Feijóo, rehén de Aznar y Ayuso
Qué lejos quedan aquellos tiempos en los que Alberto Núñez Feijóo aterrizó en Madrid y prometió que no contribuiría a la crispación ni utilizaría los insultos en política. Y también ese Feijóo que ante el empresariado catalán exhibía sensibilidad autonomista y respeto por la lengua catalana. Si algo ha quedado claro en este inicio de curso político es que el líder gallego es un completo rehén de la línea dura del partido, que es lo mismo que decir del PP madrileño que capitanean a José María Aznar e Isabel Díaz Ayuso.
Como ya ocurrió cuando Feijóo dijo en una conversación con periodistas que estaba abierto a estudiar un indulto para los líderes independentistas catalanes, el presidente del PP se ha visto obligado a rectificar con Israel. Si el miércoles Feijóo intentó ser algo crítico con Benjamin Netanyahu en su intervención en el Congreso, la semana termina con el político gallego alineado con las posiciones completamente proisraelíes de Aznar. El tímido giro no duró ni 48 horas.
El caso de la guerra de Gaza, sin embargo, no es el único. Prácticamente no existe ningún campo ideológico ahora mismo en el que Feijóo pueda marcar perfil respecto a su antecesor, Pablo Casado. Feijóo ni siquiera se ha atrevido a defender la decisión de Xavier García Albiol de suscribir algunos puntos del Pacto Nacional por la Lengua. Es más, le ha obligado a matizar su gesto.
Si al menos la estrategia de Feijóo estuviera dando resultados, al menos tendría una justificación práctica, pero es que encima no está siendo así. Las encuestas muestran que el PP está estancado, con tendencia a la baja incluso, y que quien está creciendo es Vox. Mimetizarse con la extrema derecha le está saliendo muy caro a Feijóo, que no sólo está perdiendo autonomía política, sino que su perfil se va desdibujando cada día más, hasta el punto de que ya es imposible saber a ciencia cierta qué es lo que piensa de verdad debido a la cantidad de equilibrios que se ve obligado a hacer.
En el caso de Israel y Gaza, además, pica en hierro frío, porque las posiciones proisraelíes las está capitalizando Vox, que tiene una postura inequívoca en esta cuestión (igual, por otra parte, que Aliança Catalana en Catalunya). Se puede discrepar legítimamente de decisiones de Pedro Sánchez como la de reconocer a Palestina como estado, pero envolverse con eufemismos por no decir genocidio o intentar relativizar a las víctimas palestinas como hacen desde el PP madrileño es, además de una vergüenza, un error político, porque incluso sus votantes están en contra de la catástrofe humana provocada por el ejército israelí en Gaza. Éste es un caso de libro en el que se están poniendo los prejuicios ideológicos por encima del sentido común y la más mínima humanidad.
Parece que Feijóo ha vuelto a caer a cuatro patas en una trampa parada por Pedro Sánchez, que tiene un especial olfato para conectar con la opinión pública, sobre todo en el ámbito internacional. En cambio, el líder gallego aparece una vez más como un simple títere de Aznar y Ayuso, incapaz de fijar una posición distinta a la de los que ahora mismo barajan las cerezas en el PP.