

Su bisabuelo, Esteve Coll y Figueres, se fijó en el terreno donde está ahora la tienda en los años 30. Girona acababa de destruir la muralla medieval donde ahora está la Gran Via Jaume I y estaba ganando terreno al otro lado del Onyar. Donde hasta entonces se había guardado ganado por vender en la feria de Girona, Coll y Figueres, que era maestro de obras, proyectó un edificio de la mano del arquitecto racionalista gerundense Josep Maria Claret. Tres pisos que siguen siendo propiedad de la familia y que actualmente están catalogados como patrimonio cultural de la ciudad.

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La tienda debía ser inicialmente para el tío abuelo de Albert y Patri Coll, pero decidió marcharse a Argentina a montar una fábrica de agujas de extender. Así que fue el primogénito, Lluís Coll y Frou, junto a su esposa, Lolita Rovira y Pruneda, quien tiró del carro con el gran impulso de la apertura del Mercado del León, construido durante la posguerra con mano de obra de presos republicanos.

Una década después, por azar, se les apareció la oportunidad de vender electrodomésticos de gran formato. La tienda creció, incluso hacía anuncios antes de las películas en los cines Gran Via y Albéniz de Girona. Sin embargo, con el tiempo, cuando ya era imposible reparar en el almacén ubicado en el sótano, volvieron a los productos de menaje del hogar.

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Reparar, antes de volver a comprar

Pero ese espíritu de reparar no se ha ido. En la sociedad del hiperconsumo, los hermanos Coll apuestan por tener repuestos de todos los utensilios posibles. Por ejemplo, tapones de la marca 24 Bottles que figuran en el centro de la tienda. Recuerdan cómo hace unos años la escritora Maria Mercè Roca alabó en un artículo cómo, habiendo ido a comprar una nueva cafetera porque creía que la tenía estropeada, salió con una goma nueva. "Es nuestra filosofía –señala Patri Coll–: intentar reutilizar".

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Casa Coll se ha convertido así en un verso libre de este tipo de establecimientos. No ofrece promociones ni rebajas, sino que mantienen "precios justos todo el año". "De hecho, comparas ahora con algunos precios en Amazon y te das cuenta de que nuestros productos en algunos casos son ya más baratos", dice Albert Coll, quien señala que compran directamente en fábrica, sin ninguna empresa que los haga de intermediaria. Tienen entre 80 y 90 proveedores, e intentan, en la medida de lo posible, que el producto sea de proximidad.

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La nostalgia del comercio de barrio

Los hermanos Coll son conscientes de que esta forma de hacer se está perdiendo, porque la "burocracia" lo pone cada vez más difícil en los negocios familiares. A Albert Coll le gustaría que sus hijas, que cada tarde están en la tienda, vivieran una niñez similar a la suya, donde el barrio era "el patio de casa". "Echo de menos el comercio de barrio", admite. "Pero vienes aquí y lo encuentras", recalca Patri Coll. "Pero antes estaba en cada esquina", sentencia el hermano mayor.