Herramientas para una mejor inclusión social

Una naturaleza para todos: las opciones para disfrutar del territorio sin barreras

La inclusión social también se construye al aire libre. Proyectos comunitarios, rutas adaptadas y nuevas herramientas de accesibilidad acercan los entornos naturales a todas las personas y contribuyen a reducir desigualdades en el acceso al ocio y bienestar

Voluntarios de Olesa de Montserrat acompañan a una usuaria en una salida con Joëlette por los entornos de Montserrat.
28/11/2025
6 min

La inclusión social se expresa de muchas formas: en un aula que adapta los materiales para que todo el mundo pueda aprender; en un centro cívico que abre actividades a personas mayores que viven solas; en un barrio que repiensa las calles para que sean accesibles a niños, ancianos y personas con movilidad reducida. Son gestos que sumados hacen una sociedad más justa y más atenta a todas las realidades. Pero la inclusión no se juega sólo en los espacios urbanos o en los servicios públicos: también se juega al aire libre, en el derecho tan elemental –ya la vez tan desigual– de poder pisar un camino, seguir un sendero, sentir el bosque o llegar a un mirador natural. Ahora bien, ¿en qué punto se encuentra la inclusión en el entorno natural de Cataluña?

La Agència Catalana de Turisme es clara: "Catalunya es un territorio rico en paisajes y cultura, pero también comprometido con la inclusión y la accesibilidad", asegura. Para el organismo el turismo accesible es hoy una pieza clave para garantizar que todo el mundo pueda disfrutar del país sin barreras: la experiencia de adentrarse en el entorno natural no debería depender de las capacidades físicas de nadie. Este principio, que ya inspira numerosos itinerarios y espacios adaptados por todo el territorio, abre una pregunta central: ¿en qué se está traduciendo esta mirada inclusiva en el entorno natural?

Caminos naturales adaptados

Los parques naturales de Cataluña llevan años trabajando para que la experiencia de la naturaleza llegue a todo el mundo, y lo hacen adaptando itinerarios, miradores y espacios de descubrimiento al ritmo y las necesidades de cada visitante. En el delta del Ebro, por ejemplo, pasarelas amplias y observatorios accesibles permiten disfrutar del vuelo de las aves sin ninguna barrera, y en las marismas del Empordà rutas como el Cortalet - Mas del Matà o la que llega hasta las Llaunes ofrecen recorridos llanos, pasarelas de madera y zonas de aproximación para.

En la montaña, el Parque Natural del Montseny propone itinerarios como el de la fuente del Frare o el de la masía Mariona, pensados ​​para que nadie quede fuera de la experiencia del bosque. Y en Garraf el itinerario botánico de la Pleta facilita descubrir especies mediterráneas con un trazado amable pensado también para la discapacidad visual. Son ejemplos que demuestran cómo la red de parques naturales del país ha ido incorporando la accesibilidad como un criterio estructural.

Orografía y accesibilidad

En febrero de 2024 el Instituto para el Desarrollo del Alto Pirineo y Arán (IDAPA), que depende del departamento de Territori, dio un paso decisivo en esta misma dirección presentando la guía Diseño de itinerarios accesibles. Guía ilustrada de criterios, medidas y buenas prácticas. Elaborada con la colaboración de la asociación ASPID y de la Mesa de Caminos del Alt Pirineu y Aran, la publicación responde a una constatación clara: a pesar de la proliferación de nuevos caminos en el Pirineo, muchos no son realmente accesibles, no por la orografía sino por carencias de diseño.

La guía aporta conceptos clave, tipologías de caminos, criterios técnicos y ejemplos reales –buenos y malos– para ayudar a administraciones y gestores a crear itinerarios que sean verdaderamente universales. También establece una distinción esencial entre caminos "accesibles" y caminos sólo "practicables" y detalla elementos tan concretos como pendientes, pavimentos, cruces, zonas de descanso, aparcamientos, señalización y cadena de accesibilidad. En definitiva, es un recurso que quiere convertir la inclusión en criterio estructural en el diseño de los caminos de naturaleza, no en un añadido opcional.

