¿Por qué el anuncio de un ataque al petróleo iraní no ha subido a tres dígitos el precio del petróleo?

La cotización sube un 8% en la última semana y el miedo se centra ahora en el tráfico marítimo en el estrecho de Ormuz

BarcelonaDesde que Irán atacó a Israel con una lluvia de misiles y comenzó la lucha sobre el terreno en Líbano el precio del petróleo ha subido, pero no se ha disparado como otras veces que se han desatado conflictos bélicos en Próximo Oriente. De hecho, la cotización del barril de Brent, de referencia en Europa, comenzó la semana rozando los 72 dólares y este viernes se situaba en torno a los 78 dólares. Es decir, una subida de algo más del 8% en una semana de conflicto bélico.

Además, el precio actual del barril se sitúa en la parte más baja de la cotización de los últimos meses. Cuando estalló la guerra en Ucrania el petróleo subió por encima de los 100 dólares el barril. Hace poco más de un año, en septiembre del 2023, el precio del Brent era de casi 92 euros el barril, y en los últimos 12 meses se ha mantenido casi siempre por encima de 80 dólares. Pero en septiembre cerró a poco más de 74 euros el barril, la menor cotización del último año.

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Hay tres razones básicas que explican por qué esta vez el precio del petróleo no se ha disparado hasta superar los tres dígitos. Por un lado, el petróleo iraní en el mercado occidental tiene un peso relativamente bajo, ya que, desde su embargo, Irán ha tenido que buscar a otros clientes. Por otra parte, las reservas de crudo de Estados Unidos están a máximos. Un tercer factor es la debilidad de la demanda. La economía china y, especialmente, la europea, no están creciendo como se esperaba –la OCDE prevé un crecimiento "raquítico" del PIB europeo– y, por tanto, las previsiones de la demanda mundial de petróleo no alcanzará grandes crecimientos , lo que frena un aumento de demanda que haría subir el precio.

Estados Unidos puso en marcha su reserva estratégica de petróleo en 1975, cuando se produjo la primera gran crisis del petróleo. En los últimos meses, especialmente desde julio con los precios del barril bajista, ha ido llenando sus depósitos. De hecho, reforzó sus reservas con la compra de 6 millones de barriles, que suman 417 millones de barriles de crudo, cuando la previsión era de un descenso de 1,3 millones de barriles. Además, a diferencia de lo ocurrido en crisis anteriores, Estados Unidos es ahora el primer productor mundial de crudo, con unos 12,9 millones de barriles diarios.

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A este hecho, hay que sumar los últimos movimientos de la OPEP+ (el cártel que forman los países productores capitaneados por Arabia Saudí y sus principales aliados, con Rusia a la cabeza). El miércoles hubo una reunión de la OPEP+ y decidió aumentar paulatinamente la oferta de crudo a partir del 1 de diciembre, deshaciendo así parte de los fuertes recortes de bombeo de los dos últimos años, según decidió el Comité Ministerial Conjunto de Supervisión (JMMC) de la OPEP+.

Sin embargo, el JMMC, presidido por el ministro saudí de Energía, Abdelaziz bin Salman, y el viceprimer ministro ruso, Alexandr Novak, advirtió que en cualquier momento puede convocar una reunión extraordinaria para reajustar los niveles de producción si lo considera necesario. "El Comité evaluará continuamente las condiciones del mercado", señalaba la OPEP en un comunicado. La OPEP+ tiene prevista para el 1 de diciembre su próxima reunión formal.

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Arabia Saudí, Rusia, Irak, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Kazajistán, Argelia y Omán, son los países que tienen previsto abrir los grifos para devolver al mercado un total de 2,2 millones de barriles diarios de crudo (mbd) de forma gradual, a razón de 180.000 barriles por mes. Esto permitiría empezar a revertir los fuertes recortes (por un total de 3,66 mbd) pactados por el conjunto la OPEP+ en varias etapas desde finales de 2022.

Además, fuera de este acuerdo hay tres socios de OPEP, Venezuela, Irán y Libia, sin compromiso de limitar su extracción porque sus industrias petroleras ya están lastradas por sanciones.

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El peligro ahora está en el estrecho de Ormuz

La mayor preocupación que existe ahora es el tráfico marítimo en el estrecho de Ormuz, situado entre Omán e Irán, y que conecta el Golfo Pérsico con el Golfo de Omán y el Mar Arábigo. Es sin duda la arteria petrolera más importante del mundo. De hecho, ya en 2023 el Bank of America advirtió que el precio del crudo se podría disparar "si los envíos a través de Ormuz, un punto donde pasa por casi el 20% del petróleo y GNL del mundo se cerrara durante un período significativo".