Borja de Riquer: "El pasado era peor"
El historiador conversa apasionadamente con Ignasi Aragay sobre los elementos que forman la identidad de los catalanes en un encuentro del Club Premium del ARA.
Hace poco más de un siglo los catalanes –buena parte de los catalanes– no sabíamos leer. "En los siglos XVIII y XIX el 70% de la población de Catalunya era analfabeta, por lo que para la mayoría de ciudadanos la información se transmitía oralmente oa través de imágenes", explicaba el historiador Borja de Riquer en el barcelonés Palau Requesens, sede de la Real Academia de Buenas Letras, institución que él preside. Y añadía: "No seamos nostálgicos. La gente vivía peor, las condiciones de vida eran mucho peores". De Riquer es una voz autorizada por decirlo. Es un sabio que ha estudiado profundamente la historia de Cataluña de los últimos siglos. Ha coordinado el voluminoso libro (¡un kilo y medio de peso!) La memoria de los catalanes, motivo de la apasionada conversación que tejió con el director adjunto del ARA, Ignasi Aragay, en un acto del Club Premium del diario.
La memoria de los catalanes explica los principales símbolos, sitios de memoria, mitos, leyendas, tradiciones... que forman nuestro imaginario colectivo. Hay unos cuantos símbolos que eran de un pequeño territorio y se extendieron por Cataluña. Es del caso de la sardana, que en poco tiempo pasó de ser una danza ampurdanesa a convertirse en la danza catalana por excelencia. "Desde los tiempos de la Solidaritat Catalana (1905-1907), la sardana acompañó a la bandera y Los segadores en buena parte de los actos reivindicativos y festivos del catalanismo", explicó De Riquer.
El libro recoge elementos de lo más diversos que forman el ADN de los catalanes, desde el 1 de octubre del 2017, efeméride que ha sido incorporada pronto y de manera amplia al nomenclátor de pueblos y ciudades (y, en cambio, no lo ha sido la declaración de independencia del Parlamento de Cataluña del 27 de octubre del 2017 de ahora y de antes. "En algunas épocas no hemos sido muy bien vistos: los habitantes de los condados catalanes del siglo X eran definidos por los andalusíes como gente sucia, que apenas se lavaba una vez al año, y como traidores, y los del siglo XVII como bandoleros y desarraigados", subrayó Borja de Riquer.
El historiador dedicó también unas palabras a nuestra lengua. "La batalla por la lengua se ha ganado en las ciudades, y hemos tenido la suerte de que el catalán se ha mantenido en todas las clases: las populares, las medias y una parte de las altas, que si bien a menudo se han pasado al castellano no han abdicado del catalán y lo han continuado utilizando no sólo en el ámbito familiar sino también en los negocios;" De Riquer. "Pero hay algunos historiadores, como Josep Fontana, que, sin menospreciar la lengua, han sostenido que otros elementos como las leyes son fundamentales en el ADN de los catalanes", subrayó Aragay. "El derecho catalán afectaba básicamente a los propietarios, y durante muchos siglos muchos catalanes nunca iban al notario: no tenían nada que dejar", rebatió De Riquer.
Durante la charla los asistentes iban observando los retratos de "catalanes ilustres" que hay colgados en las paredes de la sala de actos de la Academia: el poeta Joan Maragall, el indiano y promotor del tren de Barcelona en Mataró Miquel Biada, el arquitecto Antoni Gaudí, la reina Elisenda de Moncada… y muchos más, algunos de ellos mencionados por De Riquer o Aragay en algún momento de la conversación.
El encuentro fue muy participativo. Uno de los miembros del Club Premium del ARA destacó la importancia del deporte como elemento integrador de los recién llegados, y recordó que en la época franquista el Barça era un refugio de catalanidad. "Y también ahora. Hay catalanes que se emocionan más con el himno del Barça que con Los segadores", destacó Aragay, y con una sonrisa añadió: "Incluso alguno de mis hijos".
Ahora que "sufrimos" una ola de "novísimos catalanes", venidos de todas partes, sobre todo de Latinoamérica y África, "hacen falta políticas públicas y privadas inteligentes y hábiles para integrarlos", sostuvo De Riquer. "Pero debemos tener en cuenta que la identidad catalana es cada vez más plural. Yo pongo como ejemplo de un excelente elemento de integración los castellers. Los que yo conozco tienen participantes de muchos países: en casa hablan su lengua, pero cuando hacen de castellers hablan catalán", precisó Borja de Riquer. E Ignasi Aragay añadió: "AlInstituto Miquel Tarradell, en el Raval, justo al lado de la sede del ARA, se hablan una veintena lenguas, pero cuando los alumnos vienen al diario todos hablan con nosotros en catalán". No debemos bajar la guardia: si conservamos la lengua nuestra identidad no se debilita.