Disfrutar de la tradición sin excesos
Controlar raciones, reducir aperitivos calóricos, dar protagonismo a los vegetales, moderar alcohol y dulces... permiten que las comidas de estas fiestas sean más saludables.
Largas comidas, platos abundantes y una sensación de exceso que a menudo se alarga más allá de los días estrictamente festivos. Esto es lo que se repite año tras año cada Navidad, pero el problema no es tanto lo que comemos el 24, el 25 o el 26 de diciembre, sino la forma en que afrontamos todo el período navideño. "Tenemos el concepto de que son tres semanas de comer mucho, cuando en realidad las comidas especiales son puntuales", recuerda la nutricionista Bárbara Romano. El riesgo, dice, es ir sumando turrones que sobran, aperitivos constantes y una rutina que se aleja de la alimentación habitual.
Hablar de equilibrio durante las fiestas no es poco realista, pero sí para conseguirlo es necesario cambiar el foco. No se trata de restringir ni renunciar a los platos tradicionales, sino disfrutar con conciencia. Por ejemplo, uno de los errores más habituales es el tamaño de las raciones. "No hace falta comer ocho canelones si con cuatro ya es suficiente", apunta Romano. A menudo, el hecho de que el menú sea excepcional invita a repetir sin hambre real. Pero disfrutar del plato no debería ir ligado a comer más cantidad, sino a hacerlo con atención, comiendo poco a poco y escuchando la sensación de saciedad, que suele llegar al cabo de unos veinte minutos.
Otro desequilibrio habitual es el exceso de aperitivos antes de un ágape que ya será contundente. Sabiendo que habrá escudilla, carne de olla, canelones o un asado, igualmente hacemos aperitivos muy calóricos y dejamos a un lado los vegetales. "Las verduras, en cambio, aportan volumen, fibra y agua, ayudan a generar saciedad y permiten equilibrar mejor el conjunto de la comida", apunta Romano. Incorporarlos como primeros platos, guarniciones o ensaladas tibias puede marcar una gran diferencia.
En este sentido, la cocina tradicional catalana de Navidad puede encajar perfectamente con el modelo de dieta mediterránea. Es una cocina de aprovechamiento, local, sostenible y de temporada, con presencia de legumbres, verduras y cereales, y con platos pensados para reaprovechar las sobras del día anterior. El desequilibrio aparece cuando las carnes, sobre todo las rojas y los embutidos, adquieren demasiado protagonismo y los vegetales quedan relegados a un papel secundario. "Sin quitar los platos tradicionales, se pueden complementar con una ensalada de escarola y granada, por ejemplo, que es una muy buena fuente de fibra y antioxidantes y aporta equilibrio", sugiere Romano.
En cuanto al postre, la nutricionista defiende que la fruta podría tener un papel más relevante durante las fiestas. "¿Por qué los postres siempre deben ser dulces muy calóricos?" Frutas de temporada como la naranja o la granada, servidas de forma atractiva, pueden convivir perfectamente con un pedazo de turrón tomado con el café, sin necesidad de llenar la mesa de múltiples opciones dulces.
Sobre el alcohol, otro protagonista importante en el menú de estos días, Romano está clara: "los profesionales no podemos recomendarlo como parte de una alimentación saludable. No hay una cantidad mínima que podamos afirmar que es buena". El problema no es brindar puntualmente, sino acumular bebidas a lo largo de toda la comida: vermut, vino, cava y licores. Esta suma "tiene un impacto tanto calórico como a nivel apático, puesto que el alcohol es una toxina que el hígado debe procesar".
Pasadas las fiestas, no es necesario hacer dieta ni caer en restricciones extremas. Volver a una alimentación mediterránea habitual es suficiente. Y si por ejemplo hablamos del ayuno intermitente, tan presente hoy, Romano recuerda que no es una pauta dietética, sino una pauta de horarios. "Puedes comer durante unas horas y no hacerlo durante otras, pero lo que importa es qué comes dentro de ese espacio", explica. Y ahí el criterio vuelve a ser el mismo, asegurar que los vegetales sean los protagonistas del plato. "Tienen mucho volumen con poca energía, porque aportan mucha agua y mucha fibra", señala, lo que permite sentirse lleno antes y ajustar mejor las cantidades de proteínas e hidratos.
Recuperar la rutina, comer con conciencia y entender a Navidad como un paréntesis puntual (y no como un exceso permanente) son, al final, las mejores herramientas para vivir estas fechas con placer y salud.