En Gaza todavía hay hambre: hay que acelerar la ayuda

Las bombas se han detenido en Gaza y la crisis de los rehenes israelíes está ya camino de la solución con la entrega de los vivos y pronto también la de los fallecidos. Parece que de momento, al menos mientras duren las celebraciones presididas por Donald Trump, no se reanudará la guerra. Hay mil incógnitas sobre el futuro, pero por primera vez en mucho tiempo existe la esperanza de que se mantenga el alto el fuego. Pero lo que no ha cambiado es el hambre. En Gaza todavía pasan hambre. Por eso, la entrada ayer de los primeros camiones de ayuda humanitaria desde Egipto es una de las mejores noticias de los últimos días. Pese a la dificultad que hay siempre en las informaciones sobre la Franja –es urgente que el alto el fuego permita ya la entrada de la prensa internacional en la zona–, se calcula que habrán podido entrar a lo largo del día unos 400 camiones y se prevé que haya un ritmo de entrada de 600 camiones al día a partir de ahora. La ONU y otras organizaciones humanitarias tienen cientos esperando para poder acceder, pero se quejan de que el ritmo es lento por el minucioso control israelí en la frontera, por lo que reclaman que se abran más puntos fronterizos.

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No es el único problema. Como se ha podido ver en las imágenes por vídeo y fotos que han llegado, de nuevo buena parte de estos camiones han sido asaltados por el camino por multitudes de gente, la mayoría hombres jóvenes y fuertes, lo que dificulta la distribución ordenada a los más necesitados. Según explicaba a la cadena Al Jazeera el asesor de respuesta humanitaria de Oxfam en Gaza, Chris McIntosh, no sólo es fundamental restablecer lo antes posible el flujo constante de ayuda sino también asegurar el paso de los camiones y evitar los saqueos. En una Gaza sin orden ni control, se ha impuesto cómo era de esperar la ley del más fuerte, lo que agrava aún más la situación. Y, de paso, le hace el juego al gobierno israelí, ya que las imágenes contribuyen a la deshumanización de los palestinos que tanto persigue.

Los enfrentamientos internos dentro de la Franja –ayer mismo hubo peleas a tiros entre miembros de Hamás y bandas organizadas– no son nuevos, pero no ayudan mucho. Ayer, el gobierno de Gaza, aún en manos de Hamás, anunció que indultaría a los miembros de las bandas que han participado en saqueos si no tienen delitos de asesinato. Después de dos años de guerra y en una situación desesperada, no es raro que haya inseguridad y violencia entre los propios habitantes de la Franja.

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Pero la inseguridad, en buena arte provocada, es la que hizo que Israel pusiera todo el reparto de la ayuda en manos de la organización estadounidense GHF, que desde mayo es la que ha repartido la comida en la Franja con un sistema muy criticado, ya que en los puntos de distribución, haciendo cola para tener comida, han muerto. La GHF, de hecho, ya ha dicho que se retiraba de uno de los puntos de distribución, en el centro de la Franja, porque de ahí también se ha replegado al ejército israelí, que le daba protección. La situación de caos que puede haber ahora en la Franja es un peligro añadido porque no está ni decidido qué fuerzas internacionales darán seguridad y controlarán el alto al fuego. Lo cierto es que en Gaza todavía hay hambre, la situación sigue siendo de máxima vulnerabilidad para la población civil y es muy importante que la comunidad internacional que ahora aplaude el alto el fuego no se olvide de lo que falta. Alimentos, nutrición intensiva para los desnutridos, material hospitalario, personal de asistencia y, también, seguridad.