Una alternativa: la silla Joëlette

La accesibilidad al medio natural no siempre implica transformar los caminos, suavizar pendientes o instalar pasarelas: hay itinerarios que nunca podrán ser adaptados, y precisamente por eso son necesarias otras opciones que abran sus puertas en el territorio. Una de ellas es la silla Joëlette, un vehículo monorroda diseñado para que personas con movilidad reducida puedan recorrer senderos, bosques y senderos con la ayuda de un equipo de voluntarios. Su sistema –una sola rueda central, asiento reforzado y dos puntos de conducción– permite superar terrenos en los que una silla convencional no podría avanzar.

Joëlette no sólo permite superar obstáculos físicos, sino que restablece el vínculo con la naturaleza y convierte la excursión en una experiencia compartida, capaz de generar comunidad y de abrir paisajes que, para muchas personas, habían quedado fuera del alcance. En Cataluña ya hay 49 sillas Joëlette repartidas por todo el territorio, según los últimos datos recogidos por Marta Naharro, Neus Bardina, Estrella Forcada y Cristina Cereza, miembros del equipo docente del Campo de Aprendizaje de las Valls d'Àneu. Algunas son de propiedad de administraciones públicas –desde municipios hasta consejos comarcales, diputaciones o la propia Generalitat–, y otras forman parte de entidades excursionistas y de asociaciones sin ánimo de lucro.

El caso de Olesa de Montserrat

Olesa de Montserrat (Baix Llobregat norte) es probablemente uno de los municipios que más han apostado por divulgar y normalizar el uso de la Joëlette como herramienta de inclusión en la naturaleza. Tienen un proyecto municipal –la silla es propiedad del Ayuntamiento– que se coordina desde Servicios Sociales en estrecha colaboración con voluntariado y entidades locales. "La adquisición de esta silla fue una apuesta clara por hacer accesible a todo el mundo el entorno natural", explica Joan Soler en nombre de los departamentos de Servicios Sociales y de Gestión del Espacio Público del Ayuntamiento de Olesa.

El origen del proyecto se remonta a finales de 2015, cuando la concejala de Servicios Sociales del momento, Georgina Muñoz, y la olesana Montse Caba, en silla de ruedas afectada por poliomielitis, empezaron a buscar formas de garantizar el acceso universal a los espacios naturales del municipio. Antes de adquirir su propia silla, sin embargo, el grupo impulsor quiso comprobar sus posibilidades sobre el terreno. Soler lo recuerda perfectamente: "Antes de comprar la silla acompañamos a la asociación Rodamunt hasta la cima de Sant Jeroni para ver si realmente era factible tener una". Esa subida, hecha con un grupo de voluntarios de Olesa, fue el punto de inflexión. Les convenció de que tenían equipo y motivación para hacerlo posible y que una sola silla podía transformar la accesibilidad del municipio.

Desde entonces, Olesa ha convertido a Joëlette en una puerta real en la montaña. Se ha convertido en una herramienta que no sólo facilita desplazarse, sino que articula comunidad, crea vínculos y hace visibles realidades que a menudo quedan fuera de la mirada turística. "Es impresionante ver la sonrisa del usuario cuando volvemos al pueblo; es un acto silencioso de agradecimiento", dice Soler, quien ha coordinado decenas de salidas durante esta década de proyecto.

Montse Caba, una de las impulsoras del proyecto de accesibilidad a Olesa, participando en una salida con Joëlette acompañada por voluntarios del municipio durante una jornada inclusiva.

La importancia del voluntariado

Si Joëlette abre caminos, es porque detrás hay personas dispuestas a conducirlas. El voluntariado es el motor de este proyecto, y nombres como el de Àngel Bou, en Olesa son la prueba. Él llegó al mundo de las Joëlette hace doce años, a raíz de la historia personal de su sobrina Anna, que después de un problema de salud necesitó silla de ruedas. "Ella ganó un proyecto de Gaes y le dieron una Joëlette", recuerda. Bou comprendió el potencial de esa herramienta. Más adelante, cuando supo que Olesa adquiriría una, no se lo pensó: "Fui a la presentación y me hice voluntario".

