Periscopio global

El país que recauda más dinero de los estudiantes que de las petroleras

La fiscalidad de la que goza el sector energético en Australia demuestra la fortaleza del lobi

Sydney"Esto es un sin sentido, una locura –aseguraba el senador David Pocock–. Un país que está orgulloso de estar en el podio mundial de exportadores de gas, y, sin embargo, recaudamos más dinero de los estudiantes que devuelven sus créditos que de las compañías con la Petroleum Resource Rent Tax (PRRT)".

Antiguo capitán de la selección de rugby y ahora senador por un electorado progresista, Pocock critica que, durante el ejercicio fiscal 2022-2023, el gobierno federal obtuviera unos 4.900 millones de dólares (aproximadamente 2.800 millones de euros) de los intereses de los préstamos que otorgan a los estudiantes 3 estudiantes. 00 millones de euros). "Es vergonzoso y parte de ese debate dice mucho de nuestras prioridades", expuso el senador.

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El origen de los datos es una conferencia en la National Press Club del director de The Australian Institute, una fábrica de ideas progresista dedicada a la investigación sobre políticas públicas. "Noruega graba la industria de los combustibles fósiles y garantiza la educación universitaria gratuita –afirmó Richard Dennis–, mientras que en Australia damos subsidios a los combustibles fósiles y cobramos una fortuna a nuestros niños por ir a la universidad".

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Paralelamente, el Institute for Energy Economics and Financial Analysis encontró que, entre 2016 y 2017, la empresa de telecomunicaciones Telstra, que tenía beneficios similares a las compañías de petróleo y gas, había pagado veinte veces más impuestos. De hecho, el propio gobierno reconoce, en el informe sobre la perspectiva económica publicado en diciembre, que el ejercicio fiscal 2024-2025 cerrará con menos recaudación de la esperada debido a los bajos precios del crudo. Así, la cerveza reportará 1.220 millones más al Tesoro que el que pagarán las compañías energéticas por el PRRT, presupuestado en 1.400 millones de dólares (unos 840 millones de euros).

Diane Kraal, experta en fiscalidad australiana y políticas públicas por la Monash University, remarca que el PRRT se diseñó por los grandes beneficios del petróleo, en lugar del gas –una industria con altos costes asociados a la producción–, porque permite deducir sus gastos antes de que se aplique el impuesto. "Es un sistema inapropiado. Y pese a que lo han modificado en varias ocasiones, y la última para cambiar el sistema que sustenta el PRRT, las medidas no van lo suficientemente lejos y se han demostrado ineficaces".

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De hecho, el PRRT se derogó en 2019 para las empresas de gas y petróleo que operan en tierra, y sólo se aplica a las explotaciones marítimas, ya que el gobierno no recaudaba ni un dólar de los pozos terrestres. Kraal remarca que dado que los costes de capital y explotación de una instalación son deducibles, se han acumulado 278.000 millones de dólares australianos (166.800 millones de euros): "Es decir, hay que conseguir unos ingresos de 278.000 millones antes que las empresas que operan con GNL en paz.

Una decisión bipartidista

Durante 2024, el gobierno laborista de Anthony Albanese ha buscado alianzas entre los conservadores para reformar el impuesto del PRRT, con el objetivo de evitar sentarse con los verdes e independientes como Pocock, mucho más ambiciosos para cambiar el sistema. La reforma que entró en vigor el pasado julio, que cuenta con el apoyo de la patronal, reduce el 90% de la proporción de los ingresos que pueden compensarse con deducciones. Sin embargo, el sistema sólo tasa los beneficios una vez que los costes de producción o inversiones se han recuperado, lo que lleva a las compañías a pedir deducciones anuales que virtualmente las exime de pagar el impuesto.

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Según la Agencia Internacional de la Energía, en 2023 se exportó el 72,2% del gas australiano, tendencia que había crecido un954% desde principios de siglo. "En 2022 los beneficios alcanzaron los 90.000 millones, y ahora vuelven a ser de unos 69.000 millones. Pero en términos de impuestos, estamos hablando de que el gobierno espera recaudar 1.400 millones. Hay una gran disparidad entre lo que los productores obtienen y lo que el gobierno australiano recauda", t, recauda 20.000 millones de dólares anualmente (unos 12.000 millones de euros).

Mientras, el propio gobierno del país lanzaba un plan estratégico del gas que, en 65 páginas, no menciona las palabras tasa o impuesto. En cambio, en la página web el informe está traducido a chino, japonés y coreano, idiomas que coinciden con los principales mercados del gas natural licuado (GNL) australiano.

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Lo cierto es que desde el 2000 la producción de gas natural ha aumentado un 366%. Desgraciadamente, los enormes beneficios corporativos no se tradujeron en mayores ingresos para el gobierno federal, lo que en 2016 forzó al primer ministro conservador Scott Morrison a encargar un informe independiente al economista Michael Callaghan. "Solo han aceptado cinco de las once recomendaciones", lamenta Kraal, quien fue una de las participantes del informe Callaghan.

Por su parte, el Australian National Energy Producers presionaba en el 2023 para no reformar el sistema, y ​​pedía un acuerdo bipartidista para "abastecer de seguridad a las futuras inversiones", en un comunicado firmado por la ejecutiva jefe, Samantha McCulloch. Las amenazas de reducir la inversión son constantes, pero los académicos remarcan que Australia es un país políticamente estable, séptimo productor mundial en el 2021, cuando por primera vez superó a Qatar en exportaciones. "Siempre han amenazado con irse del país, pero somos uno de los más estables para invertir", asegura Kraal.

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"El lobi del gas y del petróleo es muy poderoso, por eso tenemos una fiscalidad muy laxa", remarca Kraal, quien apuesta por volver a un sistema basado en royalties que taxe el valor del producto, no los beneficios empresariales. Este año hay elecciones y si, como apuntan las encuestas, los laboristas pierden la mayoría, tendrán que buscar alianzas con los verdes y los independientes, como Pocock, que pondrán al PRRT sobre la mesa.