La líder sindical de Volkswagen, en guerra con la dirección por el cierre de plantas
La presidenta del comité de empresa del grupo intensifica las críticas por los planes de recortes en Alemania
BarcelonaLa líder sindical Daniela Cavallo se enfrenta a una crisis de proporciones históricas, según explica el Financial Times. La presidenta del comité de empresa Volkswagen, que ocupa la mitad de los veinte escaños del consejo de supervisión del fabricante de automóviles, recordó en septiembre que la creación del grupo automovilístico en 1937 fue posible con fondos expropiados de los sindicatos. “Volkswagen no pertenece sólo a los accionistas –aseguró–. Volkswagen pertenece también a la fuerza de trabajo”.
Cavallo, que es la primera mujer jefe del comité de empresa de la compañía, tiene el reto mayúsculo de luchar contra los planes de la dirección de cerrar al menos tres fábricas y despedir a decenas de miles de trabajadores en Alemania. En palabras de la dirigente sindical, que representa a casi 300.000 empleados de la mayor empresa industrial del país, “se trata de si los trabajos de fabricación de automóviles todavía tienen futuro en este país”. El padre de Cavallo emigró desde un pueblo de la región italiana de Calabria hasta Wolfsburgo, donde empezó a trabajar precisamente en Volkswagen.
“Mi padre siempre dijo que Volkswagen es el mejor creador de empleo de la región. Si haces unas prácticas en la fábrica, tienes el futuro asegurado”, dijo la líder sindical en el 2012, cuando ya se rumoreaba que llegaría a ser la presidenta del comité de empresa, según recoge el rotativo británico. Como sus dos hermanas, Cavallo siguió los pasos de su padre. En 1994 entró como becaria en las oficinas de Volkswagen, el mismo año en que el actual director general del grupo, Oliver Blume, fue aceptado en unas prácticas en Audi. Mientras Blume subía a la escalera corporativa, Cavallo ascendió a las filas de la estructura de poder paralelo de Volkswagen con el apoyo de su mentor Bernd Osterloh, que fue presidente del comité de empresa durante dieciséis años hasta el 2021 .
Situación difícil en Alemania
Para aquellos que lo miran desde fuera, es evidente que el tira y afloja en la sede de Wolfsburg de Volkswagen se ha convertido en un test al modelo de capitalismo alemán, que tradicionalmente ha priorizado el bienestar de los trabajadores junto a los beneficios corporativos. Los elevados costes energéticos tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia, la lenta recuperación de Europa tras la pandemia y los problemas de demanda interna de China han sido duros golpes para la industria alemana en un momento en que está bajo una presión creciente por descarbonizarse.
La producción industrial alemana ha bajado un 16% respecto a su máximo del 2017, y la crisis ha provocado un examen de conciencia en la principal economía europea sobre si sus gigantes pueden mantener a los trabajadores bien pagados, aunque los márgenes los presionen cada vez más, apunta el Financial Times. Líderes obreros como Cavallo argumentan que cualquier otra cosa amenazaría la cohesión de la sociedad alemana. La dirigente sindical aseguró frente a unos 25.000 trabajadores reunidos para escucharla en Wolfsburg la semana pasada que Volkswagen tenía previsto “venderse a su país de origen”. Cavallo no ha negado que deba abordarse la caída de los márgenes de beneficio de la marca insignia del grupo, que se situaron en un 2% en los nueve primeros meses del año. Pero ha argumentado que los recortes de trabajo no ayudarán demasiado al principal problema de Volkswagen, que es que menos gente quiere comprar sus coches.
El motivo por el que las críticas sindicales a la dirección son más duras también es el fracaso de la empresa por fabricar un vehículo eléctrico con un precio inferior a los 20.000 euros, un vacío en su línea que se ha vuelto flagrante a medida que las marcas chinas de vehículos eléctricos llegan a Europa. Pero no es por falta de intentarlo. El comité de empresa bloqueó un reciente plan para coproducir vehículos eléctricos baratos con el rival Renault para dividir los costes, ya que ambos grupos argumentaron que sería demasiado caro fabricar los coches en Alemania.