¿Nos sorprende que la vivienda suba?

Según el INE, el precio de la vivienda creció un 12,7% en el último año. Lejos de ser una sorpresa, es el resultado de una falta de oferta cuya demanda no deja de crecer. En 2023 se concedieron licencias al Estado para construir 107.934 viviendas nuevas. Sólo en el segundo trimestre de 2025, la población ha crecido en 119.811 personas. Si lo extrapolamos anualmente, el crecimiento de población multiplica por cinco la nueva oferta de vivienda. Aquí debemos sumar la demanda de la población ya existente con las segundas o siguientes residencias, los no residentes, etc.

Y si ya tengo una vivienda, ¿qué incentivo tengo para venderla? No podemos olvidar que una vivienda también es un activo financiero con un rendimiento en el mercado –y, además, doble–: el incremento de valor y el alquiler que pueda obtenerse. Fíjese que a cualquier propietario, sin haber hecho absolutamente nada, el valor del activo le ha aumentado un 12,7%. Y no sólo eso: por todos es sabido que el precio del alquiler no deja de aumentar.

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Para echar más leña al fuego, la demanda cada vez tiene más ahorros ya un coste más reducido. La caída del Euribor que ha abaratado todas las hipotecas es un precedente de un incremento de operaciones en el mercado. En junio de 2025 se concedieron un 31% más que en junio de 2024. Al haber más operaciones, los precios se hinchan porque todo el mundo está dispuesto a competir en precios.

Por tanto, si no se construyen suficientes pisos nuevos y los existentes no se quieren vender en el mercado, la oferta colapsa, mientras que la demanda no para de aumentar. La única forma de llegar a un equilibrio es con aumentos de precio. El comprador puede aumentar el precio porque dispone de dinero barato y el vendedor se decide a vender porque el precio es mayor; no lo haría si no fuera así.