La UE se desconecta de Rusia, pero Trump no

Aunque era una decisión prevista, no deja de ser importante. La Unión Europea ha aprobado hoy la desconexión definitiva del gas ruso, que será totalmente efectiva el 1 de enero del 2028. El anuncio es importante porque, al tratarse de un cambio legislativo, será una decisión permanente, es decir, no dependerá de lo que haga Vladimir Putin en Ucrania. La desconexión del gas ruso será para siempre. Se acaba así una época en la que existían grandes economías europeas, como la alemana, que eran dependientes del gas ruso, por lo que se daba la paradoja de que, mientras Europa ayudaba a Ucrania con una mano, con la otra compraba gas a Putin y ayudaba así a financiar su maquinaria de guerra.

Pero la decisión de desconectarse de Rusia tiene una contrapartida, y es que habrá que aumentar las compras de gas licuado en Estados Unidos y otros países. Al menos temporalmente, hasta que la UE culmine el proceso para garantizar su soberanía energética, que sólo puede construirse en base a abandonar de forma progresiva los combustibles fósiles y sustituirlos por fuentes de energía limpia, entre las que Bruselas también considera la nuclear.

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En todo caso, la invasión rusa está sirviendo para que Europa despierte y se dé cuenta de que no puede depender de países como Rusia, al igual que tampoco sería buena una excesiva dependencia de Estados Unidos, tal y como se está viendo con la presidencia Trump. No es que Trump sea un socio poco fiable, como demuestran las constantes amenazas con imponer nuevos aranceles pese al acuerdo firmado, sino que su volatilidad y cambios de opinión constantes son un peligro. Cuando todo apuntaba a que Trump se había convencido de que no podía dejar de lado a los ucranianos, el Financial Times ha revelado el fuerte abucheo que el presidente estadounidense volvió a clavar a Volodímir Zelenski el pasado viernes, conminándole a aceptar la pérdida de territorio si no quería ser destruido por Putin.

Este episodio vuelve a destapar la verdadera personalidad de Trump, que odia estar inmerso en una guerra a la que él no ve sentido económico y piensa que podría acabar con un simple cambio de fronteras, ignorando el derecho internacional y las resoluciones de la ONU. En realidad, como Putin ha resistido hasta ahora con habilidad a todas las presiones estadounidenses y habla el mismo lenguaje que Trump, el mandatario estadounidense está activando la opción fácil, que es obligar a la parte débil, es decir, Ucrania, a rendirse y entregar una parte de su territorio a los rusos.

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Trump no se da cuenta de que una solución de este tipo, si no es pactada y aceptada por ambas partes, sólo puede ser el germen de un futuro conflicto aún mucho mayor. Y aquí es donde la Unión Europea debe situarse junto a Zelenski, algo que de momento ya está haciendo. No tanto porque el derecho de Ucrania a existir sea una cuestión de justicia, que también como porque una victoria rusa llevaría a la larga mucha más inestabilidad y, en el peor de los casos, más guerra.