Laboral

Lluvia de críticas por abusos laborales contra la catalana Freshly Cosmetics

Una veintena de testigos denuncian su dura experiencia trabajando en la marca de cosmética natural

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Tienda de Freshly Cosmetics en el centro de Barcelona.

BarcelonaEn las últimas semanas, una lluvia de críticas laborales en las redes sociales ha impactado contra la marca de cosmética natural catalana Freshly Cosmetics. Antiguos trabajadores –y algunos empleados que todavía están en la empresa–, tanto de las oficinas centrales como de las tiendas, explican los abusos laborales sufridos durante su paso por esta compañía con sede en Reus. El ARA ha hablado con una veintena de testigos que vivieron estas malas prácticas desde 2018, cuando el negocio fundado por Mireia Trepat, Miquel Antolín y Joan Miralles (este último dejó la empresa en 2020) apenas despuntaba, hasta ese mismo 2023. En el trasfondo de esta denuncia hay una enorme presión para alcanzar los objetivos, pero sobre todo los malos tratos recibidos por parte del equipo directivo y algunos mandos intermedios. En algunos casos, este clima laboral desembocó en trabajadores recurriendo a tratamiento psicológico y al menos en cinco bajas médicas derivadas de estas situaciones. Muchos de los casos terminaron en despidos improcedentes con una misma justificación nada objetiva: “No eres lo suficientemente Freshly”.

La mayoría de estos testigos comienzan de manera similar: personas jóvenes y autoexigentes que llegaban ilusionadas a una start-up prometedora y ubicada en un territorio como el Camp de Tarragona, donde no existían muchas oportunidades laborales de este tipo. Sin embargo, con el paso de los días se activaban las alertas. Todas las voces consultadas recuerdan especialmente la ansiedad que se respiraba durante la mayor campaña de descuentos del año, el Black Friday. Aquellos días buena parte de la plantilla se trasladaba a Gandesa, donde se encuentra el centro logístico de Freshly Cosmetics, para encargarse ellos mismos de gestionar el gran volumen de cajas de los pedidos. No había una obligación explícita de hacerlo, pero todo el mundo sabía que participar en ello era una norma no escrita, fueras quien fueras. Para la mayoría, explican en el ARA, esto implicaba incrementar considerablemente su jornada laboral, ya que debían seguir haciendo sus tareas habituales. Su vivencia contrasta con la actitud de la compañía, que lo planteaba como unos "campamentos" –los empleados podían quedarse a dormir en un alojamiento en Gandesa– con disfraces temáticos para todos los días para amenizar los esfuerzos. Los testigos también aseguran que en Freshly Cosmetics se daba por sentado que tenían que estar pendientes del trabajo las 24 horas del día los siete días de la semana. “Estaba constantemente en estado de alerta. No dormía ni comía. El último mes no era yo”, explica un testigo.

La plantilla sufrió una serie de bajas por ansiedad a raíz del fuerte ritmo de trabajo y el trato recibido por parte de los superiores, pero estas no fueron las únicas consecuencias en la salud. Otros testigos relatan episodios de problemas digestivos, pérdida del deseo sexual y del hambre, mareos, vértigos, dolores musculares e insomnio, que, tras consultar con especialistas médicos, vinculan a su experiencia en Freshly Cosmetics. En su relato también aparecen numerosas veces las pesadillas relacionadas con la compañía y escenas en las que acababan hablando en sueños sobre temas de trabajo. “Tenía la presión de estar mal, pero no poder mostrarlo, porque me echarían”, dice un testimonio.

La exigencia derivó en que la plantilla asumiera que era normal hacer horas extra, también en fin de semana, sin compensación alguna. De hecho, Freshly Cosmetics recibió dos sanciones de la Inspección de Trabajo por no contar con un sistema de registro horario por fichar, como exige la ley. Sin embargo, estas malas praxis laborales se disfrazaban bajo la imagen de una empresa que insistía en la importancia de ser una “familia”, donde se invitaba a los trabajadores a viajes al Caribe y se les hacía regalos. Dentro de la compañía había palabras “prohibidas” –no se podía hablar de “jefes” sino de “referentes”– y era habitual que los mensajes de reprimenda telemáticos se acompañaran de emoticonos de corazones y cohetes espaciales.

El recuerdo de varios de estos antiguos trabajadores también apunta a algunos patrones de comportamiento “sectario”. Algunos hablan del control sobre las conversaciones entre empleados, a los que se les había preguntado en reuniones individuales si criticaban a la empresa a espaldas de la dirección. También hacen mención a uno de los libros que la compañía recomendaba leer en los nuevos fichajes. Se llama Cuando las arañas tejen juntas pueden atar a un león, explica las claves para crear una buena cultura de equipo y en él se abordan conceptos como las “manzanas podridas”, personas que eran “tóxicas” y contaminaban al resto de la plantilla. "Estaba mal visto que no te implicaras en actividades con gente del trabajo fuera del horario laboral", dice una voz. También era fuente de conflicto expresar opiniones de desacuerdo y pedir mejoras o cambios en la forma de trabajar.

