Más productividad y efecto capitalidad: así supera a Madrid el crecimiento de la economía catalana
La comunidad madrileña vuelve a liderar el crecimiento económico en España gracias a los servicios de alto valor añadido
BarcelonaMadrid lidera el crecimiento económico entre las comunidades autónomas, tanto en 2022 como en la salida de la pandemia, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Mientras esto ocurre, Cataluña se mantiene como la cuarta economía del Estado, con un ritmo de crecimiento más moderado que el de la capital española.
El año pasado el producto interior bruto (PIB, el indicador que mide el tamaño de una economía) catalán todavía se encontraba un 0,42% por debajo de la cifra de 2019, mientras que el PIB del conjunto de España se encontraba sólo un 0,04% por debajo. La comunidad que más había crecido fue Madrid, con una actividad económica un 1,81% por encima de los niveles del año anterior al estallido de la pandemia.
Igualmente, en 2022 la capital española lideró los datos de PIB per cápita, con 38.435 euros por habitante, una cifra superior no sólo en la media española (de 28.162 euros), sino en la media europea, que fue de 35.440. Catalunya fue la cuarta comunidad autónoma en PIB por habitante, con 32.550 euros, superada también por País Vasco y Navarra, ambas con un sistema de financiación foral.
"Madrid tiene más impulso y eso es así", dice Josep Reyner, presidente de la comisión de economía catalana del Colegio de Economistas. ¿Por qué? Las razones de esta fortaleza son diversas y hay que ir a buscarlas "a partir del 2013 con la salida de la crisis" anterior, cuando Madrid experimentó crecimientos más elevados de la productividad que Cataluña y una gran "atracción de gente que fue a trabajar"; más incluso que Cataluña, que también recibe grandes cantidades de recién llegados tanto del resto del Estado como del extranjero.
Diferencias geográficas
Comparar la economía catalana con la de Madrid es complicado, porque se trata de modelos muy distintos desde un punto de vista geográfico y de tejido económico. Para empezar, Madrid es una comunidad autónoma uniprovincial donde el grueso de la actividad se concentra en una gran región metropolitana que en algunos puntos se adentra incluso en provincias vecinas: "El Madrid urbano llega casi hasta Segovia y entra dentro de Guadalajara", recuerda Reyner. Cataluña tiene Barcelona, también una gran metrópolis que representa buena parte del PIB, pero su territorio es más extenso y tiene otros polos importantes de actividad, como el Camp de Tarragona, las comarcas de Lleida o el eje Manresa-Vic- Gerona. Las zonas menos densamente pobladas, como el Pirineo y las Terres de l'Ebre, representan una parte importante en superficie y tienen a menudo una actividad económica notablemente inferior.
El Gran Madrid favorece no solo a la comunidad sino también a las provincias vecinas, pero las regiones interiores de España se han visto perjudicadas. "Más allá de las provincias adyacentes, el dinamismo del centro no se ve tanto". Es lo que ha dado lugar a la llamada España despejada, pero más allá de algún caso puntual –como Teruel Existe–, el efecto aspirador de la capital española no se ha traducido en movimientos políticos activos para frenarlo en las regiones más afectadas.
Efecto capitalidad
El sector público tiene un mayor peso en Madrid que en el conjunto de Catalunya, ya que acumula la mayor parte de la administración del Estado, como ministerios, sedes de empresas públicas y otras instituciones públicas. Los detractores del modelo centralizado español ponen como ejemplo que Puertos del Estado tenga sede en Madrid, que está a más de 300 kilómetros del mar.
El modelo de infraestructuras radiales favorece la acumulación de la actividad en Madrid, que además tiene un tratamiento por parte del Estado muy favorable, mientras que Catalunya acumula décadas de déficit fiscal: entre 2013 y 2022, el Estado dejó sin ejecutar más de 4.400 millones en inversiones presupuestadas en Catalunya, mientras que el déficit fiscal catalán suma unos 20.000 millones cada año.
"Las infraestructuras de Madrid son modélicas", apunta Reyner. El aeropuerto de Barajas es el décimo mejor del mundo, según un ranking de la consultora independiente Skytrax, mientras que al servicio de Cercanías de Renfe de la capital española "han acaparado lo poco que se ha invertido" en trenes regionales a España en en los últimos años. Asimismo, Madrid es el centro de la red ferroviaria de alta velocidad.
Esta centralización provoca un efecto llamada al resto de la economía, sobre todo en sectores como las finanzas o la energía, que tienen una gran dependencia de la regulación y que buscan situar sus sedes cerca de las instituciones de poder, lo que se traduce en una contratación pública más concentrada en empresas madrileñas. Este llamamiento hace que trabajos de alto valor añadido, como posiciones de directivos, se acumulen en la capital, lo que después se nota en un mayor consumo, mayor inversión privada y mayor recaudación de impuestos. Esto último ha permitido al gobierno de la Comunidad de Madrid, en manos de Isabel Díaz Ayuso, llevar a cabo un dumping fiscal con el recorte de tributos como el impuesto de patrimonio y algunos tramos del IRPF.
Más peso del turismo y la industria
Cataluña es "esclava de una herencia" de los años 90 y 2000, cuando el modelo económico se centró en la construcción y el turismo. Sin embargo, el peso de la economía catalana se mantiene desde hace cuatro décadas estable cerca del 19% del total español. En cambio, Madrid ha crecido: en 1980 representaba menos de un 15% del PIB español, pero en 2022 era ya el 19,5%. El crecimiento madrileño propició la caída del resto de comunidades autónomas. Es decir, Cataluña ha crecido al mismo ritmo que el conjunto de España mientras que Madrid lo hace más rápido.
Aparte de tener un mayor peso del turismo, la otra gran diferencia con Madrid es el peso de la industria, muy concentrado fuera del área metropolitana de Barcelona. La economía catalana, por tanto, es "más abierta y más exportadora" que la madrileña, que es "importadora", explica Reyner. Actualmente, "hay señales positivas" de que Cataluña está aumentando su productividad.