Macroeconomia

Putin reparte entre amigos y aliados los activos de Danone y Carlsberg en Rusia

El presidente ordena la incautación de las filiales rusas del grupo lácteo francés y de la cervecera para comprar fidelidades

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El Kremlin ha tomado el control de la subsidiaria rusa de Danone. En la imagen, una de las plantas de producción de la compañía.

LondresDesde el inicio de la invasión rusa de Ucrania en febrero del año pasado, la inmensa mayoría de las empresas occidentales que operaban en el país han intentado salir de ella. Pero el Kremlin lo ha puesto muy difícil. Y recientemente ha empezado a incautar sus activos como una forma de represalia por las sanciones que Occidente ha impuesto a la administración y los aliados de Vladímir Putin. En abril, Moscú ya se apoderó de las filiales de las energéticas Fortum (fineza) y Uniper (alemana), sugiriendo que ponía el objetivo, básicamente, en este sector estratégico. Pero el pasado domingo, día 16, el presidente ruso apretó aún más el acelerador y ordenó la incautación de la francesa Danone y de la danesa Carlsberg –que opera en el país bajo la marca Baltika–, dos gigantes de la industria de la alimentación.

En junio, el diario económico Financial Times recogía unos comentarios del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, en el que aseguraba que los inversores y las empresas occidentales eran "más que bienvenidas" a Rusia. Pero añadía: "Si una empresa no cumple sus obligaciones, entonces, por supuesto, entra en la categoría de empresas busca-razones. Nos deshacemos, y lo que después hacemos con sus activos ya solo es asunto nuestro".

Yakub Zakriev, nuevo jefe de Danone y ministro de Agricultura de Chechenia.

En el momento de la incautación de los valores de Fortum y Uniper, Putin firmó un decreto que permitía al estado hacerlo con la excusa de la "protección de la propiedad y los intereses nacionales rusos".

Decididos a vender

Antes de la incautación, tanto Danone como Carlsberg querían deshacerse de sus filiales. Pero, como se ha apuntado, Kremlin no lo ponía fácil. Porque, según el citado decreto, "las compañías de países no amigos" solo pueden vender los activos rusos por un máximo de la mitad de su valor y, además, debían realizar una "contribución voluntaria al esfuerzo de guerra" de entre el 5% y 10% del precio de venta". Los acuerdos, además, requieren la aprobación del gobierno y del propio Putin en los sectores energético y financiero.

Pese a estas condiciones, a finales de junio Carlsberg anunció que había encontrado un comprador para Baltika, y que había solicitado a la comisión reguladora creada por el Kremlin que completara la transición. Demasiado tarde. Por otro lado, Danone también había anunciado su disposición a vender sus activos, informando de que, todo ello, podría suponerle unas pérdidas de hasta mil millones de euros. Aún no tenía comprador.

Como en los años 90

Si en los años 90, tras el hundimiento de la Unión Soviética, muchos de los conglomerados estatales estratégicos –energéticas, siderúrgicas, navieras– fueron entregadas a burócratas del régimen que descubrieron de la noche a la mañana la condición de oligarca, ahora ha tenido lugar un fenómeno similar. Porque Vladímir Putin ha entregado a amigos y aliados los activos incautados a Danone y Carlsberg.

Mijaíl Kovalchuk y Vladimir Putin, en una imagen de archivo.

El martes, el gobierno ruso nombró a Yakub Zakriev, ministro de Agricultura de Chechenia, máximo responsable de Danone. Y designó a jefe de Baltika Taimuraz Bolloev, un viejo amigo de Putin. Zakriev, de 34 años, es un estrecho aliado del líder checheno, Ramzán Kadírov, fiel del presidente Putin y contribuyente al esfuerzo bélico de la invasión, mientras que Bolloev, que ya había dirigido a Baltika en los años 90, antes de que Carlsberg se hiciera con el control total, es un hombre muy cercano a los multimillonarios Iuri y Mikhaïl Kovalchuk, hermanos y confidentes próximos a Putin, según ha informado también el Financial Times. Ambos habían manifestado ante el presidente ruso su interés por la cervecera, según el relato realizado por distintos medios occidentales. Los Kovalchuk y Kadírov han sido sancionados por la totalidad de los aliados de Kiiv.

Si bien resulta muy complicado acceder a información cien por cien contrastada sobre las operaciones, algunos medios de la oposición rusa a Putin que trabajan desde el exilio han destacado en los últimos días que un personaje clave en el momento de torpedear la salida de Carlsberg y Danone del país ha sido Dmitri Pàtruixev, ministro de Agricultura ruso e hijo del máximo responsable de seguridad de Putin, Nikolai Pàtruixev. Conoció a Putin cuando ambos trabajaban para el KGB en los años 70. El movimiento del Kremlin, pues, prueba que ya no hay activos occidentales seguros en Rusia y que, en la práctica, lo que Putin está llevando a cabo es comprar fidelidades a cambio de entregar el control de negocios muy rentables a amigos o potenciales aliados.

Ambas compañías tenían una cuota de mercado superior al 20%

Antes de la guerra, Carlsberg hacía el 9% de los ingresos totales en Rusia y empleaba a 8.400 trabajadores en ocho cervecerías. La compañía compró una primera participación en Baltika en 2000 y se convirtió en el accionista mayoritario en 2008 como paso previo a la adquisición total del grupo. En 2012 Carlsberg tenía una cuota de mercado del 40% en Rusia, frente al 27% actual, caída que se explica por el gran aumento de impuestos al alcohol impuesto por el Kremlin para combatir el alcoholismo endémico del país.

Por su parte, Danone, una de las primeras empresas occidentales que llegó a Rusia en los años 90, logró levantar el mayor grupo lácteo del país a raíz de la fusión con el productor local Unimilk. Así se aseguró el 21% de cuota de mercado con un plan para invertir 500 millones de dólares durante cinco años. Antes de la guerra el fabricante contaba con 8.000 empleados en más de una docena de plantas. Las ventas en Rusia representaban el 5% de sus ingresos globales de 24.000 millones de euros.

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