La riqueza en Cataluña y España, cincuenta años después de Franco

Actualmente, la primera empresa española por capitalización en bolsa, y con mucha diferencia de la segunda, es Inditex. Su mayor accionista, Amancio Ortega, es la persona más rica de todo el Estado y sale siempre en la lista de las más ricas del mundo. Ahora es la novena fortuna mundial y la segunda europea, aunque en algunos momentos ha llegado a ser la primera fortuna mundial. Hace cincuenta años, ni Inditex existía ni Amancio Ortega tenía fortuna alguna. Es el cambio más espectacular en el mundo empresarial a nivel español. No hay otra fortuna que se le acerque. La segunda fortuna, diez veces menor, es la de su hija. Y entonces le siguen Rafael del Pino (Ferrovial) y Juan Roig (Mercadona).

Entre las empresas cotizadas en bolsa, la de mayor capitalización hace cincuenta años era, bien destacada, un monopolio de la Compañía Telefónica Nacional de España. La seguían, en los diez primeros puestos, siete bancos (Central, Banesto, Bilbao, Santander, Hispano Americano, Vizcaya y Popular Español) y dos eléctricas (Iberduero, segunda; e Hidrola, quinta). En los siguientes lugares había otras cuatro eléctricas y otro banco. Cepsa y Campsa (petróleos) eran la 16a y 19a, y Unión Explosivos Río Tinto (UERT), la 18a. Banca, eléctricas y monopolios (Telefónica y Campsa) eran el poder empresarial.

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Si se clasificaban, en cambio, por ingresos (ventas), las petroleras ocupaban las cinco primeras posiciones, acompañadas de Ensidesa y UERT. Por empleados, Renfe era la primera, seguida de Telefónica, Dragados y Construcciones, Seat y Ensidesa. La seguían Hunosa, Astilleros Españoles, Standard Eléctrica, Iberia y El Corte Inglés. De éstas diez con más trabajadores, más o menos todas también eran de las diez de mayores ingresos. Las clasificaciones por ingresos y empleados permitían ver el peso de las industriales. De todas las mencionadas, sólo Fecsa y Seat tenían sede en Cataluña.

En clasificaciones recientes, el Ibex todavía ofrece importantes elementos de continuidad respecto a hace cincuenta años. Iberdrola (2ª), Santander (3º), BBVA (4º), Endesa (8ª) y Telefónica (10ª) se encuentran entre las diez primeras por capitalización en bolsa y, de hecho, son las mismas o son una continuidad de las que ya lo eran. Pero hay nuevas: Cellnex Telecom (5a), CaixaBank (6a), Amadeus It Holding (7a) y Aena (9a): una caja transformada en banco, dos empresas de infraestructuras y una operadora de turismo y viajes. Si lo miramos por empleados, las primeras son Mercadona, El Corte Inglés, ACS, la ONCE y Mondragón. Inditex es la novena. Por ingresos, Mercadona también es la primera y le siguen las petroleras (Repsol Petróleo –refinerías–, Moeve –antigua Cepsa–, otra Repsol –la comercializadora–) y Endesa. Stellantis (automóviles) y Seat son sexta y octava, respectivamente. Inditex es séptima, Iberdrola novena y El Corte Inglés, décima. La presencia catalana es modesta, como hace cincuenta años. Ha aparecido un gran banco (CaixaBank), ha desaparecido una eléctrica (Fecsa) y todavía hay una automovilística (Seat).

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En términos globales, las empresas españolas lo suficientemente valiosas para estar entre las cien primeras mundiales, inexistentes en 1975, son ahora tres: Inditex, Iberdrola y Santander.

La economía española sufrió mucho la crisis industrial posterior a 1975, pero se rehizo con energía gracias a la integración europea, tanto la comercial como la monetaria. Este proceso, con sus altibajos, se extendió desde el ingreso en la Unión Europea en 1986 hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria y financiera en el 2009. Después, la economía española y la catalana han perdido empuje –como toda la economía europea–, pero algo más. El dinamismo de China y de los países emergentes ha erosionado significativamente el diferencial del PIB per cápita de la economía española respecto a la mundial.

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Si miramos el peso económico de Cataluña sobre el conjunto del Estado, el rasgo más destacado es la estabilidad, con tendencia a la baja. El PIB catalán representaba el 20% del español hace cincuenta años, bajó al 17,9% en 1985 por culpa de la crisis industrial y ahora –datos provisionales para 2024– está en el 18,9%, prácticamente igual que en 2007, justo antes de la crisis financiera e igual que 2.

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Si miramos a las demás comunidades autónomas, el mayor cambio de los últimos cincuenta años es el de Madrid, que ha pasado del 16% al 19,8%. La capitalidad de un estado que aumentó mucho su gasto gracias a la expansión del estado del bienestar les ha beneficiado especialmente, así como el efecto arrastre de los pedidos públicos sobre la actividad privada. También cabe subrayar que las comunidades autónomas que experimentaron un crecimiento vegetativo hasta más tarde (las meridionales) también han crecido en su proporción en el PIB del conjunto del Estado: Andalucía (del 12,5% al ​​13,3%), Canarias (2,9% al 3,7%) y Murcia (2% al 2,2%). Más por el impacto turístico, las Islas Baleares han pasado del 2,2% al 2,8%.

En términos per cápita, los principales beneficiarios, medidos por la variación de puntos porcentuales con relación a la media del Estado, son: Extremadura (+19, o sea, pasan del 58% al 77% de la media estatal), Galicia (+16), Castilla y León y Aragón (+11). Madrid ha subido 3 puntos. Los principales perjudicados fueron las Islas Baleares (-24), Comunidad Valenciana (-15), Cataluña (-13), Cantabria (-11), Asturias (-8) y País Vasco (-7). O sea, las comunidades turísticas y las industriales. Peor cuando eran turísticas e industriales a la vez, que es lo que ha impactado en Cataluña, las Islas y la Comunidad Valenciana. Si tuviera que buscarse responsabilidades, serían claras: déficits fiscales y modelo productivo. Esto es todo otro tema.