Una dimisión que no resuelve la crisis política en la Comunidad Valenciana

Los valencianos se encuentran desde este lunes por la mañana con una situación insólita: tienen un presidente en funciones que ha dimitido, pero, al no convocarse elecciones, no saben quién será su sustituto. Ni siquiera saben si habrá un sustituto o si, en dos meses, habrá que ir a elecciones. La dimisión de Carlos Mazón como presidente de la Generalitat por su nefasta gestión del día de la dana y sus continuos cambios de relato y mentiras en el último año está muy lejos de resolver la crisis política abierta en la Comunidad Valenciana. Y además es la peor solución de cara a las víctimas, que ahora ven cómo existe un peligro real de que el propio gobierno que tenía Mazón, o uno muy parecido, acabe la legislatura.

Esta es claramente la apuesta del PP valenciano en el pulso que está manteniendo con Génova: circunscribir toda la responsabilidad a la persona de Mazón y mantener toda la estructura que él ha edificado en los últimos años con personas como el actual síndico en las Cortes, Juanfran Pérez Llorca, o el presidente de la Diputación de la Diputación El primero suena como presidente interino los dos años que quedan de legislatura y el segundo como cabeza de cartel en el 2027. Este plan, sin embargo, es un auténtico insulto para los valencianos, que merecen acudir inmediatamente a las urnas para dilucidar las responsabilidades políticas de cada uno.

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Todo este plan de los dirigentes del PP valenciano para mantener la silla, sin embargo, depende en realidad de un tercero, que es Vox. La extrema derecha es quien tiene ahora el control del reloj de la investidura y quien puede decidir no sólo quién quiere que sea el nuevo presidente o presidenta, sino con qué programa y condiciones. Esto si no decide forzar la convocatoria electoral para sacar rédito del desgaste de los populares. Dejar el destino de la política valenciana en manos de Vox es otra irresponsabilidad de Feijóo, que debería haber forzado el adelanto electoral.

Capítulo aparte merece el lamentable discurso de despedida de Carlos Mazón intentando justificar lo injustificable y acusando al gobierno español de no ayudar a los valencianos cuando es con mucha diferencia la administración que más recursos está aportando. Volver a insistir en que nadie le avisó del peligro del barranco del Poio cuando ciudades del interior como Utiel ya estaban inundadas a primera hora de la mañana y él decidió mantener su agenda, con almuerzo de cuatro horas incluido, es infame. Al igual que decir que la reconstrucción es cosa suya cuando el Estado es quien ha reparado la mayoría de infraestructuras y equipamientos municipales.

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La dimisión de Mazón se ha precipitado tras el abucheo del miércoles en el funeral de estado por las víctimas y justo antes de la declaración de Maribel Vilaplana en el juzgado. Vilaplana ha confirmado lo que era una evidencia: que Mazón recibió multitud de llamadas ese día pero que en ningún momento pareció preocupado y que incluso hablaron de fútbol. Estar incomunicado ese día habría sido grave, pero estar informado y no hacer nada, como ocurrió, es aún mucho peor. Y eso Feijóo ya lo sabía hace un año, pero aún así condenó a los valencianos a una agonía política que aún no ha terminado.