Por él, cada salida es una combinación de naturaleza, esfuerzo compartido y humanidad. "Me llevo la satisfacción de haber hecho disfrutar de la naturaleza a una persona que, por sus medios, difícilmente llegaría a donde llega una Joëlette", explica. Bou destaca también el clima de convivencia que se crea entre usuarios, voluntarios y familiares: grupos que no se conocían y que terminan compartiendo camino, conversación y descanso. Pero hay un momento que lo resume todo: "Cuando llegas al final de la salida y ves la cara de satisfacción y de agradecimiento, compensa todo el esfuerzo que has tirado de la silla". Para Bou, el voluntariado transforma su mirada sobre todas las cosas. "Abre el ángulo de visión de la vida unos 360 grados", admite.

Un proyecto con futuro

Este 2025 el proyecto de Joëlette en Olesa de Montserrat celebra diez años de vida. Una década en la que una sola silla –y un grupo de voluntarios convencidos– ha permitido que decenas de personas volvieran a disfrutar de caminos, miradores y senderos que habían quedado fuera de su alcance. Diez años de salidas, aprendizajes compartidos y vínculos que van más allá de las rutas. "Es un proyecto que ha crecido mucho y sigue creciendo", explica Joan Soler.

Para celebrar los diez años del proyecto, Olesa ha organizado dos eventos abiertos a la ciudadanía. El 10 de diciembre se celebrará una mesa redonda con entidades y personas que trabajen la inclusión, para revisar la trayectoria y mirar hacia el futuro. Y el sábado13, se hará una subida conjunta en la Creu de Saba –uno de los puntos accesibles más altos del municipio– con la participación de sillas Joëlette de pueblos vecinos y colectivos que promueven la accesibilidad a la naturaleza.

5 materiales que ayudan a disfrutar de la naturaleza sin barreras

En los parques naturales de la Diputación de Barcelona –y en otros equipamientos del país– existe un servicio de préstamo gratuito de material adaptado que facilita el acceso de personas con movilidad reducida o discapacidad visual a rutas e itinerarios naturalistas. Sólo hace falta dirigirse a las oficinas o centros de información, rellenar la ficha correspondiente (idealmente con reserva previa) y recoger el material. Desde bicicletas adaptadas a dossieres en Braille, estos recursos demuestran que la inclusión también se construye con herramientas específicas y soluciones que abren caminos.

  • Bicicletas de mano o 'handbikes'

    Bicicletas adaptadas que se propulsan con los brazos mediante un sistema de pedales manuales. Incorporan un asiento bajo, un chasis estable y ruedas preparadas para pistas suaves. Permiten a personas con discapacidad en el tren inferior disfrutar de itinerarios de naturaleza con un control estable de la dirección y de la fuerza.

  • Terceras ruedas para sillas de ruedas

    Este dispositivo convierte una silla de ruedas convencional en una silla apta para circular por caminos compactados. Es una rueda frontal que se ancla en el chasis de la silla y eleva ligeramente las ruedas pequeñas delanteras, evitando que se atasquen. El giro de 360 ​​grados da maniobrabilidad y el conjunto proporciona mayor estabilidad en terrenos irregulares. Se pueden añadir reposapiés específicos.

  • Silla Joëlette

    Una silla todoterreno de una sola rueda central, con dos puntos de conducción –un delante y uno trasero– y un asiento reforzado. Funciona como una combinación de camilla y carretilla, y requiere un equipo de dos personas formadas o más. Permite superar pendientes, raíces, senderos y tramos que serían inaccesibles con una silla de ruedas tradicional. Es la opción ideal cuando el camino no puede adaptarse.

  • Dosieres adaptados de flora y fauna

    Son materiales impresos en un formato combinado: tinta de gran tamaño, relieve y Braille. Incluyen dibujos táctiles de vegetación y fauna destacada, así como información accesible sobre el recorrido. Están pensados ​​para que personas con discapacidad visual o dificultades cognitivas puedan seguir el hilo del itinerario con mayor autonomía y experiencia sensorial.

  • Barras direccionales para personas con discapacidad visual

    Es una barra alargada, de madera o aluminio, que guía a una persona invidente por un itinerario natural. El usuario se sitúa en el centro y dos personas –una delante y otra detrás– sujetan sus extremos. El guía anticipa información sobre el camino (subidas, bajadas, irregularidades), y la barra transmite de forma clara la dirección y el ritmo. Este sistema permite recorrer senderos con seguridad y fluidez.

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