La revolución en la lucha contra el cáncer
En 2018 se concedió el premio Nobel de medicina al científico japonés Tasuku Honjo y al estadounidense James P. Allison por sus estudios sobre la inmunoterapia contra el cáncer. Sus investigaciones empezamos a finales de los ochenta y noventa del siglo pasado, pero esa investigación básica del principio ha dado sus frutos y hoy la inmunoterapia es una terapia fundamental en la lucha contra esta enfermedad –o enfermedades, porque cánceres las hay de muchos tipos–, que el año pasado provocó cerca de 17.000 muertes en Catalunya.
El aumento de la esperanza de vida de la numerosa generación boomer hace que cada vez veamos a más enfermos de cáncer, ya que es una enfermedad en parte ligada al envejecimiento. Esto hará que resulte difícil ver disminuciones en el número de casos en cifras absolutas, pero lo cierto es que en esta última década se han producido grandes avances en la lucha contra el cáncer. No sólo en lo que se refiere a la mortalidad sino también a la calidad de vida de los enfermos. Junto con otras terapias, esto es así gracias a la introducción de la inmunoterapia entendida como cualquier tratamiento que estimula al sistema inmunitario porque distingue las células tumorales y las ataca. Pensamos que en 2015 sólo había 73 pacientes en Cataluña que recibían este tratamiento, y en 2024 ya fueron 6.387, un 17,81% del total de enfermos. El número ha crecido exponencialmente en la última década y se prevé que este año se superen ampliamente las cifras del pasado año. De hecho, hace poco menos de una década que está incorporada en la cartera pública de salud y ahora mismo ya existen 68 tratamientos disponibles para tratar hasta dieciocho tipos de cáncer diferentes. Esto ha permitido mejorar los pronósticos y, en algunos casos, cronificar la enfermedad.
No todos los tipos de cáncer admiten esta opción ni tampoco funciona en todos los enfermos. En muchos casos, la mayoría, todavía deben utilizarse los tratamientos tradicionales como la quimioterapia y la radioterapia, o deben combinarse, pero la investigación continúa y cada vez hay más avances. La ventaja de estos nuevos tratamientos, entre ellos los epigenéticos, es que no tienen tantos efectos secundarios, aunque también los tienen, y permiten que en general los enfermos puedan llevar una vida relativamente normal mientras realizan el tratamiento. Eso sí, son caros. En los últimos años el gasto oncológico en Cataluña se ha triplicado, y uno de cada cinco euros de estos recursos se destina, precisamente, a inmunoterapia.
Los recursos son finitos y por eso también es importante que haya buena parte de gasto dedicado a la prevención –que evita enfermedades y reduce el gasto común a la sanidad pública– y también a la investigación, ya que la mejora y el perfeccionamiento de los fármacos también permite abaratar estos tratamientos. Aún hay mucho camino por recorrer en el terreno de la investigación para ganar esta guerra contra el cáncer, en la que los científicos y los equipos médicos especializados van sumando cada vez más batallas ganadas. Por eso es fundamental mantener el apoyo público y privado a la investigación científica, que es larga ya veces costosa, y debemos felicitarnos de que en Cataluña haya centros de prestigio mundial en este sentido. Como sociedad debemos animarles y entender que un descubrimiento de hoy que quizá no acabamos de entender puede ser clave para curar enfermedades en quince o veinte años.