Shana, del éxito en la liquidación en ocho años
Esta empresa catalana pasó de ser proveedora de Zara a fabricar una marca propia, pero los gigantes de la moda 'low cost' la han acabado eclipsando
“N queda nada. Si acaso, la marca es lo único que todavía podría tener algún valor, pero no está dentro del concurso”, explica una fuente financiera sobre la liquidación del imperio de Shana. La cadena de tiendas de ropa barata del empresario de la moda Julián Imaz ha pasado de facturar 100 millones de euros en la liquidación en poco más de un año. La aventura empresarial en solitario del grupo industrial Comdifil, antiguo proveedor de Zara y también propietario de otras marcas como Double Agent y Friday's Project, ha tenido un recorrido de sólo ocho años pese a que su inicio era prometedor.
Imaz aprendió el negocio de la moda y la producción de ropa barata con el gran gurú del sector, Amancio Ortega, el propietario del grupo Inditex (Zara). Durante los años noventa, Imaz, afincado en Cataluña y con sus unidades productivas en el Maresme, se convirtió en uno de los proveedores importantes del empresario gallego y llegó a fabricar hasta 50 millones de prendas al año para Inditex por valor de 100 millones anuales, sobre todo para Lefties, la línea de moda más económica del grupo.
A finales de esa década, el propio Ortega encargó a Imaz la puesta en marcha de Bershka, la firma de moda más joven del imperio Zara. La carrera de Imaz, pues, despegaba. Tanto es así que en 2000 decidió quedarse con el 100% de Comdipunt, la empresa con la que proveía a Zara.
El optimismo económico que predominaba en aquella época -todavía lejos del estallido de la burbuja- hizo que, en paralelo a este negocio, Imaz entrara en la venta directa al consumidor con su propia marca, Friday's Project. El proyecto cuajó tan bien que, cinco años más tarde, en el 2010, el grupo de Imaz decidió independizarse totalmente de Ortega, a pesar de que la crisis ya había hecho los primeros estragos: el grupo dejó de vender en Inditex y aplicó todos los conocimientos que había adquirido fabricante para Lefties para sacar adelante a Shana, otra marca propia de “ropa barata”, tal y como se autodefinía la misma compañía. Imaz pasó, pues, de colaborador a competidor.
“Tuieron un crecimiento muy rápido, la expansión fue brutal”, recuerda una fuente del sector bancario. A diferencia de lo que habían hecho con Friday's Project, el plan de expansión de Shana sólo preveía crecer a través de locales propios y en centros comerciales. El mismo esquema que Primark.
En un año Shana tenía ya más de 70 tiendas y planificaba el salto internacional. La cadena se había especializado, efectivamente, en ropa muy barata, a partir de 1,90 euros y con un coste medio de 8. Además, incorporó la técnica del fast fashion (moda rápida) desde el primer momento. Confeccionaba y distribuía en las tiendas colores y estampados nuevos prácticamente cada semana para adaptarse a las tendencias del mercado y favorecer la entrada en sus locales. Un flujo de productos muy intenso que conseguía gracias a que producía las prendas en España y Portugal.
El primer año facturó 30 millones y el siguiente, en el 2011, 75. La facturación del grupo continuó subiendo hasta rozar los 140 millones en el 2016, según los datos que facilitó la compañía. Sin embargo, quedaba lejos de los grandes peces gordos del sector: ese año Bershka superó los 2.000 millones en ventas.
Con 250 tiendas y puntos de venta multimarca, el motor de la compañía empezó a sufrir. En mayo del pasado año anunciaron un preconcurso de acreedores (la antigua suspensión de pagos). Había acumulado hasta 95 millones de euros de deuda repartidos en 22 entidades distintas. “El crecimiento fue, seguramente, demasiado rápido; el modelo de negocio no daba para tanto con ese tipo de producto”, apuntan fuentes del sector.
Las negociaciones para reconducir la situación con los bancos no fueron bien. "Entonces intentaron retroceder y centrarse sólo en la venta online, pero ya era tarde", reconoce una fuente financiera. La compañía empezó a cerrar tiendas ya reducir su tamaño para seguir pagando a los trabajadores mientras pactaba con la banca. Pero el giro hacia la venta online no fue suficiente.
La irrupción del gigante irlandés Primark, la francesa Kiabi y el auge de Lefties eclipsaron a Shana, que hace apenas un año ya presentó formalmente el concurso de acreedores y este verano quedó en liquidación. "No les queda nada, tres tiendas y poco más", aseguran fuentes bancarias. Estas mismas fuentes apuntan a que, actualmente, no hay ningún interesado en comprar la unidad productiva. “Quizá en el último momento alguien llegue a un acuerdo para quedarse la unidad productiva si, más adelante, pueden tener la marca, que es el único con valor. Han muerto de éxito”, concluyen.