“Cada dos días alguien entraba llorando en el baño”

Gran parte de la plantilla compartía un mismo sentimiento de culpabilidad: nunca llegaban a estar a la altura de lo que se exigía de ellos, no eran lo suficientemente buenos o no sabían organizarse para llegar a las metas de la empresa. Sin embargo, ahora atribuyen claramente estas sensaciones a comentarios recibidos por parte de superiores y a la gran carga de trabajo. Varios testigos expresan que el paso por Freshly Cosmetics afectó a su autoestima laboral y les hizo perder la confianza en sí mismos. Algunos comparan su relación con la compañía con el maltrato por parte de una pareja afectiva o con casos de gaslighting, ya que acababan pensando que estaban "locos" y que quizás se estaban inventando ellos mismos el abuso laboral. “Me echaron la bronca por ponerme a llorar”, explica un testimonio. “Cada dos días alguien entraba llorando en el baño”, añade otra fuente. Explican que esta experiencia les ha generado miedo a entrar en un nuevo trabajo y encontrarse con un ambiente de trabajo similar.

Contactado por el ARA, el cofundador y consejero delegado de Freshly Cosmetics, Miquel Antolín, admite que les han llegado estas críticas, pero matiza que se refieren a situaciones vividas entre 2019 y 2021, “un periodo en el que las cosas no fueron nada fáciles”. Sin embargo, algunos de los testigos consultados han sido despedidos este mismo 2023 o todavía trabajan en la empresa. Aun así, Antolín pide disculpas a estas personas por las experiencias que relatan: "En esa época tuvimos una dificultad elevada para mantener nuestra cultura", que define con valores como la humanidad, la empatía y la proximidad. En este sentido, asegura que se han erradicado malas praxis como el exceso de horas extra y agradece a los afectados su "feedback”. Freshly Cosmetics, con una plantilla de 300 trabajadores y unas ventas anuales de 45 millones de euros, mantiene que cada crítica desfavorable es una oportunidad para “aprender y crecer”.

Las voces de los testigos
  • "Tenías miedo de hablar, te sentías observado. Querían controlar todo lo que se decía de la empresa y me dijeron que no podía hablar mal de Freshly Cosmetics con mis compañeros. Nunca me había encontrado con una situación así en la vida; no les gustan las personas con ideas propias".

  • “Cuando me fui me veía incapaz de conseguir un nuevo trabajo, pensaba que nadie me contrataría nunca. Te minan la moral. Sentía que no servía para nada. Llevo dos años de terapia y sigo temiendo recibir un mensaje de mi nueva jefa o que pase algo malo en medio de una reunión. Ahora veo todas las 'redflags'".

  • "Daban la imagen de ser el mejor trabajo que podías conseguir en tu vida. Nos compraban con regalos como viajes a Punta Cana y fruta fresca en la oficina para tenernos todo el año trabajando como mulas. Condiciones que no eran ni legales ni saludables. Busqué ayuda psicológica y desde hace un año ya puedo volver a hablar del tema".

  • "Nos decían que fichar [es decir, cumplir con el registro horario, como exige la ley] "no era Freshly", porque lo que aportaba la empresa era flexibilidad i si fichábamos la perderíamos. Si hacías horas extras, según ellos, era porque no te sabías organizar. He tenido pesadillas relacionadas con Freshly Cosmetics. Yo y muchos de mis compañeros hemos tenido que ir a terapia".

  • "[Trabajando en Freshly Cosmetics] empecé a sentir ansiedad y angustia. No podía dormir bien, tenía la cabeza las 24 horas en el trabajo. Me fui con la sensación de que estaba loca y de que no me había esforzado lo suficiente. Ahora he podido hablar con otras personas y ver que no soy un caso aislado".

  • "Estaba mal visto que no te implicaras en actividades con gente del trabajo fuera del horario laboral. El 90% del equipo éramos personas muy jóvenes, sin experiencia laboral o con muy poca. Éramos el blanco perfecto de quien aprovecharse, muy fáciles de manipular. El volumen de trabajo era exagerado. Trabajábamos tantas horas que no teníamos ni tiempo de plantearnos qué estábamos haciendo".

  • "Cada dos días alguien entraba llorando en el lavabo. Era una dinámica. Al principio entras con mucha ilusión y muchas ganas porque te hacen creer que estás en una empresa joven y dinámica, que somos una familia. Con el covid exploté por los ataques de ansiedad, el dolor de cabeza y los problemas digestivos. Se acercaba el domingo y ya me encontraba mal

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